lunes, 11 de junio de 2018

Fuentes primarias

Me invitaron a una mesa sobre historia del movimiento obrero y fuentes primarias. Recordaré allí un caso.
Hace mucho investigaba el papel de los asalariados industriales y urbanos en general, durante nuestra Revolución. Me obsesionaba cómo desaparecieron sus intensos combates previos a la lucha armada. Era previsible, desde luego, pues su sitio seguía en las empresas, donde no había cómo replicarla, y los grandes cuadros pasaron a los ejércitos populares y constitucionalistas. Aun así hubo momentos propicios para que irrumpieran. 
Uno era el maderismo y se registraba allí solo un movimiento mayor, la huelga general textil en 2012, convertida bibliográficamente en un lock out patronal.
Habían pasado nuestros mejores años como militantes del extraordinario auge que se producía en fábricas, etcétera, y trabajábamos en el Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicano, una dependencia oficial cuyo administrador terminaría recurriendo a la Polícia Judicial para deshacerse de nosotros, jeje. 
Teníamos a mano cuanto era deseable: archivos y testimonios a pasto, hemerografía capturada en maravillosas máquinas lectoras. Mariposas agitaban nuestra ávidas panzas y al revisar el supuesto lock out aquél, guiado por un instinto adquirido entre huelgas y demás, encontré la relación de contribuciones semanales que trabajadores capitalinos dieron a los paros en San Martín Texmelucan, iniciado por un departamento para enseguida pasar a la fábrica correspondiente antes del anochecer y extenderse a cuantas otras había en ese núcleo textilero. 
¿Extrañaba que después lo siguieran en Tlanepantla y el Distrito Federal? Solo quienes nada querían entender interpretarían los hechos como presión del empresariado a Madero, ocultando una obvia organización planta por planta y coordinada globalmente.
SIGUE