Construyendo la Utopía
50 años de lucha libertaria
Portada: Víctor Soler
Diseño: Francisco Javier Galicia
Recopilación fotográfica: Lenin González
2010
© Frente Auténtico del Trabajo
Godard No. 20, Colonia Guadalupe Victoria
Delegación Gustavo A. Madero
C P 07790, México, D.F.
Tels: (55) 55 56 93 14 / 55 56 93 75
Fax: (55) 55 56 93 16
Correo Electrónico: fat@laneta.apc.org
Página Electrónica: www.fatmexico.org
ÍNDICE
Por qué se cuenta esta historia y cómo 9
CAPÍTULO I 15
EL DIFÍCIL ARTE DE NACER (1955-1968)
El pueblo y el país 20
Hacia un cristianismo social 32
Promoción Obrera 39
La asamblea 43
La gran capital 45
León 48
Chihuahua 54
Lo importante y lo secundario 57
Otras regiones 58
El gran enemigo 60
Irapuato 62
1964-1967 64
El año del antes y el después: 1968 71
CAPÍTULO II 81
QUE LLEGÓ EL TIEMPO DEL PUEBLO
(1969-1981)
Crecer 84
Monterrey
Saltillo
Valle de Cuernavaca
El régimen y el cambio 90
Morelos 91
El movimiento de Insurgencia Obrera 96
León 100
Irapuato 104
Chihuahua 111
Cinsa-Cifunsa. Saltillo 122
EL SNTIHA y Spicer 128
Yucatán 142
La cuestión campesina 148
Monterrey: Aceitera García y GAMESA 150
Las Cooperativas 161
Alumex y Vidriera 164
La reflexión y el proyecto 170
¿El balance de una etapa? 177
CAPÍTULO III 183
LA GUERRA CONTRA LA CRISIS
Y EL NUEVO MODELO (1982-2000)
1982-1985, una etapa de reconstrucción 190
La crisis y las primeras bases para el nuevo modelo 192
La asesoría legal, las deformaciones 197
de la oposición y la autogestión
Cada vez más hacia la unidad 199
Vitromex, una experiencia cooperativa en la industria 206
Las mujeres organizadas y la perspectiva de género 207
Los giros en el proyecto 210
El Frente Obrero Campesino Estudiantil Popular 212
La “Lucha de los doce” en CINSA-CIFUNSA 219
El sector pesquero 227
Sealed Power y el SNTHIA 231
La organización campesina 238
Guanajuato 243
Chihuahua 245
La Acción Frente al Libre Comercio (RMALC) 250
Las alianzas estratégicas 258
Las alianzas nacionales 259
Resto de la cronología del periodo 265
CAPÍTULO IV 281
LA ALTERNANCIA EN EL PODER
Y LA UTOPÍA (2000-2010)
Un México distinto 284
El proyecto y la alternancia en el poder 285
Las mentiras del Fox 288
Ejemplares colmos de la “justicia laboral” 292
Caer y caer 297
La lucha en las gasolineras del DF y el STRACC 298
El Sindicato del INCA Rural 318
MetLife 321
El FOCEP 328
La Federación de Sindicatos Municipales 332
de Chihuahua y el CETLAC
El SABES independiente, León 333
La lucha de la Central de Abasto 334
La Red Puentes 340
Otras iniciativas externas e internas 340
Unión de Cooperación Independiente “6 de julio” 343
El Movimiento por la Soberanía 345
Alimentaria y Energética
La RMALC 348
Las alianzas estratégicas internacionales 350
Equidad de género 356
Un plan estratégico para tres años 359
¿Todo para qué? 364
Los que no se mencionan y los que nos dejaron 366
NOTA SOBRE LA BIBLIOGRAFÍA Y LA SELECCIÓN 374
FOTOGRÁFICA
FAT
50 AÑOS
9
POR QUÉ SE CUENTA ESTA HISTORIA Y CÓMO1
I
En el año 2000 Dale Hathaway, un hermano sindicalista de los Estados Unidos, escribió:
“Los corridos mexicanos cantan al dolor y al orgullo, al gran amor, el gran valor, las
grandes traiciones y los grandes sufrimientos. Y en su voluntad de contar la historia de
la gente común, que ríe a través de sus lágrimas, es un testimonio de la determinación
del pueblo para que lo más importante –sus sueños, su dignidad- sobreviva”2.
Las luchas del pueblo trabajador de México son como eso: un corrido que se canta
hace mucho y se renueva cada día, entre las mayores carencias y los más brutales
abusos del poder. Un corrido, sí, en el que como bien sabe Alfredo Domínguez3,
“avanzas, peleas, ganas, retrocedes, avanzas, peleas, ganas, retrocedes”, una y otra vez.
¿Al final para qué? Para construir un sueño, al que desde siglos atrás se le llama utopía.
Es el sueño de una sociedad justa, libre, democrática, solidaria.
Uno mira al país de hoy y pareciera que años y años de huelgas, tomas de tierras en
el campo y en la ciudad, enfrentamientos con las fuerzas públicas, organización y más
organización, sirvieron para nada. Que se acabó el corrido, que se acabó la utopía. Que
cada vez más los de siempre –grandes empresas, políticos(as) corruptos(as), jueces
vendidos(as) al mejor postor- todo lo silencian y todo lo controlan.
Pero no es cierto. El corrido sigue, la utopía continúa, las más de las veces calladamente,
construyéndose tan poco a poco como cuanto hace el pueblo y cuanto merece la
pena. Ahí andan los sueños, que no sólo están en la cabeza, que van cobrando forma
y no pararán.
No se trata de palabras. Basta recorrer la república acercándose a los militantes del
Frente Auténtico del Trabajo (FAT), a sus organizaciones y a los movimientos que
representan o asesoran, para certificar que quienes dieron grandes contiendas en el
último medio siglo, aunque se les creyera derrotados para siempre, no se detuvieron
nunca.
Este libro es un reflejo, sólo un reflejo, de la apasionante historia de los miles y miles
de esos hombres y mujeres, desde el nacimiento del FAT en 1960.
1 Este trabajo sería imposible sin los que se emprendieron una docena de años atrás que dieron como resultado dos libros: 40
años de lucha libertaria, y Allies across the border. Mexican´s Authentic Labor Front and Global Solidarity, cuyás fichas técnicas,
como se les llama, están en un anexo al final del libro. Como se observa, las citas que hacemos no siguen los criterios de un
historiador tradicional. Las hacemos de un modo que sea lo más claro posible para quienes está dirigido el libro: mujeres y
hombres tan llanos como quienes contamos esta historia.
2 Del recién citado libro de Hathaway Allies across…pág. VIII.
3 Prevenimos ya que los principios del FAT van en contra del culto a la personalidad. Así que hablar de este compañero antes que
de cualquier otro, no significa hacerle una reverencia, que él despreciaría.
FAT
10
II
Éramos un grupo de jóvenes de origen universitario cuando a fines de 1971
conocimos al FAT. Representábamos a las corrientes socialistas, que en México hasta
entonces tuvieron una historia accidentada, poco clara y de muy pequeña influencia real.
Lo hacíamos en el ambiente de cambio iniciado en la década anterior, que buscaba
romper con directrices de la Unión Soviética y su Bloque Socialista dependiente, donde se había dado al traste con los proyectos de nueva sociedad
nacido más de cien años antes.
Cada vez más la dictadura de nuestra “familia revolucionaria”, como solía llamarse
al PRI y sus predecesores, perdía su disfraz, y fuera de Asocación Cívica Guerrerense, que
se transformaba en Partido de los Pobres; de movimientos campesinos y estudiantiles aislados y de los primeros indicios de las tomas de predios urbanos en las ciudades, las luchas populares parecían en silencio.
En noviembre los ferrocarrileros de Demetrio Vallejo, recién liberado tras once años
de prisión; el sindicato nacional electricista a cuyo frente estaba Rafael Galván (STERM) y el FAT
daban forma a la Insurgencia Obrera.
Nada semejante sucedía desde los derrotados combates en los grandes gremios nacionales,
de 1958 y 1959. Y lo hacía extendiéndose por primera vez a las empresas de capital privado, principales beneficiarias del “milagro mexicano” iniciado en los años
1940.
La velocidad con que aquello se producía se diría venir de la nada. No era cierto, intuimos entonces y sabríamos a lo cierto después, cuando entendiéramos lo que el FAT venía haciendo a partir de 1960.
Sin pretensiones de agremiar por regla a los núcleos populares liberados del corporativismo,
en una década la organización había construido algo único en el país, único en varios sentidos.
Nadie más tenía tal espíritu de servicio, ni esa capacidad para imaginar, innovar, transformarse
ideológicamente conforme la práctica demandaba. Nadie tampoco se había dado una estructura tan autónoma, horizontal, autogestiva, ni participaba en iniciativas tan diversas: construcción de sindicatos lo mismo de empresa que de industria, nacionales y locales; ligas campesinas, cooperativas de ahorro, de consumo, de producción; colonias de posesionarios en las ciudades.
De esa manera se convertía en un movimiento nacional en formación, y contribuía
como ninguna otro a que los muy diversos sectores populares, con
marcadas diferencias regionales, fueran reconociéndose como un todo.
4 El grupo se llamaba la Cooperativa de Cine Marginal y lo formaban estudiantes y ex estudiantes, algunos de ellos ligados
A la vez, nadie en la república gozaba del intenso intercambio con sus iguales fuera
de México, desbordando visiones nacionalistas estrechas, para indicar ya hacia el futuro deseado: una clase trabajadora que superara fronteras.
En el camino contribuía a la recuperación y actualización de la utopía. Lo iniciaron desde un cristianismo social revolucionario sin dogmatismos, vinculado estrechamente a otros impulsos por el cambio.
La reunión de esa rica serie de virtudes le permitiría acomodarse a los violentos cambios
mundiales de los duros tiempos por venir, y tener a la vista el futuro.
Cuando en las primeras páginas de este trabajo, acudamos al nacimiento de este
proyecto, tengamos entonces en mente su medio siglo en conjunto, para que nuestro
asombro sea el que debe.
III
Nuestro libro es un homenaje al FAT, intentando recoger su esencia. Si bien ningún
gran acontecimiento queda fuera, no todos son tratados como debieran, por la riqueza
de 50 que transcurren en buena parte de la geografía nacional y abarcan movimientos
sobre todo sindicales, pero también campesinos, urbano populares, cooperativistas.
Decimos que hay allí un corrido. ¿Quién mejor para cantarlo, que quienes lo han ido
componiendo? Por eso las entrevistas tienen un papel muy importante en el libro.
Deberían ser a los cientos que tomaron la iniciativa en las luchas o las coordinaciones
nacionales y regionales de la organización, y el tiempo no nos lo permitió.
Se reducen a medio centenar, siguiendo un principio esencial en el FAT: evitar el culto
a la personalidad. Esas cinco decenas de personas, en buena medida militantes que
acompañaron esta historia desde el principio o durante largos periodos, se toman
tal son: el puente entre una lucha y otra, la reflexión sobre cada paso dado y sobre
el conjunto de ellos, y los vehículos para que la experiencia se convirtiera en nuevas
propuestas.
Al recoger su historia familiar, de vida, de sueños y proyectos, con hombres y mujeres
de base, buscamos lo que de semejante tienen a las del primero al último de las decenas
de miles de participantes de luchas sindicales, ejidales, por la posesión de predios
urbanos, verdaderos actores de estos 50 años.
Paralelamente, para completar la viveza del relato, a veces uso mi propio conocimiento
sobre los sectores populares y sus batallas, y la impresión que me causan o me
causaron gentes y lugares.
El trabajo está sustentado en una porción de la casi interminable documentación que
el FAT ha producido, sobre asambleas, congresos, talleres de formación, revisión del
pasado y del presente, y para la terca, áspera pelea con la mal llamada justicia laboral.
Desafortunadamente, y por motivos ajenos a la organización, desaparecieron muchos
materiales sobre las primeras épocas.
Nos apoya también una cierta información relacionada con los contextos políticos,
económicos, sociales, culturales de México y sus regiones, en ése medio siglo traspasado
por cambios.
FAT
12
Al paso y de cuando en cuando, a la vez me permito tocar temas de la historia del país
o de las ideas de cambio en el mundo. Aunque parecieran sin relación con los 50 años
del FAT, la tienen porque son los antecedentes sobre los cuales se levantan las luchas
sociales de esas cinco décadas en su conjunto. Y entre una cosa y otra, introduzco un
gran número de notas.
Hay muchas momentos y aspectos que se mencionan apenas, insisto, a pesar de sus
merecimientos, y con frecuencia en lugar de la procura de su reconstrucción con
cierto detalle, dejo a los documentos hablar.
En particular en la primera etapa, no es fácil entender algunos cuestiones de fondo. Me
refiero en concreto al cristianismo social dentro del cual nació el FAT. Es muy diversa
también, la forma de abordar los cuatro capítulos en que con una relativa arbitrariedad
decidí dividir el libro.
Todo se hace persiguiendo la constancia de la búsqueda de la utopía: de un sueño que
no está dibujado por un dogma y se construye día a día, con el empeño, la imaginación
y el dolor de muchos.
Al hacerlo se hereda una vastísima experiencia que sin duda servirá al mañana. Por lo
tanto, mirar atrás se vuelve un canto a lo que todavía no llega.
El medio siglo al cual nos asomamos, vio pasar varios grandes momentos económicos,
sociales y políticos. Uno de ellos, el que introdujo el neoliberalismo, estuvo a punto de
aniquilar cualquier oportunidad para el pueblo en movimiento. Hoy, en el capitalismo
neoliberal y su crisis, el FAT no sólo ha sobrevivió sino que desarrolló estrategias para
sortear el porvenir.
En el fondo está el pleno convencimiento de que cuanto hay de sacrificio, de dignidad,
de inteligencia, en las batallas sin pausa del pueblo, proviene, más que de buenas ideas
y proyectos, de la existencia cotidiana del propio pueblo.
Cada vez que miramos en los adentros de la construcción del FAT su esfuerzo de resistencia
en un sindicato, una unión de ejidos, o una pequeña asociación de limpiabotas,
encontramos lo mismo que practica todos los días una familia popular tras otra, a lo
largo de la república: una enorme solidaridad y sed de justicia social y libertad.
50 AÑOS
CAPÍTULO I
EL DIFÍCIL ARTE DE NACER
(1955 - 1968)
FAT
50 AÑOS
Fotografías de Nacho López
FAT
50 AÑOS
19
Es sábado 18 de octubre, año 1960, sobre la calle 16 de Septiembre, a cuyo fondo se abre el Zócalo de la ciudad de México. Como se observa en la mezcla de fotografías de las dos páginas anteriores, los autos van y vienen en lo que a todos
parece un río caudaloso y apenas empieza a serlo. Va el río pero deja huecos que no ahogan la plática de los vecinos en los portales, ni impide a los peatones cruzar por donde se les antoja, imitando a los toreros, ni que los chamacos sigan dándose el lujo de retarlos con sus juegos.
Por un aparato de radio a todo volumen se escucha la última versión de Sin ti, en que el trío Los Panchos no es ya lo de antes, y en una pared y sobre el cartel de la película Macario, se coloca otro cde las innumerables películas que inútilmente tratan de copiar las estelarizadas años atrás por Pedro Infante, Sara García o María Félix.
Desde luego lo que aquí sucede, igual que lo que aparece en nuestras fotografías, no refleja la vida de otras ciudades, y menos aún la de la variedad de campos mexicanos, cuyos habitantes representan cada vez menos en términos proporcionales y sin embargo constituyen todavía cerca de la mitad de los del país.
La actividad una cuadra más allá, donde como hace siglos se instalan las mejores tiendas,
advierte que estamos en una urbe cuyo crecimiento no tiene comparación en la historia, fuera de media docena de casos. De hecho, la población de México entero aumentó a una velocidad prodigiosa, y está en continuo movimiento, de un lado a otro, en especial desde ese mundo rural que hasta hace poco siempre fue mayoría y en el cual descansa el prodigioso desarrollo iniciado a comienzos de los años 1940, que la familia revolucionaria presume como el milagro mexicano.
Los dos centenares de personas que a solas o en grupo avanzan por 16 de Septiembre, se dirigen al despacho 403 del número 71, para culminar lo que iniciaron ayer: la fundación de un Frente Auténtico del Trabajo.
La absoluta mayoría de quienes frente a ellos se preparan a firmar el nacimiento de la nueva organización, participará muy poco en su verdadera construcción. Los que asuman la tarea serán unos cuantos de ellos, otros que aguardan en sus lugares el resultado de la reunión, y un buen número que no sabe nada de cuanto hoy sucede.
Contra la regla que seguimos sistemáticamente, de usar los términos en femenino y masculino, en esta etapa con relativa frecuencia hablamos sólo de “ellos”, los trabajadores” o “los compañeros”. Lo hacemos con absoluta conciencia, pues en ese
momento las mujeres siguen siendo relegadas al último, más invisible lugar. Nos detendremos en el tema después, y señalamos ahora sólo un par de cosas. Por un lado, que es así a pesar de que el con torpeza conocido como “sexo débil", viene
incorporándose al mercado laboral a un ritmo cada vez más intenso. Lo cual señala la profundidad del ocultamiento histórico que sufre esa mitad de la población. Por otro lado, pedimos observar la esencial, decisiva influencia que las mujeres tendrán en el resurgimiento de las luchas populares y de la clase obrera. A nuestro entender,
el carácter más profundo de cambio en tal proceso, se debe a ellas y al sentido auténticamente revolucionario que eso supone.
Casi la totalidad se ocupan en pequeñas y medianas empresas y talleres de capital privado, algunos son campesinos, y para hacer realidad el proyecto romperán con cuanto deba romperse, incluyendo con la institución que parece cobijarla la Iglesia.
FAT
20
Luego conoceré bien a dos de esos hombres que, por plazos, entran al edificio donde se encuentran las oficinas del Lic. Guajardo, asesor del proyecto. De otros tendré abundantes noticias, por el insustituible papel que representarán en la primera etapa de preparación y desarrollo de la organización.
El pueblo y el país
Nuestra historia debe arrancar en 1955, por el país de la profunda injusticia social desde la Conquista y mucho antes. Sin ella nada se entiende. Detrás de cuanto vemos hay siglos o milenios que otorgan a unos cuantos toda clase privilegios y una
masa de hombres y mujeres, generación tras generación, carentes de hasta lo más imprescindible.
Pareciera que las violentas transformaciones en los casi 50 años tras la Revolución, debieron aligerar la inequidad, y en un mínimo sentido lo hicieron, pero sólo eso, conservando los brutales abismos sin recuperar jamás su libertad.
La última década y media es decisiva. En 1940 había 19 millones y medio de habitantes,
el 80 % dispersos por unas 80 mil localidades con menos de 225 habitantes, de las
cuales 48 mil no alcanzaban las cien almas. Para comunicar a ese mundo regado, se contaba con apenas 36 mil kilómetros de vías de ferrocarril, 12 mil de carreteras asfaltadas y la red de caminos y sendas que se crearon a lo largo de siglos o milenios.
