desde luego el sexual.
alcanzó. Allí trabajaría primero en las afueras de una planta, descargando furgones del ferrocarril, y luego dentro, de barrendero, con contratos de veintiocho días, y al fin como ayudante y luego encargado de los molinos de un departamento.
En cambio Domingo Mazcorro nace en una ciudad asì sea relativamente pequeña en la época, Gómez Palacio, en la región lagunera.
electricista especial.
Falta todavía casi una década para que se marche a la ciudad de Chihuahua, en busca de mejores oportunidades, y se incorpore a los 1,200 trabajadores de planta, los cerca de 400 empleados de confianza y los aproximados 200 eventuales de Aceros de
Chihuahua.
Mientras, en Yautepec. Morelos, se ha hecho hombre Sabás Rendón García. Su padre, un cortador de fruta al servicio de los terratenientes, es oriundo de Tepoztlán, un poblado próximo, y poco después del nacimiento del quinto hijo vivo, se separó de la
esposa. Ella, de la también cercana población de Tlanepantla, se hizo cargo de los hijos vendiendo “fritangas comunes en la dieta de los pobres”6.
La mujer se esforzaba en dejar a sus muchachos “la mejor herencia” que se podía, “una carrera, aunque fuera corta”, pero en cuanto él terminó la primaria, y siguiendo los pasos de dos de sus hermanos, se hizo tractorista para un ingenio azucarero de la zona. Luego fue piscador de algodón, de cebolla y cacahuate, y jornalero en el cultivo de la caña.
En estos años en los cuales anda nuestra historia, pasa a la albañilería y luego a las tareas de machetero y panadero, todo en las proximidades de Yautepec. El mayor de los hermanos le insistirá en que siga estudiando, siquiera por correspondencia, y tomará
un curso y se marchará a Cuernavaca, de modo de entrar al departamento de tránsito.
Cuando se canse de la corrupción y las arbitrariedades de la dependencia, es que encontrará el empleo más importante de su vida: en Nissan Mexicana, una trasnacional productora de autos.
El tercer testimonio es de quién por estas épocas está en la niñez y con la familia debe trasladarse de los bosques cercanos a Uruapan, Michoacán, a uno municipios que, alrededor de la ciudad de México, se industrializa a marchas forzadas.
Su padre pierde el trabajo en una de las empresas punta en la producción de electrodomésticos,
y se vuelve albañil. El hombre sufre un accidente que lo incapacita por un año, al tiempo que se marcha la fábrica donde presta sus servicios el hermano grande,
del hogar.
“Me puse a trabajar: en una tortillería –cuenta-, dando grasa a los zapatos y vendiendo
chicles en los camiones... Saliendo de la secundaria entrará a
y mis hermanos a la ciudad de México, nos instalamos en una vecindad”.
“Durante ocho años aproximadamente radicamos en el D. F., mis abuelos paternos que vivían en León insistieron con mis padres que nos regresáramos aquella ciudad, o nos “perderíamos en el ambiente.”
¿CUÁNTO INLUYE EL AMBIENTE MUNDIAL Y LATINOAMERICANO ASÍ SEA INDIRECTAMENTE COMO ECO? LA REVOLUCIÒN CUBANA LA EXITOSAS RESISTENCIA VIETNAMITA, LA IGURA DEL CHE GUEVARA RECORRIENDO EL MUNDO, EL SURGIMIENTO DE LA PEDAGOGÍA DEL ORPIMIDO QUE DESAROLLA PABLO fREIRE EN UN AMBIENTE SUDAMERICANO QUE AVANZA HACIA EL CRISTIANISMO SOCIAL?
CUATRO INDUSTRIAS fLORECEN PARTICULARMENTE. TRES DE ELLAS HAN SIDO INCIPIENTES, LA AUTOMOTRIZ, LA ELECTRÒNICA Y, SECUNDARIAMENTE, LA DE ALIMENTOS PROCESADOS, Y LA CUARTA ADQUIERE UN AUGE INUSITADO POR EL DESCOMUNAL DESARROLLO DEMOGRÀfICO Y PARTICULARMENTE URBANO LA CONSTRUCCIÓN. TODAS DESARRROLLAN EN TORNO SUYO REDES fABRILES QUE LAS SURTEN DE PARTES.
