lunes, 3 de septiembre de 2018

Cardenismo. Corporativismo. Para revisión por lxs carnalitxs

No habrá libro, así que puedo seguirle.
Aquí venimos a dar luego de Cardenismo (por una investigación mínimamente dec....
Es un borrador. Las tesis continúan pareciendo válidas.



El movimiento obrero y la confrontación con los empresarios
Desde su candidatura o durante el primer año como presidente, Cárdenas, pues, cuenta potencial o materialmente con un extraordinario ejército:
1.Muy diversos radicales oficialistas: de Portes Gil y Cedillo, al tejedismo con genuinos tintes socialistas y bien relacionado con los restos a la Liga Nacional Agraria del comunista Úrsulo Galván, pasando por el Partido Nacional Agrarista.
2.Un movimiento obrero autónomo, en ascenso y recomposición.
3.Un campesinado entre el cual resuena seculares y modernas utopías, que se defiende de la profunda crisis económica, preparado a estallar aquí y allá, a veces dirigidos por experimentados líderes (Rubén Jaramillo es un ejemplo).
4.Un magisterio sobre todo rural pero también urbano, que por tres lustros creó sólidos, entrañables lazos con las comunidades donde trabaja, ahora multiplicado por el lanzamiento de la Educación Socialista.
5.Intelectuales y profesionistas muy lúcidos, de pensamiento socializante, llamémoslo así, que ingresaron al servicio público y la política y serán decisivos en los gabinetes cardenistas.
6.Un PCM pequeño en número y grande en personalidades reconocidas internacionalmente (Diego Rivera, los hermanos Revueltas, David Alfaro Siqueiros…) y cuadros con enormes capacidades, que de la clandestinidad forzada por el maximato pasará al reconocimiento legal.
En ciertos casos esos aliados tienen ya nexos orgánicos con don Lázaro y en la mayoría si serán incondicionales del régimen, mantendrán una independencia relativa también en grados distintos.   
Se afirma que el sexenio cardenista dio forma al corporativismo característico de nuestra “dictadura perfecta” posterior. Sin esos seis años, cierto, resulta impensable el “partido de Estado” priista y sus lazos clientelares con la sociedad, empezando por un campesinado y un mundo obrero cuyas instancias gremiales y comunitarias se relacionarán directa, dependientemente, con los gobiernos nacionales y regionales, bajo la omnímoda figura presidencial.
Este tema es tan complejo como el propio cardenismo, que según un famoso historiador extranjero terminó por crear un juego de “humos y espejos”, en sus múltiples interpretaciones.
Quizá la real pregunta es ¿de qué corporativismo hablamos? “Política de masas”, prefiere llamar Arnaldo Córdoba a ese rasgo estructural. ¿Cómo evoluciona?
“… la política de masas se desarrollaría, necesariamente, independientemente de quien ocupara el gobierno”, asegura Anguiano. Es una afirmación temeraria a primera vista, si atendemos al conflicto que estalla en junio de 1935, cuando el nuevo sexenio inicia su séptimo mes y Calles pide a la presidencia que reprima al movimiento obrero. Nuestro historiador, deduzco, se refiere a cualquier política de masas, forzosa para aspirar a un gran cambio, sin importar su orientación. 
Alguien hizo un artículo de título muy ilustrativo sobre esos meses: “Entre las huelgas y el box: la vida cotidiana en 1935”. Se refiere a nuestra capital federal, que es el mayor y no el único gran ejemplo. “…sus efectos -dice- provocaron una crisis de proporciones no imaginadas. La fábrica San Rafael prontamente evidenció la dependencia de la burocracia estatal a sus productos: el gobierno no contaba ni siquiera con un triste papel para apuntar recados ni para mandar los memorándums. Los aparatos telefónicos, que controlaban las compañías Telefónica y Telegráfica Mexicana y Ericcson entraron en un espeluznante letargo.
“De igual modo, los trabajadores del hierro, los petroleros, así como algunas organizaciones de trabajadores textiles manifestaron sus inconformidades ante las condiciones laborales y salariales. En el colmo de las protestas, el sindicato de panaderos y tamaleras amenazaron con dejar sin vitales alimentos al grueso de la población”, concluye quien escribió ese buen texto, despreciando a un sector clave por su beligerancia.