Ese año la población se acerca a los 40 millones y el 55% de ellos vive en ciudades o pueblos grandes que en esencia dejaron de ser rurales.
Eso significa una migración multitudinaria, que en los años por venir se incrementará, y un aumento brutal en el número de miembros de las familias, que pasan de cinco o seis, a diez, doce o más, con una esperanza de vida 20 años mayor que antes.
El milagro resulta posible por los avances mundiales en conocimientos sobre medicina
e higiene, y por un extraordinario desarrollo tecnológico, también venido de fuera, que casi sin parar trae nueva maquinaria y líneas de producción.
Los recientes gobiernos posrevolucionarios han aprovechado estos progresos y la desviación de las economías de las naciones desarrolladas hacia la Segunda Guerra Mundial, para industrializarnos a marchas forzadas. Con ello consolidan definitivamente el control absoluto sobre la sociedad.
La familia revolucionara proviene del Constitucionalismo, en el cual estaban representadas las clases medias que, con el movimiento armado de 1910, encontraron la manera de hacerse del poder político y compartir el económico con una buena parte de los
grandes propietarios y capitales del porfiriato. Debían hacerlo modernizando al país.
De 1910 a 1915 se aliaron a los ejércitos campesinos, que de una u otra forma
representaban al 85% del país, y que sobre todo en el sur y en el centro de la
“república” conectaban con una terca tradición de rebeliones iniciadas con la
Conquista. Durante esos años y en los dos siguientes de lucha a muerte con el
zapatismo y el villismo, los constitucionalistas de Carranza, Obregón, Calles y demás,
aprendieron a temer y a manipular al pueblo.
50 AÑOS
21
Prefiguraron así el sistema en el cual se sustentarían después y que en mucho sigue
vivo en el México de 2010. A través de él el Estado se construye a partir de relaciones
corporativas con las clases sociales, y en particular, con las populares. El régimen no
evita, sin embargo, la movilización de diversos sectores campesinos y de trabajadores
y trabajadoras de la ciudad, que mantienen vivas las banderas reivindicadas por las
tropas de Zapata y Villa.
Hasta antes de éstas, los hombres y las mujeres de abajo no sabían sino de la existencia de sus iguales en el pequeño entorno en el cual se movían. Con ellas pudieron reconocerse incluso más allá de los abismos tradicionales que los separaban, con las
ciudades, entre el sur y el norte.
Tras 1917, ese pueblo mantuvo sus reclamos, lo mismo en términos materiales que de
autonomía. Y lo sigue haciendo en la década de 1950, en la cual inicia nuestro relato, si
bien cada vez con mayores dificultades.
No hay duda: para entonces el corrido no paró, la utopía no ha muerto. Mantenerlos
no es fácil, en un país que atraviesa esa violenta transformación que advertimos.
En 1955, tres décadas y media de posrevolución han traído las virtudes y vicios de la
modernidad. La ciencia y la tecnología se desarrollan a una velocidad asombrosa, y casi
no hay día sin que aparezca un descubrimiento o una innovación.
Los espectaculares avances del siglo XIX -el uso de la electricidad, del petróleo y el
carbón como fuente de energía; las máquinas y los instrumentos de comunicación a
distancia, entre otros-, empezó a introducirse en tiempos de la dictadura de Porfirio
Díaz. Pero sólo después de 1920 se expanden por el país, y tras ellos viene una fiebre
de nuevas formas, ingenios e instrumentos: el automóvil, el avión, la radio, la televisión;
la penicilina y una larga serie de revolucionarios productos y prácticas médicas; los
electrodomésticos.
Lo hacen en un clima mundial dominado por las fronteras impermeables y la burocratización
de la vida; por los monstruosos instrumentos de guerra que culminan con la bomba atómica; por los preparativos para viajar al espacio y el definitivo paso del colonialismo tradicional al esencialmente económico; el triunfo de revoluciones socialistas y la partición del mundo entre el bloque que ellas forman y los países capitalistas; el Estado de bienestar en algunos de ellos, que no es el caso de México, que conserva
la estructura corporativa copiada de los regímenes fascistas.
En diversos grados, para la casi totalidad del pueblo de México, tal avalancha de sucesos se percibe sólo en sus resultados finales, sin sospechar el fenómeno de conjunto.
En 1920 el 80% de los habitantes del país eran analfabetos, otro 10% conocía de la
lengua escrita apenas los rudimentos, y para 1955 las proporciones han pasado al 45
y el 30%, aproximadamente.
Contra lo que podía suponerse, los periódicos se leen menos que en el pasado, y
si la radio cubre a buena parte de la república, su labor informativa deja mucho que
desear. De modo que uno de los principales retos de las organizaciones sociales y en
especial del FAT de 1960 y más aun en 2010, será llenar el terrible hueco de conocimiento
que impide a “los de abajo” ver los hilos con los cuales se les busca convertir
en marionetas.
FAT
22
El notable descenso de la mortalidad infantil y la elevación de las expectativas de vida,
por ejemplo, toman por sorpresa a las familias populares, que las bien reciben, claro,
apreciando sólo el lado noble del acontecimiento. Ahora el abultado número de sus
miembros permite aprovechar de mucha mejor manera lo que se tiene, o apostar
por múltiples alternativas.
Entre las más afortunadas de estas familias del pueblo, y durante un tiempo al menos,
bastan los ingresos del padre y del hijo o hija mayor, para el sostenimiento de todos,
y para dar una carrera, así sea técnica, a quien muestre o en quien crea verse mayor
disposición. En otras, los varones y alguna o algunas de las muchachas tendrán acceso
a siquiera ciertos grados de la escuela primaria, enriqueciendo así la educación académica
del núcleo familiar en su conjunto.
Y por una y otra cosa, puede aspirarse a que las próximas generaciones mejoren de
manera sustancial. Pero el sacrificio que en conjunto debe hacerse, es mucho mayor
que antes. En la parcela o en el mercado de trabajo, el padre debe rendir incomparablemente
más, la madre multiplica sus labores hasta la extenuación, y las criaturas
mayores, en particular las mujeres, desde pequeñas tienen que asumir un grado de
responsabilidad superior al acostumbrado.
50 AÑOS
23
Sobre tal enorme esfuerzo de las familias descansa el milagro, sin que se lo mencione
siquiera y menos aun, por supuesto, se hagan las cuentas sobre su contribución. De
hacerlo, se encontraría que allí, en el trabajo doméstico, se sostiene el vértigo de la
nueva producción de la sociedad.
Con ello se ahonda la terrible desigualdad, pues entretanto a las clases medias prosperas,
les sobra con lo que obtienen los jefes de familia, por lo común con tres o cuatro
hijas(os) destinados de la primera(o) a la última a las universidades y en espera de
heredar las posesiones de los padres. Para las elites que se encuentra en la cumbre,
está a la mano cuanto se precise: libros, viajes, escuelas en el extranjero, aprendizaje de
otros idiomas y destrezas, como la música, que tienen efectos directos en el desarrollo
humano.
El abismo se vuelve insondable para las franjas populares históricamente más pobres,
entre las que van las comunidades indígenas, por lo general sin acceso siquiera a la
campañas de alfabetización, y en el caso de las últimas, cercadas por el muro del desprecio
y del habla. Allí continúan siendo ley las altas tazas de muerte al nacer, durante
los primeros años de vida o mucho antes que a la edad promedio del resto de México.
Hay un cinismo imperdonable, pues, en los gobiernos que se enorgullecen con la
explosión demográfica, y que la aplaudirán a rabiar todavía cuando las instituciones
internaciones prevengan sobre el efecto de su absoluto descontrol.
La profunda inequidad filtra a la sociedad entera. Las ramas a las cuales se saca mayor
provecho son la industria, el comercio y las finanzas. En ellas, preparando el desgraciado
panorama de falta de competitividad de los años 2000, se opera una asombrosa
concentración de los capitales y los rendimientos en unos pocos grupos empresariales.
De las posibles 100 o 110 mil fábricas de 1955, que ocupan a cerca de un millón de
personas, un 1.5% controla el 70% de la inversión. Algo similar sucede en el campo,
donde el 1% por ciento de los propietarios tiene en su poder el 47% de las tierras
cultivables. En las primeras, eso se traduce en las infames instalaciones de la absoluta
mayoría de las plantas, que repercute directamente en las condiciones de trabajo.
Las clases medias que en 1910 no llegaban al 8% de la población nacional, se acercan
al 20%, pero el desnivel entre el 3% de los más favorecidos y los sectores populares,
luego de reducirse un tanto, vuelve a aumentar. Los más ricos concentran la mitad de
la riqueza nacional, y frente a los 10 mil pesos de ingreso o más, del 10% de las familias
en lo alto, sólo el 8% de quienes viven en el campo y 35% de los habitantes de las
ciudades, rebasan los mil pesos. En el fondo hay unos tres millones de peones agrícolas
que encuentran trabajo sólo 100 días al año.
El campesino ha demandado parcelas ejidales o la restitución de sus antiguas tierras
comunales, y si bien no pocas veces las obtiene, están destinadas a sólo 20 cabezas
familiares, y resulta un vía crucis conseguir que el número se amplíe conforme al crecimiento
de las comunidades.
Eso es lo que empuja una emigración a las ciudades nunca antes vista. Muchos intentan
que sea temporal, para continuar ligados a la tierra, hogar de todas las generaciones a
su espalda y fuente de vida en la cual pueden confiar, siempre que los caprichos de la
FAT
24
naturaleza se los permita. La mayoría no lo logra y termina transformándose en obrero,
en un mundo que en principio le ofrece lo que suele carecer en el lugar de origen
–escuelas, mejores condiciones de salud, liberación de las deudas (peones acasillados)
y esto no siempre- y que a cambio es hostil.
Las estadísticas oficiales, en realidad, muestran menos de lo que callan: la extraordinaria
riqueza humana y social de ese pueblo en continuo cambio. Es así en particular
en los últimos 15 años, los de la industrialización a marchas forzadas, en los cuales el
ya Partido Revolucionario Institucional, avanzó en el despotismo que pretendemos
reflejar al principio de estas páginas.
Los salarios vienen bajando a favor de las utilidades y se inician las magnas ceremonias,
presididas por el desfile del primero de mayo, al que los sindicalizados deben ir por
fuerza para dar gracias al patroncito, presidente o gobernador.
Los campesinos soportan precios controlados, quedan en manos de los intermediarios,
reciben menores ingresos que antes y se ven empujados a esa migración de cifras
millonarias.
Hasta las costumbres padecen. En las ciudades liberales, como la capital nacional o el
puerto de Veracruz, las carpas y los teatros para el pueblo, y en la totalidad del país,
la radio, los periódicos, el cine, la música, las historietas que sirven para superar el
analfabetismo funcional o intentarlo, son cada vez más de menor calidad, censurados
y controlados a través de patrocinios del Estado.
Un ejemplo ilustrativo lo encontraremos en la calle por donde en 1960 avanzarán los
fundadores del FAT: Macario, la cinta sobre cuyo cartél se coloca el de nuevos estrenos,
señala el fin de la época de oro de las películas mexicanas, por la insistencia en
ponerlas al servicio del régimen.
Para completar el panorama, se entrega a un monopolio la recién nacida televisión,
cuyo excepcional poder dictará ideas, modas y hábitos.
De ese modo también buenas capas de las clases medias padecen sin límites, el autoritarismo
del régimen. Lo padecen quienes sostienen ideas o estilos de vida distintos.
La dictadura priista no parece estimar en sus justas dimensiones, la olla exprés sobre
la cual descansa, avivada por su propia dureza y por ese masivo, diario, increíblemente
activo proceso del pueblo, que las transformaciones económicas empujan. No hay
manera de resumir éste, sino aproximándonos a ilustrativas historia personales.
Empecemos por uno de los próximos creadores de la Unión Campesina del FAT. En
1955 lo llaman ya don Ramón, de apellidos Ramírez Contreras, pues hace buen rato es
padre. En 1918, cuando andaba por los tres años de edad, con los padres y los cuatro
hermanas(os) vivas salió de Saltillo, su tierra natal, para asentarse en Villa López, municipio
de Ciudad Jiménez, Chihuahua.
Les esperaba el destino de peones, pero a comienzos de los años 1920 ellos y una
buena porción de los habitantes del pueblo se habían transformado en ejidatarios y
tenían, pues, parcelas. Buenas parcelas, por cierto, gracias al ojo de agua que nacía en
las afueras. Los cuatro años de escuela que le tocaron y antes que nada las pláticas de
50 AÑOS
25
los viejos, sobraban para que don Ramón fuera consciente de que se lo debían a los
ejércitos campesinos de la Revolución.
Las tierras que recibieron tenían, sin embargo, dos grandes peros. El primero consistía
en su limitación: para sólo 20 familias, cuando las habían solicitado para las 40 del pueblo.
En 1955 éstas van en aumento, claro, al crecer y casarse los hijos, por eso llevan
veinte años tramitando una ampliación
El segundo de nuestros personajes es uno de los contados que asistirá a la asamblea
fundacional del FAT para permanecer en la organización. Se llama Cirilo Ortiz y nació
en Tampico, Tamaulipas, donde su padre, que cursó dos años de estudios, se ocupaba en
empleos secundarios de la industria y que con la madre, analfabeta, procreó diez hijos.
Cirilo completó allí la escuela primaria, antes de que todos se trasladaran al Distrito
Federal, para encontrar cobijo en el hogar de un tío, en la colonia Doctores. El padre
se hizo vigilante de una fábrica, y trabó amistad con otro que cuidaba de una pequeña
planta de jeringas. A ella entró nuestro compañero con su hermano mayor, tan pronto
pudo o hubo necesidad, cobrando como los demás: a destajo.
Un conflicto con el patrón lo saca del lugar, y ayudándose con el raquítico sueldo que
le paga un tortero, estudia una carrera corta de comercio, resuelve que la oficina no
es lo suyo y sí de nuevo la fábrica, esta vez, de etiquetas.
Para entonces uno de los muchos futuros trabajadores que participara en las luchas
del FAT, había salido de una ranchería de Zacatecas, en el que su padre tenía cuatrocientas
cabras. A él no le gustaba cuidarlas y resolvió hacer lo que otros en la región:
irse de bracero.
FAT
26
Volvió al pueblo y se marchó de nuevo de mojado a diversas partes, regresando en
cada ocasión. La última se encontró con que varios de sus amigos y conocidos habían
tomado rumbo a las fábricas de un municipio conurbado de la ciudad de México, y los
alcanzó. Allí trabajaría primero en las afueras de una planta, descargando furgones del
ferrocarril, y luego dentro, de barrendero, con contratos de veintiocho días, y al fin
como ayudante y luego encargado de los molinos de un departamento.
En cambio Domingo Mazcorro, el futuro creador del Frente Obrero, Campesino y
Popular (FOCEP) de Gómez Palacio, nace allí, en una ciudad, pequeña en la época.
Su padre vendé pájaros en los mercados y a los 16 años él se mete a un taller de
reparaciones. Es ayudante de electricista y video técnico, aprende muy rápido y
cambia una y otra vez de compañía, como electricista de primera y después como
electricista especial.
Falta todavía casi una década para que se marche a la ciudad de Chihuahua, en busca
de mejores oportunidades, y se incorpore a los 1,200 trabajadores de planta, los
cerca de 400 empleados de confianza y los aproximados 200 eventuales de Aceros de
Chihuahua.
Mientras, en Yautepec. Morelos, se ha hecho hombre Sabás Rendón García. Su padre,
un cortador de fruta al servicio de los terratenientes, es oriundo de Tepoztlán, un
poblado próximo, y poco después del nacimiento del quinto hijo vivo, se separó de la
esposa. Ella, de la también cercana población de Tlanepantla, se hizo cargo de los hijos
vendiendo “fritangas comunes en la dieta de los pobres”6.
La mujer se esforzaba en dejar a sus muchachos “la mejor herencia” que se podía,
“una carrera, aunque fuera corta”, pero en cuanto él terminó la primaria, y siguiendo
los pasos de dos de sus hermanos, se hizo tractorista para un ingenio azucarero de la
zona. Luego fue piscador de algodón, de cebolla y cacahuate, y jornalero en el cultivo
de la caña.
En estos años en los cuales anda nuestra historia, pasa a la albañilería y luego a las tareas
de machetero y panadero, todo en las proximidades de Yautepec. El mayor de los
hermanos le insistirá en que siga estudiando, siquiera por correspondencia, y tomará
un curso y se marchará a Cuernavaca, de modo de entrar al departamento de tránsito.
Cuando se canse de la corrupción y las arbitrariedades de la dependencia, es que
encontrará el empleo más importante de su vida: en Nissan Mexicana, una trasnacional
productora de autos.
El quinto testimonio, lo incluimos para mostrar los extremos de sacrificio a los que
llega el pueblo de la época transformado en obrero. Es de quién por estas épocas
está en la niñez y con la familia debe trasladarse de los bosques cercanos a Uruapan,
Michoacán, a uno municipios que, alrededor de la ciudad de México, se industrializa a
marchas forzadas.
Su padre pierde el trabajo en una de las empresas punta en la producción de electrodomésticos,
y se vuelve albañil. El hombre sufre un accidente que lo incapacita por un
6 El testimonio de este compañero es, con mucho, el más detallado, pues escribió un estupendo libro sobre su historia personal y
las luchas obreras en el valle de Cuernavaca: El sindicalismo automotriz independiente en el México de los setenta, publicado en
2008 por el Instituto de Cultura de Morelos y el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias, de CONACULTA.
50 AÑOS
27
año, al tiempo que se marcha la fábrica donde presta sus servicios el hermano grande,
y cuando a los doce años él entra a la secundaria, debe volverse el sostén momentáneo
del hogar.
“Me puse a trabajar: en una tortillería –cuenta-, dando grasa a los zapatos y vendiendo
chicles en los camiones. Y juntaba quince, veinte pesos, que era casi el salario mínimo.
Además había tiraderos de las plantas y me iba a juntar fierros para vender a los depósitos…
Ahí fue donde hice la reflexión más importante de mi vida: Si no dejas que el
hambre te doble, nadie ni nada te va a doblar nunca.” Saliendo de la secundaria entrará a
la misma planta en la cual se había empleado su progenitor.
La sexta y última historia personal se relaciona con la anterior, e indica el hondo desconcierto
de los pequeños que acompañan a sus mayores. Es de Antonio Velázquez,
uno de los cuadros más entregados al FAT hasta su muerte:
“En 1946 mi padre emigró a la ciudad de México, para trabajar como zapatero, aprovechando
que se requerían estos obreros en el D. F. Las familias de León habitaron
en el barrio de Tepito y la colonia Morelos. Cuando mi padre nos trajo a mi madre
y mis hermanos a la ciudad de México, nos instalamos en una vecindad ubicada en la
4ª.de Panaderos 90 interior 3, una habitación de 5X4, baños comunes y como lugar
de juegos, la calle”.