ALGUNOS GRANDES NÙMEROS DE CONTEXTO Se opera una asombrosa concentración de los capitales y los rendimientos en unos pocos grupos empresariales.
De las posibles 100 o 110 mil fábricas de 1955, que ocupan a cerca de un millón de personas, un 1.5% controla el 70% de la inversión. En las primeras, eso se traduce en las infames instalaciones de la absoluta
mayoría de las plantas, que repercute directamente en las condiciones de trabajo.El desnivel entre el 3% de los más favorecidos y los sectores populares, constituidos por un aproximado 77%, luego de reducirse un tanto, vuelve a aumentar. Los más ricos concentran la mitad de la riqueza nacional, y En el fondo hay unos tres millones de peones agrícolas que encuentran trabajo sólo 100 días al año.
clase empresarial saca el mayor y más rápido provecho posible de “su gente”,
en instalaciones por lo general improvisadas. Un compañero convertido en supervisor
de higiene y seguridad al expulsarlo de Sosa Texcoco por comunista, asegura a sus hijos
que en las fábricas que inspecciona hay frascos con formol, repletos de los dedos perdidos
en las máquinas por los trabajadores(as).
Quién sabe si el hombre encuentra en verdad los frascos o los inventa, para representar
la sistemática pérdida no sólo de dedos sino también de manos, pies, ojos,
espaldas, pulmones, cuerpos completos, demandados por la prisa de ganancias de los
inversionistas.
-En el fierro vaciado –cuenta un compañero que trabajaba en una laminadora-, si de
suerte alguna chispa del caldo caía en el suelo, era una explosión, y la gota que te llegaba
a pegar era como una bala, te atravesaba.
“El desbaste era de lingotes de fierro de cincuenta kilos. Venían del horno por un
canalito y uno los agarraba con unas tenazas, que podían pesar hasta veinticinco kilos, y los acomodaba para que entraran al molino. Del otro lado estaba esperando otro trabajador, que le daba una vuelta, para que se fuera haciendo más delgado.
“Y salía del desbaste por otra canal, al rolero. Éste agarraba la orilla de la varilla, como a unos veinte centímetros, y le daba la vuelta como si fuera un mecate. Y allá estaba esperando otro, que también le daba la vuelta… hasta que la barra de fierro quedara
según el tamaño: tres octavos, cinco octavos, tres cuartos… ¡Era una soba! Para ser
rolero lo primero era que no fueras nervioso, porque el hierro iba al rojo vivo. El que trabajaba ahí era que tenía experiencia de años7.
“Pero el trabajo más pesado era la cama de enfriamiento. Te abrías de piernas para que
la varilla pasara, y parecía que los testículos se estaban asando… Había muchísimos accidentes
porque a veces la varilla, que venía dando la vuelta, si no entraba como debía a la caja del rol, se levantaba hasta tres metros y rodaba: a los pies, sobre todo, pero a uno, por ejemplo, lo atravesó en un costado del pecho, de lado a lado. ¡Y el calor! que
no era como en las vidrieras, donde de plano era un infierno, pero había gente que se
desmayaba. Y no había ninguna medida de seguridad.”
El caso puede parecer extremo y no lo es, para cuantos se ocupan en una de las miles
de fábricas que requieren hornos de fundición. Casi en su totalidad estas plantas pequeñas o medianas, que por decenas de miles se extienden por la república, se
han improvisado sobre la marcha, emplean maquinaria obsoleta o combinan la más o menos moderna con otra de medio siglo o más de uso, aun en compañías que se presumen de punta.
-El primer día que llegué me quería salir –cuenta el trabajador de una trasnacional del transporte-, porque lo que me encontré allí fue un montón de chatarra. La empresa en sí misma era una chatarra. Era el desperdicio que habían dejado los gringos, el que nos
mandaban para acá. Una empresa con un nombre muy rimbombante, que nada tenía que ver con lo que veías adentro.
“Las condiciones de higiene y seguridad eran mínimas, mínimas. Había un ruidero que, yo considero, rebasaba los 200 decibeles. Y ni siquiera tenías equipo para amortiguar el ruido. Los soldadores soldaban con guantes a veces cortos, a veces largos. No
había petos, no había botas de cuero… No había medidas de seguridad que eran elementales.