Desde 1933 los sindicatos viven un repunte extraordinario, gracias en mucho al surgimiento de la CGOCM, cuyo líder, Lombardo Toledano, un año más tarde, durante plena campaña presidencial, declara: en Cárdenas hay un “elemento joven, brioso, sincero aun cuando con ideas poco precisas”, ante quien “el proletariado permanece vigilante”. Lo hace incluso con los clarísimos signos que don Lázaro lanza en una gira sin paralelo, como este discurso en Monterrey:
“Para hacer que la justicia de la revolución llegue a todos los rincones del país, ETC.

En 35 Cárdenas permite expresarse con entera libertad a ese movimiento obrero que hace una década no protagoniza jornadas semejantes. ¿Cómo habría sido con un callista a la cabeza, del tipo de quienes rodean al Tata en su gabinete (Calles hijo, Juan de Dios Bojórquez, Pablo Quiroga, Aarón Sáenz, Abraham Ayala González)? ¿De qué manera, pues, si el Jefe Máximo reta indirectamente por ello al primer mandatario? Con la política corporativa que el Jefe Máximo copió a Mussolini y está descaradamente inscrita en la LFT. Los Contratos Colectivos de Trabajo son allí condición ineludible, para auspiciar a un sindicalismo controlado. Aun así, falta ver cómo el callismo reavivaría lo que recién destruyó en la CROM, su antiguo aparato clientelar, multiplicándolo, pues no le bastaría con ella. ¿Y el campo, donde hasta aquí el sistema opera a través, precisamente, de quienes quiere controlar y contra los cuales creo el PNR, como elemento centralizador, y un plan sexenal para supeditarlos a sus gobernadores: los representantes del caciquismo local, auténtica plaga?      
Las luchas gremiales en auge durante este momento, nacen por propio impulso y no crean nexos orgánicos con el régimen, mientras se desarrollan e incluso luego, si apreciamos bien a bien cómo aparecerá la Confederación de Trabajadores de México (CTM). Organizaciones y crisis económica cargada sobre el pueblo están ahí, rebasando cualquier voluntad gubernamental. Su coincidencia con ésta, retroalimentándose, es algo distinto.
Para Fernando Benítez la reacción de Calles se debe a que no entiende “que la clase obrera había sustituido al ejército como factor predominante del poder y que este reacomodo de fuerzas se reflejaba lógicamente en las Cámaras, donde también prevalecían los partidarios de la línea obrerista del general Cárdenas”.
Está interpretación parece también arriesgada, al menos contemplando el periodo, muy temprano. En todo caso dice “línea obrerista” y no popular, que sería lo justo pues la base lesgislativa del cardenismo hasta 1934 fueron los radicales agraristas y el campesinado anda a su vez en movimiento, según nos advirtió Armando Bartra.
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Para entonces Cárdenas ha empleado palabras que parecerían dar la razón a Lombardo, respecto a su vago perfil ideológico: “Debemos combatir al capitalismo, a la escuela liberal capitalista que ignora la dignidad humana de los trabajadores y los derechos de la colectividad; pero el capital que se ajusta a las nuevas normas de justicia distributiva (…) merece plenas garantía y apoyo del gobierno”. Luego aseguró “que pronto acabaría el ajuste trabajo-capital, cesando así las huelgas”.