“Durante ocho años aproximadamente radicamos en el D. F., mis abuelos paternos
que vivían en León insistieron con mis padres que nos regresáramos aquella ciudad, o
nos “perderíamos en el ambiente de la ciudad de México. Mi hermano Armando dos
años menor que yo que tenía 9 años, éramos parte de la “palomilla” de la 4ª calle de
Panaderos, con muchachos de los 9 hasta los 30 años o más, participamos en peleas,
broncas campales, robos, asaltos, embriaguez, aprendimos a bailar danzón, mambo y
otros, asistíamos a bailes en las vecindades del barrio, lo único que nos impedían los
mayores era fumar mota, marihuana.”
En estas vidas personales faltan las de las mujeres. No es casual, pues continúan formando
el lado oscuro de la luna, digamos. Por milenios, condenadas a las sombras,
apenas ahora empiezan a integrarse a las actividades remuneradas en porcentajes de
relevancia.
Incluso así, sigue manteniéndoselas públicamente en silencio, a pesar de que sus labores,
sacrificios, aportes no paran de aumentar. En realidad nosotros hemos compartido
ya este pecado de ocultamiento, al hablar de la madre de Sabás Rendón sólo al paso,
cuando convertida, como cientos de miles, en solitaria jefa de familia, trabajando sin parar
durante los siete días de la semana es el pilar que permite a sus hijos salir adelante.
Podemos citar infinidad de casos en mayor o menor grado parecidos. Como el de la
joven de un pueblo del estado de México, Elvira Gómez a quien quedando huérfana
muy pronto, su tía y su marido encargan lo mismo responsabilidades del hogar, que el
cuidado de ovejas en las cuales se sostiene la economía familiar.
A los trece años esta jovencita escapa a la gran ciudad, para emplearse en restaurantes,
hasta que se casa y para completar el dinero necesario para la manutención de la casa,
FAT
28
pone un puesto de antojitos muy exitoso. Con él y usando igual el trabajo de albañiles,
que sus manos, levanta una casa sin ayuda de su “señor”, de quien finalmente se harta.
Otras hacen un río que, partiendo de todas las regiones rurales, al quedar a vivir en
casas adineradas y de clases medias, viven en condiciones muy semejantes a las siervas
de cientos de años atrás. Sus magros sueldos sirven para la supervivencia de los suyos,
que permanecen en sus poblados.
Un creciente porcentaje ingresa a fábricas y comercios. Algunas son destinadas a las
áreas no profesionales y el resto realiza las mismas operaciones que sus compañeros,
pero por salarios menores y expuestas a cualquier tipo de hostigamiento, sin faltar
desde luego el sexual, del cual no hay quien quejarse pues se toma como natural.
Cada una de estas vidas personales tiene algo de común con las demás y es, a la vez,
absolutamente única. A través de ellas podemos imaginar las de millones de hombres
y mujeres del pueblo en estos tiempos, en los cuales obra igual el modelo económico
impuesto por el régimen corporativo post revolucionario, que el azar y las decisiones
de cada uno y una.
La mayoría, según vemos, provienen del campo. Forman parte del grueso de la mano
de obra para las nuevas fábricas; para el levantamiento de infraestructura de muchos
tipos –presas, carreteras, calles, parques, edificios-; para la boyante agricultura de exportación.
Del campo también el régimen obtiene la mayoría de los alimentos de bajo
precio que sostienen a las ciudades. Suele pasarse por alto el aporte de las “sirvientas”,
como con propiedad debe llamárselas en estos tiempos, pues eso son: servidumbre. Y
el del abundante número de prostitutas proveniente del campo.
La mayoría de quienes se mueven a las zonas urbanas, al convertirse en obreros sigue
un camino iniciado un siglo atrás y conectan con una rica tradición de lucha sindical,
aun distinta a la lucha campesina.
El movimiento sindical en la industria y los servicios, fue muy influyente en el periodo
previo a la Revolución y durante ciertos momentos de ésta. No encontró su lugar en
la lucha armada y aun así se le reconoció un enorme peso social.
El régimen posrevolucionario desata una campaña en regla para coptarlo. Con ello
surge una frontal batalla entre mafias sindicales, que aprovechan las circunstancias para
insertarse en los grupos de poder, y sindicatos en defensa de sus intereses.
El vínculo del sindicalismo con las instituciones queda normada en 1931, y con ello, se
establecen los mecanismos de control sobre los sindicatos, el contratismo de protección
y la muerte de la libertad sindical: la promulgación de la Ley Federal del Trabajo
(LFT). Parece una cuestión simple, de nuevo no lo es y en adelante y de distintas formas
la toparemos sistemáticamente, a través de los hechos, que aportan los mejores
elementos para entenderla.
Algo semejante puede decirse de las organizaciones campesinas. En su caso el gran
instrumento corporativo es el reparto de tierras, que se otorgan o prometen otorgarse
por medio de la legislación y los tribunales para operarlo, y de las Ligas de Comunidades
Agrarias creadas para el efecto.
50 AÑOS
29
De momento el propósito es advertir que el sistema de control corporativo, este
enemigo de las clases trabajadoras de la ciudad y del campo, se vuelve particularmente
peligroso, pues tiene un discurso democrático, que día con día van aprendiendo, tanto
en relaciones institucionales con la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
como en talleres sindicales organizados por fundaciones avecindadas en México o del
propio gobierno mexicano que patrocina “universidades” obreras como a la de la CTM
en Cuernavaca, Morelos.
Hasta 1940 la clase obrera está constituida, antes que nada, por miles de pequeñas y
medianas empresas que acompañan a las grandes industrias nacionales: electricidad,
ferrocarriles, minas… copadas por el aparato corporativo, en 1955 sus corrientes democráticas
se preparan en silencio a dar la gran batalla. El mayor salto en la construcción
del sindicalismo corporativo se produce en 1936, al formarse la Confederación
de Trabajadores de México (CTM) y quedar en manos de Lombardo Toledano y el
grupo dirigido por Fidel Velázquez. A partir de ahí los golpes a las tendencias autonomistas
no cesan, y en 1948 encuentran un hito real y simbólico, con la destitución del
comité ejecutivo del sindicato ferrocarrilero, en acciones convenidas por el gabinete
de Miguel Alemán, la cúpula cetemista y el personaje cuyo apodo terminaría caracterizando
a las mafias sindicales: El charro.
No es tiempo tampoco de extenderse en otro tema central, pero sí para precisar algo.
Los sindicatos nacionales cuyas corrientes democratizadoras que en el 1955 en el cual
andamos, preparan lentamente una insubordinación sindical, están lejos de las nuevas
generaciones de trabajadores y trabajadoras que nacen con el milagro.
Por sus luchas y por las concesiones que el régimen hace u obliga a hacer a los patrones
para alentar al charrismo, los grandes gremios nacionales en su mayoría empresas
paraestatales, cuentan con condiciones laborales muy superiores a las de sus
hermanos de la industria metalmecánica, de procesamiento de alimentos, automotriz,
farmacéutica y demás, en manos de particulares. Poco o nada influencian o sirven de
referencia a estos últimos.
Las condiciones de trabajo en el conjunto de la industria privada son terribles. La reluciente
clase empresarial saca el mayor y más rápido provecho posible de “su gente”,
en instalaciones por lo general improvisadas. Un compañero convertido en supervisor
de higiene y seguridad al expulsarlo de Sosa Texcoco por comunista, asegura a sus hijos
que en las fábricas que inspecciona hay frascos con formol, repletos de los dedos perdidos
en las máquinas por los trabajadores(as).
Quién sabe si el hombre encuentra en verdad los frascos o los inventa, para representar
la sistemática pérdida no sólo de dedos sino también de manos, pies, ojos,
espaldas, pulmones, cuerpos completos, demandados por la prisa de ganancias de los
inversionistas.
-En el fierro vaciado –cuenta un compañero que trabajaba en una laminadora-, si de
suerte alguna chispa del caldo caía en el suelo, era una explosión, y la gota que te llegaba
a pegar era como una bala, te atravesaba.
“El desbaste era de lingotes de fierro de cincuenta kilos. Venían del horno por un
canalito y uno los agarraba con unas tenazas, que podían pesar hasta veinticinco kilos,
FAT
30
y los acomodaba para que entraran al molino. Del otro lado estaba esperando otro
trabajador, que le daba una vuelta, para que se fuera haciendo más delgado.
“Y salía del desbaste por otra canal, al rolero. Éste agarraba la orilla de la varilla, como
a unos veinte centímetros, y le daba la vuelta como si fuera un mecate. Y allá estaba
esperando otro, que también le daba la vuelta… hasta que la barra de fierro quedara
según el tamaño: tres octavos, cinco octavos, tres cuartos… ¡Era una soba! Para ser
rolero lo primero era que no fueras nervioso, porque el hierro iba al rojo vivo. El que
trabajaba ahí era que tenía experiencia de años7.
“Pero el trabajo más pesado era la cama de enfriamiento. Te abrías de piernas para que
la varilla pasara, y parecía que los testículos se estaban asando… Había muchísimos accidentes
porque a veces la varilla, que venía dando la vuelta, si no entraba como debía
a la caja del rol, se levantaba hasta tres metros y rodaba: a los pies, sobre todo, pero a
uno, por ejemplo, lo atravesó en un costado del pecho, de lado a lado. ¡Y el calor! que
no era como en las vidrieras, donde de plano era un infierno, pero había gente que se
desmayaba. Y no había ninguna medida de seguridad.”
El caso puede parecer extremo y no lo es, para cuantos se ocupan en una de las miles
de fábricas que requieren hornos de fundición. Casi en su totalidad estas plantas
pequeñas o medianas, que por decenas de miles se extienden por la república, se
7 El testimonio fue recogido en una investigación previa a la de este libro, en la zona industrial y de vivienda obrera de Ecatepec,
municipio conurbado al norte de la ciudad de México.
50 AÑOS
31
han improvisado sobre la marcha, emplean maquinaria obsoleta o combinan la más
o menos moderna con otra de medio siglo o más de uso, aun en compañías que se
presumen de punta.
-El primer día que llegué me quería salir –cuenta el trabajador de una trasnacional del
transporte-, porque lo que me encontré allí fue un montón de chatarra. La empresa en
sí misma era una chatarra. Era el desperdicio que habían dejado los gringos, el que nos
mandaban para acá. Una empresa con un nombre muy rimbombante, que nada tenía
que ver con lo que veías adentro.
“Las condiciones de higiene y seguridad eran mínimas, mínimas. Había un ruidero que,
yo considero, rebasaba los 200 decibeles. Y ni siquiera tenías equipo para amortiguar
el ruido. Los soldadores soldaban con guantes a veces cortos, a veces largos. No
había petos, no había botas de cuero… No había medidas de seguridad que eran
elementales.
“Yo quedé lesionado de un oído, por el ruido tan espantoso que producían las pistolas
neumáticas a la hora de remachar los costados de las cajas, que eran de lámina de
aluminio y fierro8.”
Siempre que pueden, los patrones escamotean la seguridad y a fin de zafarse de responsabilidades
llegan a los peores extremos. Como los del almacén de materiales para
la construcción, que vierten alcohol en la boca del machetero muerto en un accidente,
de modo de no indemnizar a la viuda9.
A fines de los años 1980 empezará a hablarse de globalización. Se hará para explicar
el modelo que los grandes capitales imponen entonces, superando por completo las
fronteras, internacionalizando el proceso de trabajo y minimizando la importancia de
los Estados nacionales.
Pero en términos rigurosos, la globalización inició con la expansión europea por América
y África, en tiempos de la conquista de México. Y sigue prosperando en el siglo XX.
Desde la Revolución Rusa de 1917, las corrientes socialistas se expanden por el mundo
a un ritmo asombroso. Lo hacen sobre todo en las versiones que, al hacerse del
poder, contradicen el espíritu original, creando sociedades autoritarias e imperios que
se mal envuelven en el ropaje de la solidaridad.
Sucede así en medio de la honda crisis del capitalismo, de la que antes advertimos,
representada en las democracias occidentales, que condujo a la gran guerra. Tras ella la
tierra se separa en dos bloques que luchan a muerte.
Por primera vez en los últimos siglos Europa deja de ser la dueña del mundo, cediendo
su lugar a los Estados Unidos y la Unión Soviética. Al hacerlo, entra al periodo menos
injusto del mercantilismo, en países desarrollados con gobiernos socialdemócratas,
como los países escandinavos, con la puesta en marcha del Estado benefactor. Hay un
notable progreso de los sindicatos y los partidos de izquierda, marxistas o no, intervienen
muy activamente en la vida política. Aumentan los ingresos de las mayorías y se
8 Idem..
9 Idem.
FAT
32
crean sólidos sistemas de seguridad social. Nada parecido sucedió en México, donde
el modelo capitalista se asocio a las formas políticas del Estado Corporativo.
Para 1955, México cede sin parar a las necesidades imperiales estadounidenses, conservando
sin embargo, cierta independencia de nuestros vecinos del norte, política
cuyos beneficios se han mostrado las primeras décadas posrevolucionarias con una
relativa autonomía en la política exterior.
Las trasnacionales y los gobiernos de Estados Unidos, meten la mano cuantas veces
precisan o quieren, en el conjunto de América Latina.
Las empresas inglesas, sobre todo, pero también francesas, que en el pasado hacían su
agosto en nuestro territorio, en los hechos se esfuman, suplidas por las de los EU: General
Motor, Chrysler, General Electric… Los tratos comerciales y financieros mexicanos
se dirigen hacia el otro lado del río Bravo, y de allí viene la mayoría de los arquetipos
a seguir en la televisión, la radio, la prensa, la historieta.
También de allí el anticomunismo, que da los primeros pasos para cubrir el aplastamiento
de la disidencia interna.
Hacia un cristianismo social
A los pocos años de aparecer el FAT, las patronales, el sindicalismo oficial y las autoridades
de León, Irapuato, Chihuahua, Monterrey, Saltillo, Cuernavaca, el estado de Yucatán,
el valle de México y diversos lugares, le declararán la guerra, acusándolo de comunista.
Y algunos de ellos mismos u otros querrán desprestigiarlo por sus relaciones con la
Iglesia.
No entenderán un desarrollo que estará influenciada lo mismo por el socialismo que
por el cristianismo social. Este último es un fenómeno relativamente nuevo, al menos
en su perspectiva revolucionaria. ¿Se encuentra ya presente en 1955?
Topamos aquí el momento que más trabajo cuesta entender y explicar. Se podría pasar
de largo diciendo unas cuantas generalidades. No abundamos mayor cosa en el tema
y a cambio hago una buena serie de preguntas que otros tal vez responderán, porque
el momento parece de particular interés.
A donde se dirigen los dos centenares de personas que el 18 de octubre de 1960 vemos
caminar por el centro de la ciudad de México es, dijimos ya, al local del licenciado
Horacio Guajardo, abogado laboralista y director del Instituto Mexicano de Estudios
Sociales (IMES).
El IMES es parte del Secretariado Social Mexicano (SSM)10, una institución nacida en
noviembre de 1920, fundada por el Episcopado, como una instancia propia encargada
de coordinar organizaciones y grupos vinculados a la Iglesia mexicana, algunos ya
existentes desde principios de siglo, e inicia en forma sistemática la acción social eclesiástica
en todo el territorio nacional. El padre jesuita Méndez Medina es nombrado
primer director.
10 Para el SSM ver: Robles, Jorge. Historia del Secretariado Social Mexicano, en <http://www.fatmexico.org/historia/historia_
ssm.doc>
50 AÑOS
33
La llegada del jesuita Alfredo Méndez Medina causa gran revuelo en México, pues si
bien, la idea de organizar a los trabajadores por parte de la iglesia no era nueva, él
rompe con el esquema de círculos y organizaciones piadosas y forma el sindicato
“Artes Constructivas” en el D.F. en 1913.
Nombrado Director, es colocado bajo la discreta vigilancia de un comité permanente
del episcopado. Cada obispo tiene a su vez la obligación de formar secretariados
locales con sus respectivos comités y consejeros técnicos.
FAT
34
En menos de cuatro años la actividad organizadora del SSM fue notoria. Realizó 24
reuniones y congresos sociales con más de 350 organismos afiliados y alrededor de
80 mil militantes en todo el país.
En 1924, Méndez Medina fue destituido por orden directa del general de los Jesuitas,
Vladimiro Ledokowsky, mientras Alfredo se encontraba en un viaje de actualización
y capacitación en Europa; con esto quedó vetada la posibilidad de que cualquier otro
jesuita ocupara un cargo en el SSM. Queda en la dirección Miguel Darío Miranda,
quien huirá a Roma al comienzo de la guerra cristera y abandonando definitivamente
al SSM, no sin antes haber desmembrado toda la organización social, concentrándose
en la formación de organizaciones piadosas.
En 1941, se incorpora Pedro Velázquez, formado en Europa bajo la concepción de los
“misioneros del trabajo”; allá conoce a Joseph Cardijin fundador de la Juventud Obrera
Cristiana, quien plantea la necesidad de transformar la sociedad capitalista por una
sociedad más justa, en la que los trabajadores sean un factor decisivo para este cambio.
El impulso obrerista de Pedro Velázquez provoca el regreso del secretariado a la acción
social (1948). Este mismo año Pedro Velázquez es nombrado director del SSM,
que a partir de entonces funciona como un verdadero equipo de trabajo integrado
por sacerdotes y algunos militantes de las distintas organizaciones promovidas por el
organismo.
Desde principios de los cuarenta, Velázquez sostiene relación con un grupo de supervivientes
de la Confederación Nacional Católica del Trabajo, y se plantean la necesidad
de formar centros de educación social y sindical; él mismo estudia en la Universidad
Obrera cuestiones de táctica y estrategia sindical y acerca al secretariado a sacerdotes
sindicalistas como Rodolfo Escamilla, quien en 1947 había integrado el primer grupo
obrero denominado Juventud Obrera Católica (JOC) con mineros de Talpujahua, Michoacán;
Las inquietudes por la defensa de los derechos laborales, comienza muy temprano
en Escamilla, quien en 1942 promueve la formación de un sindicato en Celanese
Mexicana, en Zacapu, población de su propio estado, al que a comienzos de los años
1970 veremos muy activo.
El despegue es espectacular; a principios de los años 50 forman el movimiento de cajas
populares y a finales de la década, lanzan a la JOC como proyecto nacional, retoman el
camino del sindicalismo y en 1955 intentan formar una central sindical independiente,
pero la falta de experiencia ante un régimen corporativo los hace fracasar, pero de la
experiencia aprenden.
Tiene además un grave defecto: contempla los sucesos desde sus antecedentes europeos,
para luego aplicarlo por completo en México. No advierten todavía lo que será
determinante a los ojos de la Teología de la Liberación, que nacerá más de una década
después, acaudillada por revolucionarios de la estatura de Camilo Torres y Ernesto
Cardenal, y en nuestro país, entre otros, por Sergio Méndez Arceo, Samuel Ruiz y
dos hombres estrechamente ligados al FAT, cada uno en diferentes momentos y con
distintas características: Roberto Escamilla y Porfirio Miranda.