“Yo quedé lesionado de un oído, por el ruido tan espantoso que producían las pistolas
neumáticas a la hora de remachar los costados de las cajas, que eran de lámina de aluminio y fierro8.”
Siempre que pueden, los patrones escamotean la seguridad y a fin de zafarse de responsabilidades
llegan a los peores extremos. Como los del almacén de materiales para la construcción, que vierten alcohol en la boca del machetero muerto en un accidente, de modo de no indemnizar a la viuda9
sobre el costado poniente y norponiente: en torno a las calzadas Vallejo, Cuitláhuac, Azcapotzalco, Ejército Nacional.
En los años recientes, la periferia se vuelve un objeto preferido para ello: Naucalpan, Tlaneplanta y, de forma secundaria hasta ahora, Ecatepec, que enseguida se desarrollará a lo espectacular.
En todas estas regiones del valle, con las empresas nacen las viviendas obreras, respetando la rentable lógica de la proximidad de la mano de obra a su centro de trabajo.
Es apenas hacia estos días que, con Ciudad Netzahualcoyotl, se inicia una forma más cruel de desprecio al trabajo que, según bien sabemos, terminará imponiéndose: la establecida por la distancia y los largos trayectos.
y el 30%, aproximadamente.
clase empresarial saca el mayor y más rápido provecho posible de “su gente”,
en instalaciones por lo general improvisadas. Un compañero convertido en supervisor
de higiene y seguridad al expulsarlo de Sosa Texcoco por comunista, asegura a sus hijos
que en las fábricas que inspecciona hay frascos con formol, repletos de los dedos perdidos
en las máquinas por los trabajadores(as).
Quién sabe si el hombre encuentra en verdad los frascos o los inventa, para representar
la sistemática pérdida no sólo de dedos sino también de manos, pies, ojos,
espaldas, pulmones, cuerpos completos, demandados por la prisa de ganancias de los
inversionistas.
-En el fierro vaciado –cuenta un compañero que trabajaba en una laminadora-, si de
suerte alguna chispa del caldo caía en el suelo, era una explosión, y la gota que te llegaba
a pegar era como una bala, te atravesaba.
“El desbaste era de lingotes de fierro de cincuenta kilos. Venían del horno por un
canalito y uno los agarraba con unas tenazas, que podían pesar hasta veinticinco kilos, y los acomodaba para que entraran al molino. Del otro lado estaba esperando otro trabajador, que le daba una vuelta, para que se fuera haciendo más delgado.
“Y salía del desbaste por otra canal, al rolero. Éste agarraba la orilla de la varilla, como a unos veinte centímetros, y le daba la vuelta como si fuera un mecate. Y allá estaba esperando otro, que también le daba la vuelta… hasta que la barra de fierro quedara
según el tamaño: tres octavos, cinco octavos, tres cuartos… ¡Era una soba! Para ser
rolero lo primero era que no fueras nervioso, porque el hierro iba al rojo vivo. El que trabajaba ahí era que tenía experiencia de años7.
“Pero el trabajo más pesado era la cama de enfriamiento. Te abrías de piernas para que
la varilla pasara, y parecía que los testículos se estaban asando… Había muchísimos accidentes
porque a veces la varilla, que venía dando la vuelta, si no entraba como debía a la caja del rol, se levantaba hasta tres metros y rodaba: a los pies, sobre todo, pero a uno, por ejemplo, lo atravesó en un costado del pecho, de lado a lado. ¡Y el calor! que
no era como en las vidrieras, donde de plano era un infierno, pero había gente que se
desmayaba. Y no había ninguna medida de seguridad.”
El caso puede parecer extremo y no lo es, para cuantos se ocupan en una de las miles
de fábricas que requieren hornos de fundición. Casi en su totalidad estas plantas pequeñas o medianas, que por decenas de miles se extienden por la república, se
han improvisado sobre la marcha, emplean maquinaria obsoleta o combinan la más o menos moderna con otra de medio siglo o más de uso, aun en compañías que se presumen de punta.
-El primer día que llegué me quería salir –cuenta el trabajador de una trasnacional del transporte-, porque lo que me encontré allí fue un montón de chatarra. La empresa en sí misma era una chatarra. Era el desperdicio que habían dejado los gringos, el que nos
mandaban para acá. Una empresa con un nombre muy rimbombante, que nada tenía que ver con lo que veías adentro.
