miércoles, 15 de abril de 2020

Conquista e invención para nuevos capítulos sobre distintos aspectos

Este es el punto de arranque, que titubea por los muchos temas a abordar.
Conquista e invención propiamente dicha.
Conquista y orígenes del capitalismo.
Conquista como precipitadora de la expansión marítima europea y así de la globalización a cuya cumbre nos acercamos hoy. 
Conquista de Mesoamérica en particular, siguiendo aspectos que normalnente no se aprecian.
Conquista y reconstrucción de las identidades indígenas en tanto sustentarán al o los Mexico futuros, hasta el presente, callejón sin salida sino fuera por ella, o México Profundo.   
Conquista, novelas de caballería y literatura española siglo XVI, en la cual, y para nuestro asombro, el gran acontecimiento está casi por completo ausente.
Conquista de la Árido América y los dos subcontinenentes indígenas norteamericanos o No nos tocó lo peor.
Esos son nuestros temas a tratar, en distintos niveles de profundidad o extensión. 

I
Durante siglos lo llamaron “descubrimiento de América”. Vaya frase tramposa, por tan descarada, pues para empezar ese nombre no existía, fue cración de quien compendió los primeros mapas sobre nuestras tierras: Martin Waldseemüller, nacido en
Wolfenweiler, Brisgovia, Alemania. Lo hizo
homenajeando al explorador genovés de apellido Vespucio, cuyos padres le pusieron Américo, apelativo con que castellanizaron uno de origen germano: Emerico. Sucedía la cosa en 1507, casi recién muerto Colón.
No hay nada extraño, como veremos, así que no nos sorprenda que muy pronto entre los propios alemanes e italianos se nombrara por primera vez y para siempre al "Nuevo Continente" conquistado por castellanos. Castellanos, sí, pues a ellos el papado dio monopolio de los mares a Occidente, mientras hacía otro tanto con Sur y Oriente, reservado a Portugal. La Corona de Aragón quedaba fuera y cuando llegó Carlos I de España y V de Alemania…
Esperen, vamos por partes, no se trata de confundirlos, lectoras y lectores.
Nuestro trabajo sostiene que Conquista es un término insuficiente para este tema. Primero, debido a la brutal destrucción cometida por los adelantados españoles en tierras “americanas”. Durante solo el primer siglo tras caer Tenochtitlan, la población descendió entre 75% y 95%, según diversos cálculos, y bastaron diez años para que allí mismo, en Yucatán, Oaxaca, Michoacán, etcétera, desapareciera todo vestigio de arquitectura indígena.
Históricamente las conquistas se producían para apropiarse territorios con cuantas riquezas humanas fuera posible –agriculturas, edificaciones y demás-, quitando el necesario destrozo de las batallas. ¿Por qué en América la predación resultó tan brutal?
Los conquistadores buscaron en este “cuarto continente” solo una cosa: metales y joyas preciosos. En su delirio, todo era Puerto Rico, Costa Rica, la villa Rica de la Veracruz, etcétera, así no encontraran oro, plata, gemas.
Ponemos un caso muy significativo. Al inicio aquella gente se concentró en la hoy República Dominicana, que forma parte de una gran isla antillana, como saben. Entonces les llegaron rumores de que hacia su costado había áureas
pepitas
a montones y Diego de Velázquez, a quien pronto volveremos a encontrar, organizó una expedición en pos de ellas.
Contra lo que nos han dicho, la población isleña no era ni magra ni primitiva y entre otras cosas vivía de cultivar peces en lugares construidos a propósito. Tras la aventura no quedó nada. Puede entenderse, pues, porque el ahora Haití está habitado casi exclusivamente por descendientes de los esclavos tomados en África Negra.
Si resultaría ¡todavía más cruenta! la colonización inglesa, francesa, holandesa, en Norteamérica, para nosotros el tema son los años mil quinientos.
Según Jacques Attali, un pensador contemporáneo nuestro vinculado a bancos centrales, esa historia debe celebrarse como ninguna otra:
"En tiempos muy antiguos exitió un gigante guerrero, triunfante, dominador. Un día, fatigado, se detuvo. Aturdido, torturado, fue dado por muerto, encadenado por mútiples amos (...) Entonces, el gigante fraguó su plan: recuperar sus fuerzas (...) y partir hacia la conquista del mundo (...) El gigante era Europa..."
Sobre la existencia de éste no hay duda. Llamarlo Europa y darle tal profundidad histórica es sobrepasarse. Con mucho más justicia procede Pierre Chaunu, paisano suyo, y al comparar curriculums entre ellos queda claro: solo en uno puede confiarse eticamente.
Chaunu pesa continentes, no los califica, como sin reconocerlo hace el otro. Y la cuestión reside sobre todo ahí, si seguimos la pista de La invención de América.
Ah, reinventar a capricho, grandísimo privilegio occidental que lleva cinco siglos acumulando las más arteras mentiras sobre nuestro "Nuevo Mundo" -¿o no, Colón, el del paraíso pedido descubierto en Venezuela, o Sahagún y sus presagios, o Volatire, Bufon, Hegel y un largo etcétera al declarar estas tierras por igual imberbes y corruptas, verdad, Antonello Gerbi?
Nuevamente nos adelantamos, perdón.           