A cuantos estudian la Teología de la Liberación y el gran empuje por el cambio en
América Latina como un todo, les queda claro que el cristianismo social no alcanzará
50 AÑOS
35
su madurez sino cuando, por primera ocasión, la Iglesia católica ceda su lugar protagónico
al Nuevo Continente. Lo hará en 1968, con el Consejo Episcopal Latinoamericano
(CELAM) de Medellín, respondiendo a un despertar previo de las comunidades
católicas de nuestro subcontinente
Aprecian asimismo el insustituible papel de la Revolución Cubana, y del pensamiento
que paralelamente empieza a evolucionar con el brasileño Pablo Freire, que terminará
dando forma a “la pedagogía del oprimido”. De “filiación existencial cristiana”, este
educador que se compromete con los las revueltas campesinas, comienza a utilizar
“elementos de la dialéctica marxista que le entregan una pauta de visión y comprensión
de la historia”. Critica “al régimen de desigualdad e injusticia social que impera
en México y acusa al sistema económico en vigor” 11. Toma “las encíclicas referidas al
trabajo y a la estrategia social de la Iglesia católica y decide actuar en tres espacios
sociales”: el cooperativista, el sindical y el juvenil.
Aquí debemos encontrar a la otra figura fundamental en los antecedentes de nuestra
organización, a la cual citamos ya: el padre Roberto Escamilla. El hombre proviene de
una familia de trabajadores textiles de Michoacán, y combinó los estudios en el seminario
con el trabajo en una fábrica. Representa entonces a la segunda generación de
una clase obrera por entonces muy minoritaria en el país.
La experiencia vivida sin duda se relaciona con las preocupaciones que manifiesta
cuando también marcha a Europa, a seguir cursos de su carrera religiosa. Al regresar le
obsesiona la idea de crear una JOC mexicana, se ayuda con el desarrollo de las Cajas
y en este 1955 el sueño se le cumple, cuando Velázquez lo encarga de ello.
De vuelta simplificamos de manera extraordinaria los hechos. Los esfuerzos de
Escamilla son enormes y se concentran en el Distrito Federal, entre grupos de jóvenes
de Tepito, Santa Julia, las colonias Buenos Aires y Doctores; en León, la ciudad de
Chihuahua, Monterrey y otros lugares.
El punto de partida de su labor es la pregunta que pide hacerse a los grupos: ¿Dios
está de acuerdo en que los obreros, los niños, las mujeres, vivan como viven? De la
respuesta deriva una propuesta: los jóvenes pueden “autotransformarse para la vida, el
trabajo y, al mismo tiempo, convertirse en fermento, en líderes de sus comunidades, de
sus centros de trabajo, de sus familias”, de modo de, a su vez, transformar la realidad12.
El resumen que recogemos dice muy poco a quién no vivió el proceso ni conoce la
intimidad del vasto mundo de la Iglesia católica, formado por la estructura religiosa
y el entorno más próximo de los creyentes, que allí mismo se conocen como laicos.
Profundizarlo desde lo mucho escrito sobre el SSM y la JOC, no haría sino envolvernos
en ese laberinto.
Por otro lado podemos apelar a los testimonios de la porción de esa feligresía que
habría de terminar comprometida con el FAT. No nos es posible hacerlo, por la muerte
de la mayor parte de ella. Así que recurrimos a la visión que Alfredo Domínguez
desarrolló en torno a estos primeros tiempos y que con un tono critico se aleja de
los mitos. Escuchémoslo hablar con el aire irónico, desdramatizado, que lo singulariza:
11 Palabras de Antonio Velásquez citados en la misma tesis y misma página anteriores.
12 Palabras de Salvador García en la misma tesis, página 84.
FAT
36
“Las informaciones que tenemos de los años 1955 a 1960, que son datos muy sueltos,
muestran que por un lado se trata de aprovechar la experiencia histórica de los gremios.
Los gremios se reunían con una cierta libertad en los atrios de las iglesias, sobre
todo los días de descanso. Era el único lugar donde ninguna autoridad, ni siquiera la
autoridad eclesial, podía intervenir. Porque era una especie de revelación el espíritu
santo –dice el compañero sonriendo.
“Y eso era muy importante. Se puede medir por los muchos momentos en que había
inquietudes políticas o sociales, y se prohibía que más de tres personas o así se juntaran.
¿De que manera seguirían funcionando los gremios, si no era por esos lugares?
“Se reunían los panaderos, los carpinteros, los herreros, los sastres, los que hacían
zapatos, etcétera, para intercambiar opiniones sobre su situación. Los panaderos, por
ejemplo, acordaban qué tipo de pan iban a hacer, cuál iba a ser el precio, qué calidad
y demás.
“Esta tradición gremial pasó incluso a la Constitución de 1917 y Ley Federal del
Trabajo, que establecen que los sindicatos deben establecerse por rama de actividad.
De alguna forma, la experiencia sirvió a partir de 1955, y por ahí los trabajadores y
trabajadoras jóvenes, muy jóvenes, cercanos a la Santa Madre –nombre que hace siglos
se da a la Iglesia católica- se empiezan a reunir con la JOC, la Asociación Nacional de
Trabajadores Guadalupanos, el Leño Sagrado, La Medallita Milagrosa, el Bautizo o el
Rosario pa Siempre –dice el compañero de plano en son de burla- ve tú a saber qué
más13.”
“Incluso había una organización patronal, la Asociación Nacional de Empresario Cristianos,
que se convertiría en dos pues a algunos les parecía que el nombre era muy
pesado y tomaron el de Asociación Nacional de Empresarios Mexicanos, a secas. A
ésta la comandaba desde aquél entonces el gerente, dueño, patrón de Bimbo, que
comenzaba ingeniar el sistema de control sindical del cual en 2010 continuará obteniendo
grandes frutos, aprovechando las piadosas enseñanzas.
“Había otro grupo que se llamaba la Juventud Agraria Cristiana, la JAC, como la JOC,
y seguramente había también la JEC –agrega continuando con su estilo irreverente -.
En fin, un mundo de siglas. Todos estos agrupamientos pequeños, regulares, grandes
estaban en la tónica de un cierto humanismo cristiano…
“De ahí que entonces había una organización a nivel mundial que se llamaba la Confederación
Internacional de Sindicatos Cristianos… cristianos, no católicos, porque
en la realidad de Europa también había sindicatos protestantes. Y en ya más cerca de
nosotros había la Confederación Latinoamericana de Sindicalistas, no de Sindicatos,
Cristianos (CLASC), lo cual ya era un avance.
“En México donde somos, más que cristianos, guadalupanos, la CLASC no tenía influencia,
porque los compañeros venían de experiencias muy del sur del continente…
Argentina, Uruguay, Chile, Brasil… y su definición del humanismo cristiano no era muy
bien vista.
13 Entrevista a Alfredo Domínguez, 28 de abril de 2010. Archivo Oral del FAT (AOFAT).
50 AÑOS
37
“¿Qué se hacía aquí alrededor del Secretariado? Había reuniones con compañeros mineros,
comerciantes, transportistas y demás, aprovechando la terminación de la misa
o del rosario. La gente se esperaba afuera y ahí se les repartía un volantito: Reunión
para hablar del sindicalismo, para hablar de la Ley Federal del Trabajo, de los derechos…
“Para eso había un Instituto Mexicano de Estudios Sociales, que presumiblemente
hacia estudios de muy alto nivel. Le entraba a los problemas políticos, económicos,
sociales, laborales. Todo dentro SSM, que era la voz de la Iglesia Apostólica Romántica
–apunta de vuelta Domínguez con ironía-. Yo jamás pude saber qué querían decir con
eso de Secretariado. Era de asesores.
“Su experiencia venía de cuando en Francia los curas se metieron a trabajar, como
para saber qué se sentía. Andaban en las minas, en la industria metalúrgica, etcétera.
Los asesores no estaban en la misa, en los oficios, en la confesión.
“Yo me acuerdo de dos otros o tres, que entre ellos se distribuían a qué le entraban. Y
uno: Yo a los cuereros, yo a la JOC… pero no para desarrollar el humanismo cristiano
sino el humanismo sin más. Porque el humanismo va mucho más allá que las cuestiones
religiosas.
“Entonces dijeron: Pues si los curas franceses se metieron a trabajar ¡hasta en las
minas…!, como si fuera una cosa del otro mundo –se ríe este hombre que pasó por
muchos oficios de la metalmecánica.; pues si ellos, pues, hicieron eso, a mi me gusta la
cuestión de los campesinos, o de los estudiantes universitarios…
“Y así fueron creando una especie de coordinación, donde todos estos camaradas se
reunían e intercambiaban ideas. Entonces tú los veías, por ejemplo, en la Universidad
Nacional Autónoma de México, con un grupo de muchachos; los veías con los obreros,
con los campesinos, con las Cajas de Ahorro, en la modalidades de cooperativas,
siguiendo experiencia que quién sabe de dónde venían: de Francia pasó a España, de
ahí a Italia y al final a Canadá, donde comenzó a crearse el poderoso movimiento que
hoy vemos allí. A eso se dedicaba sobre todo Pedro Velázquez, por cierto.
“Así el tema del humanismo se empezaba a desarrollar en pequeños grupos, porque
no era tan fácil entender la problemática de tres cuestiones, yo diría, que en este
país fundamentales. Tú no puedes discernir el Artículo 27 constitucional, referido a
la tierra, a la luz de la doctrina social cristiana. El tema de la Ley Federal del Trabajo,
tampoco. Y sobre todo, el del régimen corporativo en México.
“Puedes leer toda la Biblia y lo que más o menos se le parece es la ruta que siguió Moisés
para liberar al pueblo judío de la esclavitud. Pero hay que tener elementos más o
menos legales, históricos, técnicos, para entender esos temas que mencioné, y otros.”
Como percibimos, hay un universo con multitud de matices, contradicciones, vueltas,
enredos, en la historia de estos años, que escapan a las ideas fáciles. El propio Alfredo
Domínguez, en la ciudad de Chihuahua, donde ha nacido, se incorpora a la Asociación
Nacional de Obreros Guadalupanos. El organismo tiene un corte conservador, pero
pronto él y otros de sus miembros se reúnen con compañeros y compañeras de
“diversas formas de pensar, algunos provenientes de la JOC…, otros de luchas de
tendencias socialistas”.
FAT
38
En cualquier caso, el SSM permite usar la increíble cantidad de recursos que la Iglesia
ha acumulado, y que en diversos aspectos no son siquiera comparables a los del propio
Estado posrevolucionario: capillas hasta el último rincón del territorio nacional;
congregaciones repartidas con una estrategia que tomó más de 400 años crear; bienes
raíces de variados tipos, cuentas bancarias, transportes.
El periodo que tratamos es difícil de seguir también, en razón de la lentitud e imperfección
naturales con que evoluciona el eco del SSM. Hay iniciativas que prosperan
pronto, como la continuidad de las Cajas Populares, la JOC y, en menor medida, la JAC
y otras.
La que no marcha conforme a lo esperado, es la de una Central de Sindicatos Libres,
nacida en este 1955. En principio el hecho llama mucho la atención, considerando
el panorama del mundo laboral que entrevimos. El tema es uno de los muchos que
dejamos para quienes estén en mejores condiciones de tratarlo, porque continuaría
retrasando la historia que debemos seguir.
Hacemos sólo unas breves reflexiones, que quizás sirven para entender cuán difícil
es el desarrollo del cristianismo social realmente comprometido con las mayorías. La
primera es que la Central supone confrontaciones, en contraste con las Cajas y las
JOC, que no tocan intereses creados. En su caso hay que ponerle la cara al aparato
corporativo y a los empresarios, algunos de ellos insertos en el proyecto del SSM.
50 AÑOS
39
La segunda reflexión está relacionada con esto último: ¿cuánto y para que beneficio,
influirían los hombres de negocios involucrados en los proyectos del Secretariado, en
un proyecto sindical? Al menos en la segunda mitad de los años 1950 y en buena parte
de los 1960, la Iglesia acostumbra aconsejar a los patrones en los conflictos laborales.
¿Buscan así el bienestar de todos? Durante esta etapa a Porfirio Miranda, uno de los
dos grandes religiosos que contribuirá a que el FAT encuentre su camino, la diócesis
de Guadalajara lo nombra asesor de las cámaras empresariales. El hombre da un fallo a
favor de los trabajadores(as), y luego de secretas amenazas de muerte, sus superiores
lo expulsan.
Poco después, en la atmósfera creada por el Secretariado, en su región natal el próximo
dueño del grupo encabezado por la Cervecería Modelo, se interesará por las relaciones
laborales. Es el comienzo de un sistema de control del cual en 2010 continuará
obteniendo grandes frutos, aprovechando las piadosas enseñanzas.
¿Temores o roces asociados a las reflexiones que nos permitimos, inciden en que no
prospere la Central planeada en 1955? Quién sabe, pero parecen indicar los peligros
que corren acciones de la vastedad y los vínculos clericales, echados a andar por el
Secretariado. En especial en un país donde, al principio la Reforma y luego la derrota
de la Guerra Cristera, restaron fuerza a la Iglesia y a los grupos económicos cercanos,
que por ello esperan resarcirse.
Como sea, en 1958-1959, la acción del SSM conduce a un choque directo con el monseñor
en turno, que a la larga contribuirá a abrir el camino a la Teología de la Liberación,
quien retará a una jerarquía religiosa que no renuncia al enorme poder adquirido
en más de mil años, coaligada con los grandes, mundanos intereses, de los cuales forma
parte desde entonces y de muy central manera.
De nuevo podríamos hacer a un lado estos pasajes, pero a nuestros ojos contribuyen
a explicar la legitimidad del cristianismo social, lejano años luz de la democracia cristiana,
que empieza a prefigurarse en estos años. Y, antes que nada, por ese lugar propio
que cada vez adquirirá el FAT.
Promoción Obrera
En 1958 el SSM retoma la idea de impulsar una central sindical, y al año siguiente la
concreta en el Movimiento Nacional de Promoción Obrera (MNPO). Todo indica que
se debe, nuevamente, a más de una causa. De entrada están los progresos realizados
por la JOC. Pero no hay modo de evitar una segunda, aparente coincidencia: el mencionado
inicio de la última, vasta lucha de las tendencias democráticas sindicales para
recuperar las posiciones perdidas, y los ecos del movimiento de Rubén Jaramillo.
El jaramillismo tiene sólo un relativo efecto nacional y no en las zonas donde se centra
el trabajo del Secretariado o la JOC. Por el contrario, los miles de ferrocarrileros,
maestros, electricistas, empleados postales, petroleros y trabajadores y trabajadoras
de diversos gremios, cimbran a la opinión pública al lanzarse a la recuperación de sus
sindicatos.
FAT
40
En los días en los cuales surge el MNPO, nadie sabe que el movimiento cuya figura
emblemática es Demetrio Vallejo, uno de los futuros buenos amigos del FAT, culminará
en un completo descalabro y que enseguida se abrirá la “década de oro” del sindicalismo
oficial, según empieza a llamársele al agrupado en el Congreso del Trabajo (CT).
¿Promoción Obrera, como normalmente se la conoce, se lanza para no quedar atrás,
para aprovechar la inercia o por dinámica propia? Cirilo Ortiz recuerda que hasta ahí
las tareas de las JOC se reducían a las tradicionales de una congregación, como preparar
la fiesta de la virgen del barrio14.
En Tepito, en la misma ciudad de México, el trabajo era más completo. En principio
hay que señalar en el grupo formado allí, una práctica común entre los hombres y
mujeres trabajadoras de la época, que se repetirá en nuestras hermanas y hermanos
del siglo XXI que cruzan el Río Bravo: se reagrupan en torno a su lugar o etnia natales.
Al hacerlo crean redes de solidaridad, de modo de facilitarles un techo a los recién
llegados, buscarles empleo, darles préstamos cuando hay manera, y conservar las señas
de identidad: los recuerdos, las costumbres…
El antiquísimo barrio capitalino, que en el siglo XXI goza de la peor y en alguna medida
injusta fama, albergaba a una considerable cantidad de talleres de producción y
reparación del calzado y productos de cuero. Originarios de León, Guanajuato, que
habían pertenecido al gremio, encontraron refugio en él, tal fue el caso de la familia de
Antonio Velázquez, cuando a mediados de los años 1950 se produjo una crisis en la
industria que empezaba a caracterizar a aquella ciudad.
El Grupo se convirtió en el más consistente de la Juventud en el DF. Sus tareas eran
abundantes: improvisar cooperativas de ahorro para las emergencias individuales;
desestimular el alcoholismo en el cual trataban de refugiarse los hombres, sobre
todo; combatir el analfabetismo puro o el analfabetismo funcional, que reducía la
introducción a la cultura escrita, a la lectura de indicaciones en las calles y los centros
laborales, de los titulares de los periódicos, las publicaciones con abundantes imágenes
y pocas letras; el uso incipiente de la escritura y de los números.
En esta labor educativa, estaba ya en ciernes la gran preocupación del futuro FAT: la
de formar, en cuyo fondo se encontraría pronto una de las herramientas esenciales del
conjunto del pueblo trabajador, en el intento de construir su destino.
Escamilla frecuentaba al Grupo, y al parecer fue particularmente esmerado con él en
animar el paso a la reflexión sobre los derechos laborales y la urgencia de sindicalizarse.
Sin duda veía en los leoneses de Tepito un enorme potencial, también por su poder
de convocatoria, según podía apreciarse en las peregrinaciones anuales a León, para
visitar a la Virgen de la Luz, patrona del lugar. Hasta 20 vagones de ferrocarril se completaron
en uno de los viajes, que eran recibidos ni más ni menos que por el obispo y
las máximas autoridades de la ciudad.
De este núcleo de la JOC, procederá un porcentaje significativo de los presentes en
la reunión fundacional del FAT. Pero aún en él el avance resulta poco fructífero, como
es patente en 1958 con el estallido del movimiento que venía preparándose en los
14 Cirilo pertenece al grupo de las JOC en las colonias Doctores y Buenos Aires, del Distrito Federal.
50 AÑOS
41
sindicatos nacionales: los jóvenes tepiteños se limitan a apoyar asistencialmente a los
trabajadores(as) en lucha, reuniendo despensas para ellos.
Con Promoción Obrera se procura un salto decisivo, y se invita a cuantos en los alrededores
del Secretariado conocen del tema, por venir del sindicalismo tradicional.
Es en este momento en que nos hallamos con el impacto de la Revolución Cubana. El
continente se cimbra de arriba abajo, por el inusitado éxito de una insurrección que
tras de sí tiene el aborto de muchas aquí y allá –Nicaragua, Perú, Guatemala…- y, todo
con la clara huella de Washington, el establecimiento de dictaduras por todas partes:
Haití, República Dominicana, Venezuela, Paraguay, el conjunto de Centroamérica.
En principio se trata de una insurrección sin ideología bien precisada, que no aspira
al socialismo. La terrible realidad cubana y la absoluta intolerancia de nuestros vecinos
del norte es quien orilla a Fidel Castro y su gente a declararse parte del bloque
comunista.