“Las condiciones de higiene y seguridad eran mínimas, mínimas. Había un ruidero que, yo considero, rebasaba los 200 decibeles. Y ni siquiera tenías equipo para amortiguar el ruido. Los soldadores soldaban con guantes a veces cortos, a veces largos. No
había petos, no había botas de cuero… No había medidas de seguridad que eran elementales.
“Yo quedé lesionado de un oído, por el ruido tan espantoso que producían las pistolas
neumáticas a la hora de remachar los costados de las cajas, que eran de lámina de aluminio y fierro8.”
Siempre que pueden, los patrones escamotean la seguridad y a fin de zafarse de responsabilidades
llegan a los peores extremos. Como los del almacén de materiales para la construcción, que vierten alcohol en la boca del machetero muerto en un accidente, de modo de no indemnizar a la viuda9
asesoría legal: Nabisco Famosa, Cartonajes Estrella, General Motors, Aceros Ecatepec,
Willis de México, Carros de Ferrocarril de Irolo, Compañía de Gas Carbónico, Cervecería
Cuahtémoc, Embotelladora Mundet, Cigarros del Águila, Estractos y Maltas, Acero Estructural Capre.
En el año siguiente se harán acercamientos con compañeros de Vidriera México y Mex Part y se creará el primer sindicato en la ciudad: el de la Industria de la Construcción.
No será sin embargo la capital, donde el trabajo bien cimentado prospere Y OBSERVESE LA INQUIETUD QUE ENCUENTRA EL RENTE.
revolucionario y la plena autogestión.
Éste fundador del Grupo Tepito ha estudiado en el seminario leonés, donde fue condiscípulo
del futuro obispo chiapaneco Samuel Ruiz, quien tal vez influyó en su interés por la labor entre los obreros y la decisión de no seguir la carrera religiosa. En cualquier caso, Nicolás se hizo entonces del oficio que luego lo conduciría a la ciudad de
México.
Como su pequeño equipo, nuestro hombre tiene una enorme facilidad para aprender y una entrega sin reservas a la causa o “misión”18, en la que encuentra un apasionante destino personal.
León es el centro del Bajío, principal foco de la Guerra Cristera de los años 1920, donde la visión del mundo, incluida la política, está permeada por un catolicismo de hondas raíces, distinto al de la mayoría del centro y sur de la república. Y a la ciudad en particular la domina lo más conservador del clero y las clases dominantes y medias mexicanas.
Para Nicolás nada se explica fuera de la fe. Acompañando el camino de la JOC y del
Secretariado Social, a sus ojos aquélla carece de real contenido sin el vínculo con la vida cotidiana del pueblo y sus sufrimientos. El auténtico despertar llegó al crearse el FAT, pero es ahora, al volverse un verdadero organizador sindical, que su pensamiento y su actividad se transforman de manera profunda,
chocando a veces con su formación original.
A la manera del conjunto de los cuadros que aquí y en el resto del país materializarán el proyecto nacido en 1960, experimenta, pues, una suerte de continua revolución interna.
de rebozos. El milagro terminó con ella, reflejando las brutales transformaciones
del país, donde la hermosa prenda ya es poco apreciada, fuera de las zonas campesinas
en que las familias se encargan de elaborarlas para el autoconsumo.
A cambio, la industrialización potenció el surgimiento de una voluminosa cantidad de talleres o piqueras de calzado, y hacia 1955, de fábricas más o menos en regla. En el caos urbano que se precipita, hay una separación física entre unas y otras, señalada por
el puente del Coecillo, nombre también del antiguo barrio de curtidores en el cual se instalará el local del FAT.
están firmemente afincadas la CTM, la CNC, la CROM, la CROC y demás? Los patrones
leoneses ven a éstas con cierto desprecio, considerando que se bastan por sí solos
con los posibles conflictos laborales. Que es así, en razón de las relaciones que suelen
establecer con sus trabajadores y trabajadoras, copiando viejas fórmulas paternalistas.
Es decir, la selección, el conocimiento y el control personales de aquéllos, por parte
del empresario, de sus administradores y capataces.
América, Kendall, y Holanda y Opereta.
acompañan con la exhibición de al menos un arma de alto calibre.
Un domingo y sin que éstos se den cuenta, por la parte trasera de América el patrón