II
El expandirse europeo por nuestro planeta, que inicia bien a bien con "América", se califica como "La mayor mutación jamás habida en el espacio humano", "no comparable siquiera con la exploración espacial" que iniciaron los años 1900, según Chaunu y un reputado historiador estadounidense.
El fenómeno está fuera de control y va a velocidad vertiginosa. Cuando Miguel de Montaigne, el padre del género literario que conocemos como ensayo, observa a sus hermanos europeos empleados en esa obra, escribe: "Nuestros ojos son más grandes que nuestros estómagos, y nuestra inquietud, mayor que nuestra capacidad de entender. Creermos asirlo todo y en las manos nos queda solo viento".
Hasta ahí los dos grandes océanos no habían sido retados sino episódicamente y sin efecto alguno. El mundo entero puede interconectarse por primera vez, venciendo al tiempo, incluso dentro del propio Viejo Continente, donde China, que inventó el papel, la pólvora, la imprenta y mil inteligentes productos más, atrae a todo gran comercio por el Camino de la Seda, en origen creado por ella misma.
Los cristianos latinos, como llaman a quienes ocupan el occidente y centro de Europa, buscaban sin fortuna controlar esa ruta y 
el Islam, extendido desde el Atlántico hasta las puertas mismas de aquella maravilla, tardaba meses en recorrer tan largo camino, mayoritariamente por tierra.
Por eso para Europa se hicieron famosos los manuscritos que hacia el año 1298 dictó Marco Polo, mercader veneciano, tras su delirante viaje hasta allí. Le tomó años, entre los más accidentados pasajes, y la cristiantad latina, católica, occidental, lo glorificará hasta nuestros días, aunque haya cubierto solo un tercio del kilometraje acumulado por otro viajero, éste célebre para los musulmanes: Ibn Battuta, nacido en Tánger, hoy Marruecos, sobre el Magreb, según nombran entonces al oeste africano.
Si nos permiten ustedes, seguiremos al magrebí durante su primer, pequeño tramo recorrido. Abandona aquélla ciudad erigida frente al brutal encuentro del Mediterráneo y el Atlántico, en donde creció, y días después alcanza lo que más tarde se nombrará como Argelia. Acompaña a una caravana de beduinos, pastores trashumantes cuyos haberes completan transladando personas en sus camellos. 
Cierto día descansan en una llanura cerca del mar, que en estos tiempos no cultiva la agricultura y parece eco del desierto del Sahara, muchos kilómetros a sus espaldas. Visten túnicas sencillas y hermosas y se cubren la cabeza y parte del rostro con telas de colores vivísimos: azules, anaranjados, rojos. Sus miradas guardan secretos que les dejan innumerables generaciones deambulando a veces sin encontrar a nadie en días o semanas.
De no ser noche, al fondo nuestros ojos distinguirían el filo del Mediterráneo, y el cielo tiene una claridad extraordinaria, gracias a la cual sus jornadas se orientan más por el mapa de estrellas que por el ciclo solar.
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Me detengo ahí para seguir explicando en una grabación, que ahora es el destino de este trabajo, dadas las circuntanscias. 
Colón toma por buenos cálculos covenientes, entre los varios a mano: entre 3.000 y 5.000 kilómetros, cuando la distancia real es de unos 19.000 
Tarda dos meses en cubrir el viaje entre las Canarios, donde se aproviona, y LA PRIMERA ISLA ANTILLANA, QUE EL ALMIRANTE REBAUTIZA. EL REBAUTIIZO SAN SALVADOR: LO QUE TIENE NOMBRE TIENE HISTORIA.
La velocidad es pasmosa, nunca antes vista el mundo. EXPLICAR EN RELACIÓN A BATTUTA: LO SEGUÍ PORQUE... BATTUTA TARDA SIETE MESES MESES EN LLEGAR A ALEJANDRÍA, CUBRIENDO 3,500 KILÓMETROS, CON EL USO DE LOS SEGUNDOS MÁS RÁPIDOS TRANSPORTES TERRAQUEOS: LOS DROMEDARIOS, CUYA VELOCIDAS ES SOLO SUPERABLE POR LOS BUENOS CABALLOS.
PASA ASÍ DE UN MUNDO A OTRO, Y ALEJANDRÍA, PARA ENCONCES EN PLENA DECADENCIA, LE PARECE UNS CIUDAD SOBERBIA.
HACE EL TRÁNSITO HABITUÁNDOSE POCO A POCO A LOS CAMBIOS DE LA NATURALEZA Y LA CULTURA. 
Una carabela podía recorrer de 100 a 130 kilómetros al día y, si el día era bueno, hasta 160, lo que para la Edad Media era una velocidad realmente impresionante, QUE PARA COLÓN SE ACELERA GRACIAS A UNA CORRIENTE FAVORABLE, QUE HARA MUCHO MÁS ASEQUIBLE LA IDA QUE LA VUELTA.
LOS VIAJES POR MAR ABIERTO, UNA TORTURA. PUEDE APRECIARSE TODAVÍA EN 1848, CUANDO LA GRAN HAMBRUNA PRECIPITA LA MIGRACIÓN CATÓLICA IRLANDESA HACIA EU, Y DESPUÉS, SEGÚN LOS ESCALOFRIANTES RELATOS DE CONRAD Y JACK LONDON. La comida ya se pudría y el olor que había en la nave obligaba a muchos a dormir a la intemperie (PORQUE ABAJO MERODEA LA MUERTE, ENTRE  VÓMITOS, RATAS, ENFERMEDADES CONTAGIOSAS). MÁS O MENOS UN DIEZ POR CIENTO DE QUIENES SE LANZABAN A LA AVENTURA, NO LOGRABAN COMPLETARLA Y OTRO TANTO MORÍA AL POCO COMO CONSECUENCIA DEL VIAJE.