Escamilla viaja a la isla recién liberada, para conocer la experiencia y acercarse a la
central sindical que colaboró al triunfo. Entretanto la CLASC declara: “Apoyamos plenamente
todos los planteos revolucionarios tendientes a realizar la reforma agraria, la
industrialización, el desarrollo económico, la reforma fiscal, la justa distribución de las
riquezas, el pleno empleo, la independencia económica, la soberanía política, siempre
que todos estos esfuerzos se dirijan no a consolidar la revolución como fin en sí, sino
FAT
42
a permitir más plena y eficazmente el ejercicio de las libertades humanas y la construcción
de un nuevo y justo régimen”15.
Pocas cosas caracterizarán mejor al FAT, señalamos ya, que la buena, esmerada, constante
formación. Y ello en principio vendrá en buena medida de la CLASC, que está
acumulando una nada despreciable experiencia en la lucha sindical. Su nuevo dirigente,
Emilo Máspero, tiene trayectoria en el peculiar sindicalismo argentino, y lanza ahora
una gran campaña por el continente.
Con el tiempo la Confederación, convertida en Confederación Latinoamericana de
Trabajadores (CLAT), y Máspero como líder eterno, se harán obsesivamente anticomunistas,
querrán controlar cuanto sucede en los organismos de cada país, y el FAT
romperá con ellos. Pero de momento y por largos años, serán una insustituible fuente
de apoyo para el prometedor proyecto que prepara Promoción Obrera.
En todo caso, estas vivificadoras influencias exteriores no servirían de nada, sin el
extendido malestar de los sectores populares y de clase media, mexicanos. La virtual
dictadura del partido de Estado, con la cual el PRI se consolida, anima formas de resistencia
y reflexiones sobre el cambio.
Las principales son las de las organizaciones sociales que entrevimos. Otras aparecen
entre las clases medias, de contrastantes maneras. Por un lado están las corrientes de
la propia familia revolucionaria que presumen inclinaciones socialistas; el Partido Comunistas
y los grupos trosquistas, que en 1959 y al influjo del suceso cubano, confluyen
en el Movimiento de Liberación Nacional.
Las demás, la constituyen un espectro de partidos de orientación conservadora en variados
niveles, con vínculos en la Iglesia Católica: el Sinarquista, el de Acción Nacional
(PAN), con pocos años de vida, y el proyectado como Demócrata Cristiano, que aspira
a aglutinar a los anteriores y no se concretará.
En su conjunto, estas expresiones de malestar y sus multicolores, contrastantes programas,
sirven para aglutinar inconformidades e ideologías viejas y nuevas. En ellas se
reflejan y encuentran cobijo gremios, franjas sociales, regiones. Lo hacen hoy y lo harán
en la próxima década, incluso las que son brutalmente golpeadas al desafiar cara a
cara al régimen, contribuyendo al resurgir de las luchas populares de 1968 en adelante.
Según se observa, la acción del Secretariado Social y de las JOC, resulta de una intrincada
serie de inquietudes, corrientes históricas, ideas, nacionales y extranjeras. La
mayoría de ellas tienen una vocación autoritaria, que el FAT hará definitivamente a un
lado a fines de la próxima década, sustentado en mucho, en la semilla de autogestión
sembrada por Escamilla, pero no únicamente en ella.
En lo inmediato la semilla dará fruto en dos aspectos centrales. El primero es que la
organización a punto de nacer estará dirigida por trabajadores. Se trata de un rasgo
que permanecerá a lo largo de los años, abriendo espacio, por supuesto, a quienes
vengan de las clases medias prueban a cabalidad su compromiso con el pueblo.
15 (Citado por Gómez Cerda, s.f.)
50 AÑOS
43
El segundo aspecto es la relativa pero incuestionable autonomía de las regiones. Desde
ella se recogerá la riqueza social, de preocupaciones y costumbres, de cada localidad,
zona, estado, desde las cuales desarrollarán concepciones e instrumentos propios,
que al sumarse compondrán un todo singularmente pródigo.
El proyecto tendrá otro sello de gran importancia: no mirará hacia el norte del continente,
como hace la república del poder, guiada por el modelo de desarrollo de los
Estados Unidos. Verá sobre todo hacia el sur del antiguo sueño de Simón Bolívar, que
lentamente se moderniza con las rebeliones de los de abajo.
No es sin embargo más que una semilla, que nada asegura germine, por dos buenas
motivos: la semilla misma está apenas en creación, y lo levantado hasta aquí en estos
términos resulta muy pobre.
Los hombres y mujeres seleccionados para Promoción Obrera, han dado un salto sustantivo
respecto a la activad de la JOC, juntándose semanalmente en grupos locales de
diez personas, para conocer sus derechos laborales. Con cierta regularidad, además,
algunos de sus integrantes se concentran en una ciudad para conocer el avance general
y recibir cursos en regla. Pero se trata de eso y ya. “Fue un trabajo muy lento”,
recuerda Cirilo Ortiz, y no produce auténticos fermentos sindicales.
De forma que sólo algo de aquélla riqueza de elementos está presente en la reunión
programada para el sábado 18 y domingo 19 de octubre de 1960. Quienes a partir
de 1962 y, particularmente, desde 1968, se conviertan en los constructores del FAT,
serán los que, de un modo o de otro, habrán de recoger la totalidad de tal fuente de
prácticas e ideas, por medio de las cuales sus ojos se abrirán hacia más allá de nuestras
fronteras, para en el futuro lejano encontrar a la vez al Norte, a la clase trabajadora
de Estados Unidos y Canadá.
La asamblea
Decimos que todo está por hacer, pero las aproximadas 200 personas que acuden a
la asamblea fundacional del FAT, aprueban una Declaración de Principios y un Plan de
Acción muy maduros. Observémoslos con cuidado:
“Conscientes de nuestros derechos laborales y de nuestra responsabilidad social, los firmantes
declaramos una firme
decisión para emprender la organización del sindicalismo
cristiano
en México.
Los principios que normarán nuestra trayectoria serán en todo tiempo:
a) La libertad sindical, b) la democracia sindical, c) la independencia ante los Partidos Políticos,
d) la autonomía sindical ante los gobiernos y los patrones, e) la lucha constante por la
elevación material y espiritual de la clase trabajadora.
Consideramos al sindicato obrero y campesino como un instrumento vital en la estructura
social, y por ello nuestra acción consistirá en rescatar estos organismos para el servicio de
sus integrantes, sus familias y la comunidad. Igualmente,
deberemos crear sindicatos para
todos los sectores que no tienen organización y la necesitan en sus tareas reivindicativas y
de progreso. “5
FAT
44
El primer plan nacional de trabajo del FAT, establece como objetivo estratégico fundamental:
“la constitución de una central de trabajadores democrática e independiente -de patrones,
gobierno, partidos políticos e iglesia-, formada por obreros, campesinos, empleados
y técnicos.
“
La estrategia: organizar sindicatos propios en los sectores no organizados.
La táctica:
• Organizar las relaciones y el trabajo en los sindicatos autónomos.
• Organizar el trabajo sindical en los sectores controlados por otras centrales y federaciones
oficiales.
Se establece un ambicioso plan de acción para doce meses de trabajo donde se debe contar
ya con:
• Sindicatos propios.
• Federaciones regionales constituidas por lo menos con cinco
sindicatos de base.
• Una Confederación, formada por lo menos con cinco federaciones
regionales.
• Constitución prioritaria de sindicatos de industria.
• Constitución de sindicatos de empresa.
Detrás de este par de documentos no hay nada mínimamente sólido en términos de
organización sindical. Pero se señalan líneas muy precisas: concentrarse en los sectores
no organizados, que se presume son mayoritarios aún se desconoce la existencia
de los sindicatos fantasma, que están ahí, pero no se ven, en el país, a pesar del corporativismo,
y al mismo tiempo no desatender la inquietud en los sindicatos existentes;
privilegiar los sindicatos de industria sobre los de empresa, también sin desdeñar a
éstos; crear federaciones regionales y, a partir de estas, confederaciones; contar con
despachos de asesoría, un periódico, un espacio en la radio, un centro de estudios;
establecer nexos nacionales e internacionales…
Parece haber allí una mezcla de experiencia de la CLASC, vertida por Emilio Máspero,
y de conocimiento sobre la realidad laboral mexicana, de parte de Velázquez, Escamilla
y el Lic. Horacio Guajardo16, cuando menos. Por ello el programa tiene coherencia,
al menos para las zonas urbanas, pues el planteamiento de sindicatos campesinos, sin
detallar más, deja de lado el gran tema para la población rural de un país donde desde
los años 1920 existe la posibilidad de acceder al ejido: la tenencia de la tierra.
La coherencia, que da la sensación de salir de esas pocas cabezas, además de tener
mucho de meras buenas intenciones concebidas en un escritorio, no significa un claro
acuerdo entre los asistentes. Tres tendencias discuten velada o abiertamente entre sí:
“por un lado, el sindicalismo de acción social cristiana, forjado en la relación directa de
16 El Lic. Guajardo es abogado laboralista y director del Instituto Mexicano de Estudios Sociales, del SSM. Es en un despacho
donde se celebran la asamblea de los días 18 y 19.
50 AÑOS
45
los curas y sus parroquias enclavados en los barrios obreros; por otro, el sindicalismo
autónomo de la CLASC donde la autonomía sindical, aun de las organizaciones religiosas,
es un pilar fundamental; por último, un esquema identificado, de alguna manera,
con el proyecto partidario de la Democracia Cristiana”.
Para terminar esta primera, compleja etapa de los antecedentes, subrayemos que la
nueva organización contrasta con el resto de las agrupaciones o corrientes mexicanas,
que en la ciudad y en el campo han representado la inconformidad popular, la autonomía
y la democracia. Ellas están contra la pared, ante una oscura perspectiva, no sólo
dentro del sindicalismo.
Todo anda cada vez peor para el pueblo de México y sus propósitos de reivindicarse, y
para las libertades en su conjunto, dijimos. En los años por venir las luchas campesinas,
también fuertemente castigadas, sufrirán el asesinato de Rubén Jaramillo y la condena a
la ejemplar Asociación Cívica Guerrerense de Genaro Vázquez, entre muchas afrentas.
Entretanto las clases medias inquietas y en particular sus jóvenes, son sometidos al
despotismo en los hogares, las escuelas, las calles, dentro de una atmósfera en verdad
esquizofrenia, pues una es la nación real y una muy distinta la que divulgan los progresivamente
poderosos medios de comunicación.
Pero sí, todo está por hacer y el proyecto puede fracasar, incluso. Queda claro al observar
el comité nacional que se elige el domingo 19. De sus doce miembros, apenas
dos de ellos se entregarán de hecho a la tarea sindical: Nicolás Medina y Juan Bruno
Cervantes. De las organizaciones asistentes a la fundación del FAT sólo una de ellas
incidirá de manera directa en su futuro, por su carácter formativo: el Instituto de
Mexicano de Investigaciones Sociales.
La gran capital
Copiando la estructura institucional de la República, el comité nacional nombrado se
instala en el Distrito Federal. De éste pueden venir sólidos impulsos de transformación
para el pueblo, a la manera del futuro movimiento estudiantil de 1968.
Dijimos que en los últimos veinte años el país ha dado un salto prodigioso, multiplicando
dos veces y medio su población, y tres veces el volumen de su economía. Y dijimos
también que el crecimiento de la capital de la república es todavía más asombroso,
pues del aproximado nueve por ciento, pasó a representar un 12.5 por ciento del
número de hombres y mujeres, y ¡la mitad del valor de la producción nacional sale
de ella!
Prácticamente todo debe pasar y estar aquí: las vías de comunicación de norte a sur
y de este a oeste; los grandes hospitales, universidades, medios masivos; el corazón
de la industria y los servicios; las noticias, tecnologías e ideas venidas del exterior…
Muchas cosas indican que no se trata de un fenómeno producto sólo de la prisa de
los acontecimientos y la mala planeación.
Si, como alguien ha dicho, no hay revolución que se estime si no resulta en una extraordinaria
concentración del poder, entre nosotros el meollo parece ser ese, el
FAT
46
monstruo urbano. Así el PRI-gobierno, como se le llamaba, se ampara frente a una república
que en 1940 en más de sus dos terceras partes se le perdía en asentamientos
de menos de 250 personas, entre un territorio mal comunicado.
En 1960 la afirmación sigue siendo en mucho válida, pues casi la mitad de la población
permanece en el campo, y los medios de acceder a ella son todavía de una notable
pobreza. El proyecto representado en el FAT tendría que encontrar aquí su mejor
caldo de cultivo. Empezando por la enorme cantidad de plantas industriales y las condiciones
generales de trabajo.
A las zonas donde durante el porfiriato se instalaron grandes fábricas textiles, centros
de distribución eléctrica, telefonía, estaciones y talleres del ferrocarril –San Antonio
Abad, San Ángel, Buenavista…-, se han sumado fraccionamientos industriales en regla,
sobre el costado poniente y norponiente: en torno a las calzadas Vallejo, Cuitláhuac,
Azcapotzalco, Ejército Nacional.
En los años recientes, la periferia se vuelve un objeto preferido para ello: Naucalpan,
Tlaneplanta y, de forma secundaria hasta ahora, Ecatepec, que enseguida se desarrollará
a lo espectacular.
En todas estas regiones del valle, con las empresas nacen las viviendas obreras, respetando
la rentable lógica de la proximidad de la mano de obra a su centro de trabajo.
Es apenas hacia estos días que, con Ciudad Netzahualcoyotl, se inicia una forma más
cruel de desprecio al trabajo que, según bien sabemos, terminará imponiéndose: la
establecida por la distancia y los largos trayectos.
50 AÑOS
47
En la zona conurbada se reproduce en tonos brutales, lo que fue ley desde la dictadura
de Porfirio Díaz. Para las instalaciones de los empresarios hay cuanto se requiera: avenidas
y calles pavimentadas, que se distribuyen con correcto orden geométrico; redes
de agua potable y alcantarillado, electricidad, vías de ferrocarril, líneas de teléfono,
seguridad. Para los hogares de la mano de obra, nada sino calles de tierra, a veces mal
trazadas; pozos o tomas de agua comunes, un aparato telefónico cada mil metros, si
acaso; cero mercados, parques.
El comité nacional del FAT que se nombró en noviembre, instalado en la capital, tiene
muy poca actividad allí antes de que, en abril de 1961, se supla por uno con carácter
de interino, ante dos de los más altos representantes de la CLASC.17 Los tres elegidos
son, respectivamente, Juan Bruno Cervantes, Nicolás Medina y Pedro Lara. Un permanente
financiado por la propia CLASC, Antonio Jardón, completa el equipo.
Con la ayuda de dos abogados a los cuales se pagan honorarios, los nuevos dirigentes
se responsabilizan a la vez de los trabajos en el DF. Suplen así al comité regional que
se designó también en abril, cuya labor se concreto a dos jornadas de capacitación
sindical y la asesoría a trabajadores despedidos.
Según vemos, las cosas se desenvuelven con la lentitud y los yerros naturales de una
organización que nace, muy lejos de las campanas al vuelo lanzadas en el plan de
acción, que tiene sin embargo la virtud de servir de guía y espolón, digamos.
A pesar de todo, en el informe que en unos meses se rinda sobre la capital del país,
no es desdeñable la relación de empresas contactadas a través de la capacitación y la
asesoría legal: Nabisco Famosa, Cartonajes Estrella, General Motors, Aceros Ecatepec,
Willis de México, Carros de Ferrocarril de Irolo, Compañía de Gas Carbónico, Cervecería
Cuahtémoc, Embotelladora Mundet, Cigarros del Águila, Estractos y Maltas,
Acero Estructural Capre.
En el año siguiente se harán acercamientos con compañeros de Vidriera México y Mex
Part y se creará el primer sindicato en la ciudad: el de la Industria de la Construcción.
No será sin embargo la capital, donde el trabajo bien cimentado prospere. Antes de
seguir el desarrollo de las zonas que resultarán fundamentales en los primeros años,
recordemos algo.
El México de 1961 no es uno sino muchos, como puede observarse en mil cosas. En
las comunidades indígenas, por ejemplo, que hablan solo una de su centenar y medio
de lenguas y dialectos, y que cuando emplean también el idioma español por lo general
es para lo que tiene que ver con el exterior, y no para la vida cotidiana, las ceremonias
religiosas o la administración de los pueblos.
Se puede apreciar también en las profundas diferencias regionales del resto de la población,
que hace distintos a los yucatecos, pongamos por caso, de los habitantes del
Bajío y Jalisco, en mayor o menor grado diferentes también de los costeños de los dos
mares, o de los sonorenses, los chihuahuenses, los neoleoneses.
Los gobiernos posrevolucionarios se esfuerzan en que no parezca así, concientes de
que su mayor reto es, precisamente, construir una nación de la cual en 1920 apenas
17 Para detalles sobre el Comité, ver el citado libro 40 años de lucha…
FAT
48
estaban puestas las bases. La cuestión de la nacionalidad parece secundaria para los
propósitos de nuestro libro y no lo es, conforme veremos.
En 1961 la diversidad del país sobrevive, y se refleja en quienes serán los primeros en
encargarse de la difícil construcción del FAT. Todos nacieron y crecieron en el centro
y el norte de la república. El sur de momento no interviene. Es el sur de buena parte
de las antiguas culturas indígenas, cada vez más rezagado. En las regiones que habitan
los próximos militantes de la organización, se ha concentrado el milagro.
La heterogeneidad nacional se muestra también en la muy distinta composición y
comportamiento de los patrones, según estados o zonas. Una cosa es, por ejemplo, el
empresariado de la capital de la república, dominado por los grandes capitales nacionales
y extranjeros, expuesto a múltiples influencias y con vínculos inmediatos con el
gobierno federal y las cúpulas del corporativismo.
Otra muy distinta es la patronal de Monterrey, orgullosa de sus raíces locales, que reta
con frecuencia a la federación, trata de obligar al sindicalismo oficial a ceñirse a su estilo,
promueve sus propios sindicatos blancos para un mejor control se esfuerza en aparecer
ante sus trabajadoras(es) como un gran padre. Y otra la veracruzana, con cierta
tradición liberal, o la profundamente conservadora de León, que veremos enseguida.
Hacia León se dirige Nicolás Medina. Para seguir sus pasos no olvidemos algo de primera
importancia: la lacra del corporativismo, que la familia revolucionaria extiende,
está todavía más presente en la Iglesia, quien tiene en ello la más larga trayectoria en
el mundo. El SSM y el FAT trabajan a contracorriente de esta historia negra de la Santa
Madre, pero no pueden evitar contaminarse en alguna medida.
Medina no podrá liberarse del todo, en tanto opera dentro de la estructura eclesiástica.
La completa autonomía del proyecto FAT en cual participa Medina, lo protege al
menos por unos años y lo conducirán a romper todo lazo clerical (1966). Pero tampoco
no podrá evitará cargar con uno de los milenarios lastres: la relativa concentración
de la autoridad y un cierto autoritarismo a pesar de sus múltiples virtudes.