Ideas vagas, digo, y en realidad corresponden a lo que da en llamarse liberalismo social o, dentro del universo marxista, social democracia. No habría sorpresa, consecuentemente, sino fuera porque en febrero del 36, cuando vuelve a Monterrey, donde las y los trabajadores siguen el empuje contra un empresariado que destaca por su cohesión y agresividad, el discurso adquiere tonos más radicales, al fijar catorce puntos después famosos, cuyos meollos resume así un estudioso:
“—Negación rotunda de toda facultad a la clase patronal para intervenir en las organizaciones de los obreros, pues no asiste a los empresarios derecho alguno para invadir el campo de acción social proletaria
“—La causa de las agitaciones sociales no radica en la existencia de núcleos comunistas Estos forman minorías sin influencia determinada en los destinos del país Las agitaciones provienen de la existencia de aspiraciones y necesidades justas de las masas trabajadoras, que no se satisfacen, y de la falta de cumplimiento de las leyes de trabajo, que da material de agitación
“—La presencia de pequeños grupos comunistas no es un fenómeno nuevo ni exclusivo de nuestro país Existen estas minorías en Europa, en Estados Unidos y, en general, en todos los países del orbe Su acción en México no compromete la estabilidad de nuestras instituciones, ni alarma al gobierno ni debe alarmar a los empresarios
“—Más daño que los comunistas han hecho a la nación los fanáticos que asesinan profesores; fanáticos que se oponen al cumplimiento de las leyes y del programa revolucionario, y, sin embargo, tenemos que tolerarlos
“—Debe cuidarse mucho la clase patronal de que sus agitaciones se conviertan en banderilla política, porque esto nos llevará a una lucha armada
“—Los empresarios que se sientan fatigados por la lucha social pueden entregar sus industrias a los obreros o al gobierno Esto será patriótico, el paro no”.
Este subrayado final es mío, porque indica cuán decidido está Cárdenas si el capital se resiste al avance indispensable para resolver las grandes cuestiones nacionales.
Tratando el choque con las patronales, Anguiano confirma un elemento que establecí como central. Don Lázaro empuja “el contacto directo, físico” con obreros y campesinos, haciendo que “los funcionarios del gobierno se convirtieran en una especie de líderes de masas y para ligarse a aquéllos fueran a buscar en los centros de trabajo (…) con el propósito de enterarse de sus problemas y necesidades”.
Estos funcionarios pueden proceder aun de las secretarías u otras áreas (Departamento del Distrito Federal, por ejemplo) a cuyo frente están los callistas, quienes no saben lo que se mueve por debajo, pienso y ha de confirmarse.
Aprovechemos para señalar a un Secretario que nos conduce hacia los mucho más peligrosos enemigos futuros del régimen, hoy operando en silencio: el responsable del ejército, general Pablo Escamilla. Tipo oscuro y vil, servirá a La mano negra, fundamental para Miguel Alemán. Transcribo fragmentos de un apasionante relato:
“La organización criminal conocida como La Mano Negra ha sido mencionada en estas crónicas sólo como referencia. La historia completa la publiqué en mi libro La vida secreta de Guadalupe Victoria
(…)
“El 25 de junio de 1936 fue asesinado Manlio Fabio Altamirano Flores en el interior del Café Tacuba, ubicado en el centro de la Ciudad de México. Estaba acompañado por su esposa (…) Era el gobernador electo del estado de Veracruz, pero sus asesinos no podían permitir que llegara vivo a la toma de posesión (…) pero a los 8 días de la ejecución (…) entregó a Manuel Parra (…) la titularidad del gobierno (…) para integrarse al gabinete de Cárdenas (…).
“A Parra le tocó vivir el segundo período como gobernador del terrible Adalberto Tejeda Olivares, azote de la Iglesia católica y de los terratenientes, por lo que ya convertido en uno de estos formó una asociación para defenderse de las guerrillas campesinas que mandaba contra los hacendados el propio gobernador.
“El brazo armado de Manuel Parra era un grupo de sicarios llamado La Mano Negra (…) Uno de los socios de Parra Mata era el secretario de Guerra y Marina (…) Pablo Quiroga Escamilla.”
En ese momento “Miguel Alemán Valdés fue electo senador por el mismo estado de Veracruz (…) Los asesinos fueron liberados al poco tiempo.
“En el colmo del cinismo, Miguel Alemán Valdés, ya como presidente, ayudó a Pablo Montano, hijo de Marcial, uno de los asesinos, para que se integrara a los guardias presidenciales.” Antes llegó, por ese sangriento, inesperado camino, a la gubernatura veracruzana.
Desde allí operará para formar el sindicato de gobernadores que cerrarán el paso a la continuidad cardenista. La mano negra en que se apoya “perpetró por lo menos 10 mil asesinatos en diez años”.
¿Don Lázaro aprecia en justos términos lo que Alemán y socios (Maximino Ávila Camacho, por encima de todos) serían capaces de hacer con poderosas o vastas centrales obreras y campesinas como las que empiezan a perfilarse bajo su amparo? Es pronto para preguntárselo