León
Al regresar a su ciudad natal, Nicolás Medina se prepara a convertirse en el personaje
de mayor relevancia en la etapa de construcción del FAT. Ha demostrado una particular
capacidad organizativa y lo acompaña otro miembro del comité nacional, Pedro
Lara. En León de inmediato se le suman tres obreros más que resultarán también
fundamentales.
Uno de ellos, Filiberto Sánchez, es un joven que desde la JOC siguió el proceso que
condujo a la nueva organización y está informado sobre los recientes acuerdos del
Comité Nacional. El segundo, Antonio Velázquez Piña, también en plena juventud, se
incorpora en los primeros meses, como el tercero, Víctor Quiroga Juárez, ya de edad
madura.
Por desgracia, el libro no puede hacer un alto para acercarse íntimamente a estos
compañeros en la época, porque siguiendo de cerca su desarrollo podría comprenderse
de mucho mejor manera la historia. Es así en particular con Medina, quien
50 AÑOS
49
morirá en 1968, justo en los inicios del giro del Frente hacia el cristianismo social
revolucionario y la plena autogestión.
Éste fundador del Grupo Tepito ha estudiado en el seminario leonés, donde fue condiscípulo
del futuro obispo chiapaneco Samuel Ruiz, quien tal vez influyó en su interés
por la labor entre los obreros y la decisión de no seguir la carrera religiosa. En cualquier
caso, Nicolás se hizo entonces del oficio que luego lo conduciría a la ciudad de
México.
Como su pequeño equipo, nuestro hombre tiene una enorme facilidad para aprender
y una entrega sin reservas a la causa o “misión”18, en la que encuentra un apasionante
destino personal.
León es el centro del Bajío, principal foco de la Guerra Cristera de los años 1920,
donde la visión del mundo, incluida la política, está permeada por un catolicismo de
hondas raíces, distinto al de la mayoría del centro y sur de la república. Y a la ciudad
en particular la domina lo más conservador del clero y las clases dominantes y medias
mexicanas.
Para Nicolás nada se explica fuera de la fe. Acompañando el camino de la JOC y del
Secretariado Social, a sus ojos aquélla carece de real contenido sin el vínculo con la
vida cotidiana del pueblo y sus sufrimientos. El auténtico despertar llegó al crearse
Promoción Obrera y luego el FAT, pero es ahora, al volverse un verdadero organizador
sindical, que su pensamiento y su actividad se transforman de manera profunda,
chocando a veces con su formación original.
A la manera del conjunto de los cuadros que aquí y en el resto del país materializarán
el proyecto nacido en 1960, experimenta, pues, una suerte de continua revolución
interna.
En ella las ideas y objetivos de la declaración de principios y el plan de acción se enriquecen
o confrontan con el conocimiento de las condiciones laborales, la ventaja de la
sorpresa pues el FAT es aún desconocido para todos, la mentalidad de las obreras(os),
de los sectores patronales y el clero local; con el relativo pequeño peso del corporativismo
en la zona y los enredosos vericuetos de la LFT; con el sentido de la fe que
alrededor evoluciona hacia la Teología de la Liberación; con lo que a través de documentos
o por vía directa, se recibe de la CLASC, y los informes sobre otras regiones.
En principio la obra se allana por el peso de la religión y de la Iglesia en la ciudad. Y
en particular, por el establecimiento del SSM leonés, que se encarga al padre Salvador
García.
Sólo la fe militante y el vínculo con los clérigos leoneses, les permite moverse entre
una población que ha hecho del credo su mayor signo de identidad. Y el Secretariado
los pone en contacto con integrantes de las Cajas de Populares.19.
Desde muy pronto, sin embargo, este ambiente en buena medida se les convierte en
uno de sus mayores obstáculos: Los conservadores leoneses y del Bajío en su conjunto,
18 Así la llamara Antonio Velásquez.
19 La mayor parte de la información sobre el FAT en este subtítulo, procede la Entrevista a Victor Quiroga y José Luís Caudillo, 1,
AOFAT
FAT
50
se aglutinan, más o menos en el recién creado PAN, o en torno al Partido Sinarquista
(PS), que se formó en 1937 y es herencia de la Guerra Cristera de los años 1920. A la
manera de ésta, el PS tiene su base en sectores populares larga, hondamente heridos
por el despotismo del Estado mexicano. La población de la zona no percibe la trampa
que se les tendió ayer y se les prepara hoy. La alta jerarquía eclesiástica y los grandes
propietarios lo abandonaron en el instante cumbre de la Guerra Cristera. Porque,
según veremos, en el espíritu religioso de las familias obreras y en la colaboración
de los párrocos, descansan no poco las prácticas de sobreexplotación y el despótico
control patronal dentro y fuera de las plantas.
De manera que en meses el Centro Patronal declara al FAT su gran enemigo, y el
obispo Monseñor Zarza y Bernal da la voz de alarma (1966) y expulsa de la ciudad
a cuantos religiosos se comprometan con el FAT. Mejor motivo no tuvo el FAT para
liberarse entonces de la pretensión de la jerarquía eclesiástica de tener el control
sobre la naciente organización.
Desde la decadencia de las minas en Guanajuato, esta ciudad representa el corazón
del Bajío y hace mucho es una de las cuatro mayores del país. Como todas ha crecido
de manera sorprendente y una buena porción de sus 250 mil habitantes viene de otras
partes, en especial de los campos de la propia región.
Por largo tiempo la actividad manufacturera que distinguió al lugar, fue la de confección
de rebozos. El milagro terminó con ella, reflejando las brutales transformaciones
del país, donde la hermosa prenda ya es poco apreciada, fuera de las zonas campesinas
en que las familias se encargan de elaborarlas para el autoconsumo.
A cambio, la industrialización potenció el surgimiento de una voluminosa cantidad de
talleres o piqueras de calzado, y hacia 1955, de fábricas más o menos en regla. En el
caos urbano que se precipita, hay una separación física entre unas y otras, señalada por
el puente del Coecillo, nombre también del antiguo barrio de curtidores en el cual se
instalará el local del FAT.
En principio podría pensarse que para el proyecto que encarnan Medina y sus compañeros,
hay virtudes en que la sólida tradición conservadora haga difícil el establecimiento
instituciones impuestas por el PRI-gobierno. Incluido el charrismo, que no está
extendido por las plantas de calzado.
Debemos hacer un breve alto aquí para retomar un aspecto indicado antes. Afirmamos
que la benéfica influencia del resto de Latinoamérica no servirá bien a bien al
FAT, porque a excepción del caso brasileño y argentino, distinto en varios sentidos, en
ninguno otro país del subcontinente las clases trabajadoras cargan con el terrible peso
que representa el régimen de control corporativo.
¿Presenta, entonces, menos obstáculos León y su entorno rural, que los lugares donde
están firmemente afincadas la CTM, la CNC, la CROM, la CROC y demás? Los patrones
leoneses ven a éstas con cierto desprecio, considerando que se bastan por sí solos
con los posibles conflictos laborales. Que es así, en razón de las relaciones que suelen
establecer con sus trabajadores y trabajadoras, copiando viejas fórmulas paternalistas.
Es decir, la selección, el conocimiento y el control personales de aquéllos, por parte
del empresario, de sus administradores y capataces.
50 AÑOS
51
Hay también aquí un doble engaño en las apariencias. Y es que por un lado, el paternalismo
crea condiciones de extrema complejidad para la reivindicación de los derechos,
y por otro, no importa cuánto molesten los sindicatos oficiales al empresariado,
apelarán a ellos, primero con cara de asco y luego con gusto.
Las empresas utilizan abiertamente a la religión, en el aire de sombras en el cual
envuelven a “su gente”. Dentro de las instalaciones se acostumbra rezar el Ángelus
y celebrar misas. Con ello va la autoridad del párroco amigo del dueño, al que con
frecuencia lo acusan de usar el secreto de confesión para delatar a los patrones sobre
las(os) inconformes en materia laboral.
Para el FAT la labor en principio se allana, por la terrible realidad laboral. En otras lugares,
bien sea gracias a las batallas de los sindicatos autónomos, bien sea por la necesidad
de los gobiernos de despejar el camino al charrismo, los salarios, las prestaciones
y las relaciones laborales, han experimentado mejoras. En León, no.
Aquí se paga a destajo, a precios que en una enorme cantidad de casos no llegan al
mínimo establecido por las leyes, en jornadas superiores a las ocho horas, sin gratificaciones
por horas extras, vacaciones o utilidades, ni adscripción a la seguridad social
o sólo en términos magros. Si alguien pide a gritos un alivio, es justamente este sector.
Al aproximarnos a algunas luchas significativas de los próximos años, se verán más a
las claras estas condiciones laborales. Adelantemos sólo que dependen del tamaño de
las empresas y del capital invertido en ellas.
En los pequeños talleres la maquinaría es de una simpleza que asombra, igual que su
pobre mantenimiento. De eso modo se facilita lo que en la república entera se volverá
una costumbre, cuando vengan los días de confrontar a los sindicatos auténticos: abandonar
el equipo, por lo general chatarriento, desapareciendo la empresa. En León la
práctica no será tan común como en otros lados, pues habitualmente ni a eso estarán
dispuestos los dueños de las plantas, cuya altanería y codicia los hará defender hasta
la última tuerca.
Volviendo a los talleres, al modo de la época de Porfirio Díaz en las haciendas, el patrón
establece relaciones de falso compadrazgo, y con frecuencia conoce a las familias
de “sus trabajadores(as)”, sus hogares, sus historias personales. Las(os) llama por su
nombre o hasta por su apodo, les da palmadas en la espalda para saludarlos o pedirles
se queden al concluir la jornada.
Regaña y castiga, claro, al modo de un mal padre o padrasto. Y les exige que hagan
cualquier clase de labores, para su mal diseñada y desordenada fabriquita, en la cual
la especialización es nada más para quienes se encargan de los puntos delicados de la
producción. Sin faltar desde luego, el barrer, arreglar el tugurio e incluso hacer mandados,
para éste o, ya entrados, para la señora y los hijos del “amo”.
Eso hunde a la mayoría de las obreras(os) en una suerte de depresión. Lo ganado no
alcanza sino para comer y poco más, viven atemorizadas(os) y, en especial los hombres,
con harta regularidad se dan al alcohol.
El ambiente en las plantas medianas no es mucho más estimulante. Ahí la mejor o
menos mala clase de las máquinas, y su variedad de acuerdo a la función que cumplen,
obligan a la especialización. En ellas, cualquier desperfecto se descuenta del salario y a
FAT
52
lo llano el patrón roba, con descuentos por impuestos o cuotas al seguro social que la
empresa no cubre, o de plano a lo burdo: sumando y restando a conveniencia.
Son comunes, además, los prestamos, o el establecimiento de presuntas cajas de ahorro,
que endeudan a la manera de las antiguas tiendas de raya, y con eso obligan a
permanecer al servicio de la planta.
La atmósfera dentro de las factorías tiene un toque de purgatorio, por el ruido que
se produce, los vapores que despiden los materiales –pegamento, colorantes…- y la
absoluta falta de equipo de seguridad. Vaya a saber el número y diversidad de accidentes
y enfermedades profesionales no reconocidas, que se generan allí, sobre todo en
espaldas, cinturas y pulmones.
Los descuentos y meros robos, resultan el colmo de los colmos en un modelo de desarrollo
industrial sustentado, como señalamos, en una multiplicidad de subvenciones
para los empresarios.
Si el industrial leonés costeara el valor real de la serie de apoyos que recibe, quién
sabe si se atrevería a arriesgar sus centavos. Es así a pesar de la bajísima calidad de sus
productos, protegida por la llave que cierra el escudo levantado a su favor: el cierre de
la frontera a la competencia internacional.
A esto es a lo que tiene que enfrentarse Medina y sus compañeros. Dejemos a Antonio
Velásquez contar los inicios del FAT
“Nicolás Medina y Pedro Lara, organizadores del FAT fueron enviados a León, para
fundar el FAT en esta ciudad. Ellos realizaron una campaña de contactos entrevistando
a obreros afuera de las fábricas del calzado, visitando a otros en sus domicilios,
hablando con compañeros en los bares, cantinas, parques, jardines y a sacerdotes católicos
amigos a quienes les pidieron que enviaran a obreros para asistir al primer curso
sobre sindicalismo auténtico inspirado en los principios del cristianismo
En la semana santa de 1962 y precisamente el domingo de Ramos, los compañeros
Nicolás Medina y Pedro Lara, los organizadores enviados por el FAT, iniciaron la impartición
del primer curso sobre sindicalismo autentico en León, en la casona de Mérida
316, sede del Secretariado Social Diocesano, con el apoyo del Director el Sacerdote
Salvador García Angulo que dio impulso tanto al movimiento sindical como a la JOC,
Cajas populares y otras promociones como impulsaba Juan XXIII desde el Concilio
Vaticano II.
El temario y contenido de ese primer curso en León, nos enseñaron líneas de acción
y de organización y de la conducta personal que militantes y dirigentes del FAT, han
desarrollado en toda la historia del FAT…
Dialogando con los participantes, motivando que platicaran sobre su situación en el
trabajo, como salarios, la exigencia de los “encargados” (supervisores) sobre las tareas
de producción, la jornada de trabajo, la afiliación al IMSS, sobre el pago del salario mínimo,
la situación de los pequeños talleres (picas) y los acaparadores de calzado (como
tres hermanos); problemas familiares, la alimentación, la vivienda, la salud, la escuela, los
problemas en el barrio, urbanización, jóvenes, la presencia del gobierno, las actividades
de la Iglesia, sobre los partidos políticos como el PRI y el PAN y los periódicos.
50 AÑOS
53
Con una breve platica, los organizadores del FAT Nicolás Medina y Pedro Lara ordenaron
sus apuntes que había hecho en el pizarrón, nos demostraron como se hace un
análisis de la realidad, de las condiciones de trabajo y de vida en León, de los trabajadores,
descubrimos cuales eran las causas que originaban nuestros problemas y que una
de las respuestas era organizar sindicatos auténticos para cambiar esa problemática
por una mas justa.
Las fuerzas existentes en la sociedad, gobierno, partidos políticos, Iglesia, ejercito,
empresarios, radio, prensa y televisión, clubes sociales, asociaciones sociales, civiles,
deportivas, culturales, escuelas, sindicatos, su papel y sus actividades, así como sobre
las alianzas y saber escoger a nuestros “amigos”.
Los organizadores del FAT, Pedro y Nicolás, nos demostraron la importancia de conocer
cuales eran entonces las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores en
León y sobre todo de los trabajadores del calzado la principal industria de la ciudad
en esa época.
La manera de concluir este primer curso, con unos 15 compañeros, fundamos el
Frente Autentico del Trabajo en León, ese martes de la semana santa de 1962, integramos
el Equipo organizador con un PRESIDENTE José Torres Urrutia, SECRETARIO
Antonio Velázquez Loza. TESORERO Filiberto Sánchez González. VOCAL DE
ORGANIZACIÓN Víctor Quiroga Juárez, VOCAL DE FINANZAS Alfonso Córdova.
Vocal de Actas Rafael Serrano.
“El objetivo era constituir y registrar legalmente el Sindicato de la Industria del Calzado
y lograr la firma de contratos colectivos; acordamos realizar una campaña en toda
la ciudad y convocar a asamblea de trabajadores los domingos en Mérida 316 oficínas
del Secretariado Social Diocesano.”
Este sindicato estaba ya en proceso de creación y su nombre resulta significativo: Libertario
de Obreros Zapateros de León, Guanajuato20. Las reuniones se llevan a cabo
en el hogar de José Torres, muy allegado al progresista párroco del Coecillo y próximo
secretario general, y el trámite de registro resulta asombrosamente breve y fácil. El
inspector de la Junta Local asiste a la asamblea constitutiva y en semanas se cuenta
con la aprobación oficial.
De ese modo y de un golpe se emplaza a la firma de tres contratos colectivos: Calzados
América, Kendall, y Holanda y Opereta. Los patrones están confundidos y tienen
entrevistas con Medina. Es posible que hayan consultado con el Centro Patronal, para
saber de donde proviene el FAT, cuyas siglas aparecen junto a las del sindicato, y del
cual no oyeron hablar antes.
Y al citar a Medina en su calidad de asesor, tal vez confían tratar con una organización
fraterna, digamos. Podrían incluso sentirse de cierta manera contentos, imaginando
que es un mecanismo de aglutinación creado o alentado por la Iglesia con fines mutualistas
o hasta similares a los del Partido Sinarquista.
20 Esta información y cuanto sigue hasta el próximo subtítulo, está basado en la Entrevista a Víctor Quiroga y José Luís Caudillo,
1, AOFAT. En particular, a lo dicho por Víctor,
FAT
54
Eso, de no haber revisado las propuestas de los contratos. En todo caso, las reuniones
con Nicolás los alarman, pues les dejan en claro que están frente a un proyecto que
demanda mejoras en todos los aspectos. Sin duda les cuesta trabajo la situación y por
instinto apelan a cuanto saben o han escuchado de los sindicatos mexicanos.
Entonces ofrecen un sustancioso bono al dirigente, y al recibir su seca, airada repuesta,
literalmente entran en pánico. Es así para ellos y enseguida para el Centro Patronal,
quienes ven estallar la primera huelga en América, una fábrica instalada en el Coecillo.
Las miradas de la ciudad, del gobierno a la población cercana, pasando por la jerarquía
eclesiástica y los medios informativos, están pendientes de un suceso imprevisto. Viendo
las barbas de su vecinos cortar, según reza el dicho, los empresarios de las otras
dos plantas proceden a despidos y amenazas, que en el Caso de Holanda y Opereta se
acompañan con la exhibición de al menos un arma de alto calibre.
Un domingo y sin que éstos se den cuenta, por la parte trasera de América el patrón
ordena vaciar el lugar. En 2010 todo suena a conocido para quienes hayan participado
en un movimiento sindical, pero en León es un hecho inédito, que los compañeros
sufren con ese dolor particular de lo por completo inesperado.
El equipo del FAT responde con su rápido aprendizaje de las leyes, interponiendo una
demanda penal. Y, asombrosamente, el justo 12 de diciembre de este 1962, en cual
seguimos, el responsable es detenido por la policía.
El malestar es mayúsculo para un Centro Patronal que justo en estos años se agrupa
de una forma difícil de comparar con la de sus iguales del resto del país.
No ha pasado un año, pues, del inició de la real organización, y ya entre el empresariado
leones corre una especie:
-Hay que acabar con estos comunistas.
En adelante la ciudad se caracterizara por el elevado número de sindicatos corporativos
en relación a la población obrera.
Chihuahua
Muchas cosas sueltas suceden en varias partes del país, mientras el FAT se construye
sólidamente en León y empieza a extenderse a la vecina ciudad de Irapuato. Pero el
segundo punto donde en los primeros años la organización pone los cimientos del
futuro, es Chihuahua.
Aquí el acelerado crecimiento demográfico traducido en números: 1950, 87 mil habitantes;
1960, 150,430, que para 1970 llegarán a 277 mil. Y encuentra una sociedad muy
distinta a la del Bajío.
El estado fue una de las cunas de la Revolución, con el impulso del villismo, corazón
de unos de los dos ejércitos populares, y la presencia de una figura, Pascual Orozco,
en cuyo zigzagueante comportamiento parecían expresarse muy diversos, a veces
contradictorios sectores e ideas.
50 AÑOS
55
Hay en la entidad una larguísima historia de hombres y mujeres que, por sí mismos, se
acostumbraron a enfrentar problemas desconocidos para el México del Centro y del
Sur. No hay el sustento de la antigua civilización indígena de aquéllos, y a cambió sí la
firme presencia de pueblos autóctonos que conservan buena parte de sus tradiciones,
como los tarahumaras.
Hasta el panorama religioso tiene peculiaridades, pues si el grueso de la población es
católica, se habituó a convivir con metodistas, bautistas, evangélicos, mormones.
Al reparar en estas cosas, no estamos escapando a los propósitos del libro, para hundirnos
en el pasado. Lo que así hacemos es ir al encuentro de componentes sociales
y formas de pensar muy vivos a principios de los años 1960.
Dijimos que el régimen priista domina por completo al país, y que aun así, como observamos
en León y su entorno, no liquidó del todo, y quizás hasta reanimó, tradiciones,
intereses, mentalidades, que en mayor o menor grado se le resisten.
En Chihuahua hay una constante de choques sociales sin relación con las de las zonas
cristeras, por ejemplo. Los agraristas, como se conoce a quienes obtienen o demandan
parcelas ejidales, no representan al gran enemigo como allí, sino al pueblo campesino.
El empresariado, si bien no menos explotador y ventajista, tiene su estilo particular, lo
mismo que la industria, cuyas principales ramas la componen el acero, el cemento y
los derivados de la madera.
Y sobre todo es distinta la circulación de las ideas y el enfrentamiento clases, intensas
en estos lugares. El virtual fin del reparto agrario acordado por los grandes
propietarios y los gobiernos estatales, genera un ambiente de continuos roces con el
campesinado.
Eso se expresa en un clima universitario inquieto y en 1965 conducirá a la primera
experiencia guerrillera nacional, animada por la revolución cubana: el asalto al Cuartel
Madera, futura bandera de una variedad de grupos y en especial de la Liga 23 de Septiembre,
que tomará su nombre de la fecha en que se produce la acción.
Para el cristianismo social representado en el FAT, tal atmósfera se refleja, entre otras
cosas, en la para él más cercana personalidad de la Teología de la Liberación y del encuentro
de las nuevas preocupaciones evangélicas con el marxismo: Porfirio Miranda.
No nos extenderemos sobre la figura de este hombre que terminará abandonando
los hábitos y colaborando a la fundación de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Sin embargo debemos señalar unas cuantas cosas. Para estos tiempos ha sido expulsado
de la diócesis de Guadalajara, según vimos, donde no sólo dio un fallo a favor de los
trabajadores y trabajadoras, sino que los alentó además a crear sindicatos autónomos.
Al encontrar un refugió entre los jesuitas de Chihuahua, empieza a revolucionar los
círculos católicos, con la formación de grupos de jóvenes opuestos al sistema y el
empuje al surgimiento de un Movimiento Social Demócrata Cristiano. El hombre será
también una guía fundamental para los cuadros locales del FAT y para el apoyo ciudadano
a éste en las grandes luchas21.
21 Entrevista a Bertha Luján.
FAT
56
Aunque nuestra organización llega a la ciudad por sus propios caminos. De hecho,
estamos ante un caso en el cual se seguirá de cerca una de las vías directas en lo
iniciado en 1955.
Según vimos, desde entonces Alfredo Domínguez forma parte de la apenas creada
Asociación Nacional de Obreros Guadalupanos (ANOG). Y a la vez y a pesar del carácter
conservador de la ANOG, él y otros compañeros intercambian opiniones con
gente de la JOC y de corrientes socialistas.
El joven se está volviendo un experto en la metalmecánica, que entre ese momento
y los años venideros conoce grandes fábricas de las ramas dominantes en Chihuahua:
Aceros de Chihuahua, General Motors, Volkswagen. Por ello, él representa algo poco usual
entre los próximos organizadores del FAT: al obrero altamente calificado, con un
enorme orgullo por su lugar en la producción.
En las reuniones aquéllas, recuerda “nosotros decíamos bueno, ¿por qué yo para pedir
trabajo tengo que solicitar mi afiliación al sindicato y si no ingreso al sindicato no me
dan trabajo, o si me lo dan me corren luego, luego?”
La preocupación iba acompañada por otras que se expresaban en la ANOG: “Éramos
un grupo de lectores e intérpretes de la Sagrada Escritura. Estudiábamos un libro
que se le conoce como el Éxodo, que quiere decir liberación: la salida de un pueblo
esclavo bajo el régimen egipcio. Y decíamos: ¿por qué nos obligan a ser esclavos de un
sindicato, del Congreso del Trabajo, de la CTM?”
“Aquí –continúa el testimonio del compañero con el irónico sentido del humor que lo
caracteriza- la única diferencia según la escritura antigua es que Moisés se asesoraba
directamente de Jehová, de aquello que se conocía como Dios. Tenía un asesor poca
madre, pues, no le faltaba nada.”
En el 1962 en el cual estamos, vuelve a recordar, “me tocó venir a un curso de capacitación
de los autos Volkswagen, cuando la planta estaba en el estado de México. Supe
de un taller de sindicalismo, al que nos invitó el FAT, a mí y a Juan Morales, que luego
será el responsable de la organización en el estado. Nos gustó mucho que tuvieran
centros de formación. Me dijeron: Aquí se trata de desarrollar tareas de organización,
de formación, de asesoría legal.”
“Nuestras primeras acciones en Chihuahua fueron verdaderamente exitosas, porque
le poníamos mucho entusiasmo. Sin embargo, los empresarios presionados por la
CTM y por los gobiernos… estaban decididos a no permitir el sindicalismo independiente,
autónomo, autogestionario.”
En el núcleo original del FAT en la ciudad, de vuelta encontramos una viveza poco
común en la experiencia reciente y futura, de quienes promueven la democratización
sindical. Nos parece se debe, desde luego, a que la iniciativa la toman y sostienen las
bases trabajadoras, en contraste con las alentadas por asesores legales o cualquier
otro tipo de cuadros externos.
De ese modo, la organización comprueba en verdad el lema La liberación de los trabajadores
ha de ser obra de ellos mismos, que para otros tendrá mucho de mera consigna.
Y por lo tanto es capaz de, aprendiendo con enorme rapidez, adecuar los programas
a la realidad y, por lo tanto, descubrir caminos no explorados.
50 AÑOS
57
La intención es, como en el Bajío, fundar sindicatos por rama, avanzando necesariamente
en cuando menos dos plantas del mismo sector. Como en principio no resulta
factible, la labor alcanza a hombres y mujeres de un buen número de empresas, en
quienes se replica la capacitación recibida y se estudian las condiciones laborales.
A diferencia de León e Irapuato, las plantas o centros laborales tocados son de muy
diversos géneros: Ropa el Diamante, Ropa la Paz, Mercado del Real, Transportes Urbanos,
Industrializadota del Cerdo, Triplay y Pepsi Cola. 22
Antonio Villalba recordaba así esos primeros días:
Para este 1963, pues, el FAT pone en alerta a la patronal y al charrismo local, con su
primer sindicato independiente en la entidad.
Lo importante y lo secundario
El FAT comienza así una historia que, en los cincuenta años tratados por nuestro
libro, tendrá muchas etapas de desarrollo. Los cambios en ellas están relacionados
con tres grandes cuestiones.
La primera de éstas, es la vinculación al surgimiento del cristianismo social cuyo
compromiso con las mayorías lo vuelve revolucionario. La segunda responde al conocimiento
que la organización adquiere sobre las luchas populares y sobre el funcionamiento
del régimen: el aparato corporativo, la legislación creada para el control
del pueblo descontento y el sistema político en general.
La tercera gran cuestión que motiva transformaciones y adecuaciones, estriba en lo
que se aprende y rechaza del conjunto de los movimientos sociales, a los cuales se
integra plenamente en la década de 1970, tras el despertar que para la totalidad del
país representa la insurrección estudiantil y, en menor medida de otros sectores, de
1968.
Todo eso produce un continuó, accidentado proceso interno, que no seguiremos
aquí pues nos lleva a las confrontaciones entre quienes se convierten en militantes
entregados por completo al Frente. Resulta así en particular en los primeros años, en
los cuales el proyecto va definiéndose, dejando atrás el pesado lastre del nexo con
la Iglesia institucional.
De modo que pasamos por alto las diferencias entre los cuadros de la organización,
sucedidos en el periodo que tratamos en este primer capítulo. A nuestro modo de
ver, no se trata de una disputa entre buenos y malos, sino entre quienes miran sólo
hacia el presente y el pasado, y quienes buscan el futuro.
Estos últimos perciben con claridad lo que la lucha indica desde su fondo: por encima
de los programas, los planes de acción acordados y las ideologías, se halla lo que,
aquí a gritos y allá de forma más sutil, dicen los hombres y mujeres que comienzan
a reclamar un doble derecho: reivindicar sus garantías individuales y colectivas, y
apropiarse de su libertad.
22 Triplay es la única empresa que no está ubicada en la capital estatal, sino en Parral.
FAT
58
Parecen frases demagógicas y no lo son en absoluto, conforme comprobaremos en
los hechos. Y responden, insistimos convencidos, a la valorización de la vida cotidiana
de las familias populares, cuyos miembros casi desde el nacimiento dejan la piel por
asegurar la supervivencia y construir un destino mejor, soñando sin parar.
Los políticos, los industriales, los financieros, los grandes y medianos comerciantes
y propietarios agrícola-ganaderos; las mafias del aparato corporativo, velan por un
porvenir individual que descansa en la explotación y el sometimiento de los demás.
Las trabajadoras(es) de la ciudad, los ejidatarios(as), las jornaleras(os), buscan también
por su cuenta, pero en parte por naturaleza y en parte al hacerse concientes de los
motivos de su situación, saben que el futuro sólo es posible en comunidad, sin pasar
por encima de los otros y otras.
Así lo observaremos una y otra vez en estas páginas. De momento basta con los
ejemplos que nos han dado el Bajío y Chihuahua, y con este conmovedor, ilustrativo
recuerdo de un próximo cuadro del FAT:
Volviendo al camino de nuestra organización que lo empuja a nuevos, constantes
descubrimiento y cambios, subrayemos la importancia de un par de fenómenos. Por
un lado, el encuentro que comienza a suceder realmente, entre los movimientos
sindicales y campesinos.
Ese mutuo descubrimiento de dos sectores que no se reconocían bien a bien como
hermanos, permite a cada uno aprender del otro, y conduce al FAT hacia la visión del
pueblo como un todo. Por ello no habrá problema en que en breve la organización
abra los brazos a los estudiantes, primero, y después a lo que se conocerá como
movimiento urbano popular en pelea por un techo, servicios y, como el resto, por su
independencia.
De ese modo el FAT lo será cada vez más. Lo será también en razón del segundo
fenómeno hacia el cual ya empezamos a llamar la atención: la relativa autonomía de
cada región, que lejos de obrar en contra del trabajo unificado, lo enriquecerá de
forma considerable.
Otras regiones
Para 1963 el FAT se ha extendido a otros puntos. En Guadalajara se constituyó un
comité regional, que imparte cursos de capacitación. En Morelia se abre un despacho
jurídico, alentado por las relaciones establecidas con gente que trabaja en Congeladora
Nacional y de cuatro grandes fábricas automotrices: Ford, Chevrolet, Dodge y Chysler.
En Zacapu, en el mismo estado de Michoacán, se entra en contacto con compañeros
de la planta de Celanese Mexicana, donde en los años 1940 Roberto Escamilla dio la
primera batalla para el surgimiento del sindicato, y que en 1972 dará una lucha ejemplar.
A partir de estos trabajos en la entidad, se dan pasos para crear una Federación. En
Toluca se forma el Sindicato de Licoreros y en la ciudad de Querétaro hay también
actividad registrada.
50 AÑOS
59
A pesar de la oposición de la CLASC se promueve el establecimiento de cooperativas,
a cuyo frente está Nicolás Medina y que suma ya tres mil afiliados, sin contar a
los del sector campesino.
Éste empieza a ser realidad con el nacimiento de la Unión Campesina de México
(UCM), que agrupa a organizaciones de los estados de Hidalgo, Querétaro, México,
Guanajuato y Michoacán. El contingente más numeroso es el de San Pedro de las
Colonias, en la región de La Laguna, y en Jalisco; existen además en diversas zonas
como Querétaro, Coahuila, Nuevo León, Puebla, y San Luís Potosí del país 45 grupos
promotores, con un promedio de diez afiliados.
Se trata de resultados asombrosos en tan corto tiempo, en el México que, repitamos,
vive “la edad de oro” del charrismo en la ciudad y en el campo. Desde luego, llama
sobre todo la atención el trabajo en el ambiente del sindicalismo autónomo dentro
de la empresa privada, donde parece moverse un poco más y sólo por la actividad
que apenas inician abogados laboralista democráticos, limitados a la asesoría legal y
los buenos consejos.
Eso representa una enorme cantidad de cosas aprendidas, en un apasionante proceso
por el cual trabajadoras(es) y también ejidatarios(as) hacen uso de un derecho
reservado a políticos, empresarios, profesionales: descubrir al país y al mundo más
allá del pequeño espacio en el que se mueven. Y con ello, lo que aquí y allá sus iguales
construyen de modo de reivindicarse como pueblo y reclamar su sitio en la sociedad,
abonando el camino de la utopía.
En un el Primer Curso Nacional de Sindicalismo Cristiano en el país, impartido en
junio de 1962 en Irapuato, durante dos semanas los cuadros del FAT escuchan a
Emilio Maspero y Andrés Mercau, Secretarios Ejecutivos de la CLASC encargados de
México, Centroamérica y el Caribe.
Es un evento muy similar al primero realizado León, que agrega algo importantísimo:
la introducción al conocimiento de la realidad económica, social y política de
Latinoamérica. Se habla allí de las dictaduras militantes que gobiernan varios países
del centro y el sur del continente; de “la existencia y luchas del movimiento sindical
latinoamericano”, y se hacen “algunos apuntes sobre el sindicalismo del mundo”23.
“Por primera vez –escribe Antonio Velázquez -escuchamos hablar de la Unidad Latinoamericana,
por la Patria Grande, anhelo de Simón Bolívar Libertador de varios países;
de la coincidencia en esa demanda con Benito Juárez y otros libertadores como
Martí en Cuba, San Martín, Artigas, y otros en el Sur de América.”
Los asistentes escuchan también por primera vez “las denuncias contra el imperialismo
de los Estados Unidos y el sometimiento que ejercía sobre los países de América
Latina, para apropiarse de sus riquezas naturales y explotar a los Pueblos”. Y así, la
necesidad de que “el movimiento de los trabajadores del Continente luchara para
superar esa opresión”.
23 Ibid.
FAT
60
Algunos de quienes participan en el curso habían entrado ya en contacto con estas
informaciones e ideas, al acudir a las reuniones de 1959 y 1960 con los representantes
de la CLASC, o, en el caso de contados cuadros, directamente en los cursos
de la Confederación en diversos países sudamericanos. Después, otros comienzan a
compartir la experiencia.
Imaginemos la revolución interna que de ese modo y en la preparación de las luchas,
sucede entre los militantes y los compañeros(as) de los sindicatos y grupos. Éstos
últimos(as) han descubierto quienes son los que los tratan como amos desde los
despachos de las mafias sindicalesl; que quienes tras su cargo en las Juntas de Conciliación,
en la Reforma Agraria o en los gobiernos municipales y estatales, los miraron
siempre de arriba abajo.
Casi de la noche a la mañana, pues, por la república comienzan a multiplicarse hombres
y mujeres con una visión que rompe el cerco impuesto por la propaganda de
la dictadura priista y los medios de comunicación. Una porción de ellas(os) pueden
mirar ahora tan lejos como sus enemigos de siempre. O aún más, ya que su perspectiva
se extiende por el continente, incluyendo ámbitos vedados a cuando menos una
parte del poder político y económico: el de los sectores del pueblo en proceso de
insurreccionarse.
El suceso equivale al que cerca del 2010 experimentarán los obreros de Sealed Power
de la ciudad de Aguascalientes; de quienes se incorporen a las organizaciones del
Frente Obrero Campesino Estudiantil Popular de Gómez Palacio, Durango, o a la
Cooperativa de Ahorro y Crédito de Saltillo, o a la Federación de Sindicatos Municipales
del estado de Chihuahua; o las trabajadoras(es) de Imprenta Morales, las
gasolineras, MetLife, la Central de Abasto, del Distrito Federal; o los del Sindicato
Nacional de Trabajadores del Transporte en General, Similares y Conexos de la República
Mexicana.
Es, ni más ni menos, que las puertas del presente y del futuro abriéndose para quienes
socialmente estaban destinados a no conocerlas jamás.
Y la historia apenas da sus tempranos pasos, con una organización coordinada y
nacional sirviendo de puente a las regiones y alimentándolas de información, capacitación,
instrumentos para movilizarse, y solidaridad.
El gran enemigo
Lo que en 1960 se levanta frente al FAT y frente al pueblo mexicano en su conjunto,
es el Estado corporativo, cuyas raíces la propia organización descubrirá:
“El modelo fue copiado de la Italia fascista por Plutarco Elías Calles, quién a través
de la embajada en ese país formó a los funcionarios mexicanos que copiaron lo implementaron.”
Entre ellos, el encargado de “afinar el proyecto final de Ley Federal
del Trabajo (LFT)”, quien después, “como secretario del ramo, lo aplicó de manera
implacable en contra de los sindicatos independientes”.
50 AÑOS
61
“En 1932 el hombre de confianza de Plutarco Elías Calles, en calidad de diputado
federal, declaró:
Pasemos ahora al fascismo, ese otro ejemplo formidable de lo que significa en la vida moderna
para la construcción económica de un país la lealtad de los principios claramente
definidos. Así cómo los Estados Unidos sostienen su lucha de clases, su libre competencia,
desatada y feroz en el campo de la lucha económica, y así cómo Rusia no admite la lucha de
clases, sino el predominio inflexible de una sola clase, el Gobierno Fascista, el sistema Fascista,
no quiere ni una ni otra cosa: busca el equilibrio, la coherencia, la cooperación de las clases.
He allí su premisa fundamental.”
Ellos van a organizar la cooperación de clases, van a edificar una política económica sustentada
en la cooperación de todas las clases productoras de la nación; y en este sentido van a
crear los órganos de su dinámica económica.”
El sistema Fascista descansa fundamentalmente en el sistema de las corporaciones, y las
corporaciones son un conglomerado de sindicatos; allí no preocupa la libertad individual; es
necesario encontrar el órgano en donde todas las clases de la producción se coordinen, y se
ha hecho obligando al sindicalismo de toda la Italia , de todas las fuerzas económicas, y al
mismo tiempo a la coordinación de los sindicatos pertenecientes a una línea de actividades,
en una corporación, que es la que juzga todos los conflictos, que es la que resuelve todos los
encuentros y todos los choques entre los distintos sindicatos. Allí el trabajador no está abandonado,
y en esto es necesario en gran parte combatir prejuicios.”
En la corporación fascista el trabajador no está aislado; en la corporación fascista el contrato
colectivo que representa la conquista máxima práctica dentro de la lucha de clases, porque
ya no es el hombre abandonado y sólo con su debilidad, sino que ya obra solidarizado en un
sindicato que tiene personalidad y fuerza, es una conquista definitiva; la corporación, cómo
digo, coordina todos los sindicatos; de la corporación se asciende a un Consejo de Corporaciones
y por último se llega al Ministerio de las Corporaciones que es el eje del Gobierno
Fascista.”
El Estado Fascista es el Estado cooperativo. Su tesis económica es que abandonar la nación
la lucha de clases cómo en los Estados Unidos, abandonarla a las fuerzas naturales de la
competencia económica, significa el caos; es la causa de las crisis continuas el no prever, el
no disciplinar los factores de la producción y ordenarlos de manera que no se entrechoquen
y se desgasten y no ocasionen otra cosa que el desbarajuste y el desorden; es la causa de
las crisis periódicas y de esas alternativas pasajeras de prosperidades que no duran; por eso
hay que conjurarlas y para eso hay que buscar la coordinación de las clases, labor que sólo
puede realizar el Estado, porque sólo hasta él trascienden los intereses contrastantes de los
individuos y los grupos en pugna.
Repito, no deseo criticar ni estudiar sistemas; quiero sustentar otra vez mi propósito de que
para estas arquitecturas económicas, lo fundamental, lo que las hace grandes, lo que las ha
llevado a resultados estupendos, lo que las hace ser ejemplos de realizaciones y construcciones
asombrosas, es el respeto consciente y profundo a líneas ideológicas que de antemano se
han trazado cómo premisas fundamentales de su edificación. (Aplausos.)”
“El corporativismo como sistema político –se lee en el documento del FAT al que
hacemos referencia- implica la integración de los ciudadanos de un país al aparato de
FAT
62
Estado por medio de corporaciones, ya sea en forma de asociaciones cívicas, vecinales,
de comerciantes, sindicatos de trabajadores y cámaras patronales, con la finalidad de
mantener el orden establecido, garantizando la participación del Estado como mecanismo
de gobernabilidad.
“En el mundo del trabajo las corporaciones no son otros que los sindicatos de la clase
obrera y los sindicatos patronales. El corporativismo utiliza a las organizaciones como
correa de transmisión que une al individuo con el aparato de Estado, con la pretensión
de garantizar de manera eficaz la aplicación de las respectivas legislaciones en cada
sector, tratando de mantener el control social de toda la población... pretendiendo
mantener bajo control la variable económica del salario.
Todo régimen corporativo se ha sustentado de manera ideológica en el nacionalismo
que presupone a la nación como realidad suprema a la cual hay que someter todos los
intereses de grupo, clase o individuo.
En este sentido todo movimiento que reclame para sí un espacio de autonomía es
considerado como un atentado a la nación. Por eso es crucificado el legítimo derecho
de las comunidades indígenas a vivir en autonomía. El internacionalismo es un
pecado en contra de la nación, el cual sale a relucir en las luchas sindicales cuando
sindicatos auténticos son acusados de traidores a la patria si establecen alianzas con
sindicatos de otros países.
El régimen corporativo mexicano pretende incluir la totalidad de la realidad social, y
se involucra en cuestiones de moral privada y en la vida cotidiana. Autodefinido como
encarnación jurídica de la nación exige unidad y fortaleza en torno de la imagen del
presidente de la república y disminuye los poderes judicial y legislativo.
El Estado mexicano puede o no reconocer los conflictos de clase, pero los disciplina a
los intereses de la nación: ninguna lucha fuera del marco jurídico, nada fuera del estado
de derecho diseñado para el control de las y los trabajadores; nada que permita la
acción autónoma de los ciudadanos…”24
La corrupción es parte del sistema, uno de sus sostenes, sin el cual difícilmente puede
operar.”
Este es el gran, monstruoso enemigo al que el FAT empieza a retar.
Irapuato
Deberíamos seguir la historia de cada lugar donde el FAT crece, pero el libro sería
eterno. Seleccionamos entonces algunos puntos, tanto por su importancia real en estos
años como por lo que representarán para el futuro. En ellos el trabajo se concreta
y no se estanca, a la manera de otro.
Empezamos por Irapuato, la ciudad que acompaña el desarrollo en León, de donde
llegan sus primeros auténticos organizadores.
24 Propuesta Lozano (feb 2009): Abaratar los despidos y fortalecer al corporativismo en:http://www.fatmexico.org Consultada el 8
de marzo de 2009.
50 AÑOS
63
Esta capital mexicana de las fresas, por la producción de los campos del municipio y
de los circunvecinos, en muy poco tiempo se vuelve uno de los núcleos más sólidos
de la actividad sindical del Frente.
Es la ciudad más pequeña de las que hasta aquí nos hemos acercado con cierto detalle:
en la década está pasando de los 127 mil a los 174 mil habitantes. La vida de su
industria es muy reciente, quitando a la rama de la electricidad, que tiene aquí uno de
sus centros regionales.
No hay tradición manufacturera al estilo de León, y apenas en 1958 se creó un parque
industrial. 45 fábricas de ropa, cinco de ellas de consideración, que dan trabajo a unas
cuatro mil personas, caracterizan a la ciudad.
En una de ellas entre agosto y noviembre de 1962 se formalizó y echó a andar el
primer sindicato del FAT en Manufacturera de Ropa Irapuato, con una planta de 150
trabajadoras(es). No hubo mayores dificultades para ello, tratando con un patrón
conocido por ser un buen hombre, honesto, dispuesto al entendimiento con quienes
laboran para él.
Pronto se demuestra, sin embargo, que eso es imposible. Que lo es debido a la superexplotación
en la cual está sostenida toda empresa nacional, y a algo que no suele
observarse hoy ni en 2010. Se presume que la corrupción y la ineficiencia adosada
a ella, son patrimonio del Estado y la clase política. Y se hace el ojo de hormiga a la
extraordinariamente extendida corrupción en la iniciativa privada.
Observaremos este aspecto con mayor detalle en esta misma ciudad, en los años
próximos, cuando las obreras(os) empiecen a intervenir, moderada pero promisoriamente,
en la administración de las plantas. Comprobarán de ese modo a qué nivel
llegan las prácticas ilícitas entre dueños, gerentes y demás, sin faltar el llano robo.
En el sindicalismo democrático promovido enteramente por el FAT en la ciudad, los
protagonistas serán en un 95 por ciento compañeras. Quizás por ello habrá una radicalidad
muy especial en los movimientos, guiada por la perseverancia, la búsqueda de
nuevas formulas y el compromiso con la producción.
Así este se convertirá en uno de los grandes focos nacionales, de la irrupción de las
mujeres en la vida pública, iniciando esa revolución que pareciera pacífica y no lo es
del todo. Representará el más sustantivo de los pocos avances sociales logrados en
medio de la larga cadena de pasos hacia atrás, que caracterizará a las últimas décadas
del siglo y la primera de los años 2000.
La conciencia sobre esta particularidad está ya en el nombre del sindicato: la Unión
de Obreros y Obreras…
En dos años se le suman los de Fábrica de Ropa Titán, Pantalones Austin y el de la Compañía
Jabonera la Constancia, que ya existía y “se afilió al FAT por el origen católico que
tenia”. Y en 1965 se constituye el Sindicato 15 de Agosto, también de la industria de la
confección. El volumen de empresas que abarca dice a las claras que también aquí la
organización se afirma definitivamente: Ropa Acero, Estrella de Oro, Maquilas El Roble,
Confecciones Delta, Creaciones Tauro, Maquilas El Bajío, Taller Tepeyac, Infantina, Maquilas
Populares y Taller Jagler.
FAT
64
De vuelta Antonio Velázquez es el encargado de contarnos en detallé el trabajo de
estos años en Irapuato.
“En diciembre de 1965, fui enviado a colaborar con el FAT de Irapuato… Aprendí el
trabajo sindical con las mujeres…Era necesario atender las tareas de administración
de los contratos colectivos celebrados, yo no tenia experiencia en el ejercicio de los
contratos colectivos, ni conocía la industria del vestido. Comencé por aprender el
proceso de producción, tarifas, tareas o cargas, maquinaria y equipo, tiempos y movimientos,
las costumbres laborales, etc.
Las disposiciones aplicables de la Ley, como tabulador, escalafón, vacaciones, jornada
de trabajo, seguridad e higiene, etc.; la ley del seguro, afiliación, cuotas obrero patronales,
servicios médicos, incapacidades, derechos de las mujeres por maternidad, ...
Los tiempos de reunión de las compañeras, ayudarles a descubrir cual era su situación
y sus derechos, como ejercer esos derechos en la fábrica, al mismo tiempo a
encontrar formas de atender sus deberes y aspiraciones como mujeres, su libertad, la
igualdad, a superar las agresiones en la fabrica, su papel en la sociedad y en la política,
su rol familiar, ...
Había un organizador permanente del FAT, que residía en el Distrito Federal y por
ello no atendía lo suficiente las necesidades organizativas y de formación de los sindicatos…
Con la acción de las compañeras, el apoyo de compañeros de León y de los
organizadores del FAT -Nicolás Medina, Victor Durán y Chelo Pérez-. Ella era una ex
dirigente nacional de la JOC que del DF se fue a radicar a Irapuato como organizadora
permanente del FAT. También contamos con la solidaridad de otras personas de
la ciudad: enfermeras, doctoras, una abogada, y la experiencia de algunas compañeras
dirigentes sindicales, que habían sido jocistas. Eso hizo posible superar la crisis…”
1964-1967
En León, en Kendall y Holanda y Opereta, las dos empresas que al lado de la desaparecida
Calzados América habían sido la primera sindicalizadas por el FAT en la ciudad, se
procede a despidos masivos. Las listas negras circuladas por el Centro Patronal empiezan
a circular y en otras dos plantas, Blasito y Kentol, también de la industria zapatera,
se echa a los afiliados al Frente que se detectan.
El gobierno hace perdidizo el registro del Sindicato de Obreros Libertarios, pero el avance
es imparable: lejos de desalentar a la población trabajadora de la ciudad, las luchas los
animan. Medina y sus compañeros acuerdan hacer un impasse para constituir nuevos
sindicatos. Para ese momento hace ya rato que se incorporaron cuadros que tendrán
un papel muy destacado: Patrocinio y José Luís Caudillo, estupendos organizadores, y
Víctor Quiroga hijo, futuro asesor laboral de la zona,
Uno más tarde, en 1964, se vuelve a la carga y a un mismo tiempo se sindicalizan tres
empresas: Calzado Magno, Recesa y Calzado Carmen. Es a partir de ellas que se obtiene
el registro de un nuevo sindicato de industria, el 20 de Noviembre, que casi en un abrir
y cerrar de ojos añade diez fábricas y talleres: Botas Jaca, Calzado Panalito, Cindy, James,
Omega, Zorro, Premier, Cizsa y Caballito.
50 AÑOS
65
Y se progresa sobre nuevos ramos, al constituir el Sindicato Primero de Mayo, de la
industria de la construcción, “que impulsa dos batallas en los conjuntos habitacionales
de La Florida y Bugambilias, donde se firman contratos colectivos que benefician a más
de un centenar de obreros”.
En 1965, un gran paso: la creación, con las organizaciones hermanas de Irapuato, del
Bloque de Sindicatos Auténticos del Estado de Guanajuato (BSAEG).
Dos años después, el FAT de la región cuenta ya con los sindicatos 1º de Mayo, 20
de Noviembre, Mártires de Río Blanco, 15 de Agosto, Jabonera la Constancia, Estructuras y
Techos, Emiliano Zapata y el de Oficios Varios. Al poco una más de industria en el calzado:
el Insurgente Ignacio Allende
Para ese momento se han hecho avances sobre una rama que dará pie a crear el primer
sindicato nacional de industria: el del hierro y el acero. El pilar es KSB Mexicana, de
León, al que ahora se suma el 27 de Diciembre, y en Irapuato, Cortinas Excélsior.
Entretanto, en Chihuahua prospera una experiencia que tiene mucho de igual y de
distinta. El paciente trabajo de contacto y capacitación son esencialmente los mismos,
con raíces que arrancan en 1955, aunque adquieren variantes. No conocemos en detalle
la práctica de los hermanos Treviso en Chihuahua, fundadores del Frente que en
estos años lo abandonan en las confrontaciones en torno a si el acento debe ponerse
en la lucha política o la lucha social.
A cambio nos damos una idea del de Alfredo Domínguez. Antes de 1960 este hombre,
que permanecerá en la organización hasta el momento en que se escribe nuestro
libro, empleaba fundamentalmente la historia de Moisés y el pueblo judío a quien
condujo a la liberación.
Lo hacia más allá del sentido bíblico, como una clara referencia para el México de la
época, donde también había un tirano, el presidente de la república; columnas represoras,
la policía y el ejército, etcétera. Algo no existía en tiempos del Antiguo Testamento:
el corporativismo, que costaba entender también en el presente.
Lo aprendido entre 1955 y la encomienda de formar el FAT en la ciudad, sigue sirviéndole,
como la “reconstrucción de las historias de vida” de los trabajadores y trabajadoras
que asistían a los grupos que entonces formaba. Se trata en resumen de aprender
de la cotidianeidad –las condiciones laborales y de vida en general- reflexionándolas
para descubrir las formas en las cuales se maneja el poder de los empresarios, de las
mafias sindicales y los gobiernos.
Pero la formación recibida en la CLASC, y la experiencia de los sindicatos que se constituyen
o se intentan, al acelerado ritmo sobre el cual hemos advertido, gradualmente
le permiten a él y a sus compañeros(as) definir tácticas y estrategias que se adecuan a
las particularidades de Chihuahua.
Aquí el FAT opera con la figura legal de un Instituto Técnico de Estudios Sociales
(ITESAC). En promedio asisten al local unos 100 trabajadores y trabajadoras, en su
mayoría de la industria, para estudiar torno, ciencias sociales, inglés… Es “una forma
de hacer relaciones para de ahí iniciar el trabajo sindical”.
FAT
66
Después del éxito en Pepsi Cola, se gana el registro de un sindicato del transporte
público y otro en Ropa el Diamante, y se hace labor entre albañiles y peones de la
construcción, campesinos de aserraderos dispersos por el estado… “Las broncas se
desparraman de manera increíble, le entrábamos con amor a las cosas y de pronto
traíamos al mismo tiempo tres huelgas”
Las actividades están dirigidas por un tono a la vez prudente e impulsivo, que empuja
hacia la presencia en las calles, en jornadas de tipos contrastantes, con un signo común:
la imaginación.
Cuando una huelga estalla, alrededor de ella se hace un representación en toda regla
sobre el vía crucis. Se escenifican “las siete caídas, los 30 latigazos, el lavado de pies…
la 15 estaciones que eran, creo”.
Otro día “en la esquina de las calle de Libertad e Independencia colocamos una manta
gigantesca que decía ¿Y la justicia social?” No se han retirado del lugar cuando aparecen
las fuerzas del orden para llevárselos. Los cuadros se parapetan dentro de un automóvil
“Pontiac 54, dos puertas, ocho cilindros, transmisión en línea”.
Como la policía es incapaz de sacarlos, dos grúas, por delante y por detrás, los levantan
y con patrullas a los lados, ante la expectación de quienes ven pasar el curioso
cortejo, son conducidos a la cárcel. En un santiamén llegan agremiados(as) y simpatizantes
a sacarlos, a toda costa, se diría, y se produce un momento realmente sublime,
en que los detenidos calman a la gente con el siguiente argumento:
“-Tranquilos, tranquilos. Es necesario que la causa tenga mártires, para que nos tomen
en serio.”
Cada región del FAT tiene su peculiar acento y su peculiar contribución. La de Chihuahua
es también la de un movimiento campesino muy dinámico, cuyo centro está en
el distrito de Jiménez, que abarca al municipio de ese nombre y a los cercanos. Y algo
más, que vendrá con el fin del sindicato de Pepsi Cola.
Empezando a dar la lucha por mejores condiciones de trabajo, el sindicato recibe un
golpe mortal. De un día para otro la empresa, que había cambiado de dueño, despide
a todos los trabajadores. Éstos se dan cuanta una mañana, cuando se presentan a sus
labores, encuentran las puertas cerradas, la planta rodeada de camiones de la CTM y
la noticia de que otros ocupan ya su lugar.
Por meses se instalan en la plaza Hidalgo y “dan una lucha feroz en defensa de su trabajo
y de su sindicato”. Ellos y sus familias se turnan para hacer las guardias de lo que
luego se conocería como un plantón, alimentándose y durmiendo allí. Se hacen mítines
y manifestaciones, boteo y volanteo continuo. Nada semejante se ha visto en la ciudad.
La solidaridad es muy amplia, inicia con los grupos de jóvenes del movimiento social
cristiano de la localidad, y continúa con el de contingentes campesinos del distrito de
Jiménez y otros puntos del estado, y con el apoyo que a través de la dirección nacional
del propio FAT llega de la ciudad de México.
En un momento se plantea la creación de un Frente de Solidaridad Popular, al que
se integran las organizaciones inquilinarias en plena lucha también, y la oposición en
50 AÑOS
67
general, incluida la izquierda. Se trata tal vez de la experiencia unitaria más importante
de la época en el país, precursora de otras más amplias, como el Comité de Defensa
Popular de la misma capital de Chihuahua.
Hay un toque de heroicidad en el movimiento, que Berta Luján aprecia: trabajadores
que son tentados sistemáticamente por la empresa para recibir su liquidación, y resisten
a pesar de la falta casi total de recursos en la familia; amenazas de muchas clases…
En estos fundamentales años, el trabajo del FAT abarca otros muchos lados. En el
Distrito Federal, por ejemplo se forman el Sindicato Industrial de Trabajadores de la
Construcción y el Sindicato de Textiles y Acabados. Allí también un compañero es detenido
en una cárcel clandestina, por organizar gremialmente a los policías industriales, y en la
zona conurbada aparece Comité Coordinador Social de Naucalpan.
Si concentro la atención en el Bajío y Chihuahua, es porque en esas regiones crecen de
la mejor manera los elementos sustanciales para el futuro de la organización.
En el medio sindical la afirmación vale también en términos de resultados. Frente a
lo que hemos visto en aquéllas, lo documentado en los demás estados se reduce a:
Tlaxcala, Unión y Esfuerzo y Artículo 123 Constitucional; Guadalajara, el Sindicato Niños
Héroes, y en Querétaro los de la Tintorería Modelo y San Carlos Tres Picos. De la Federación
Sindical de Michoacán no hablamos, pues su probidad y métodos de trabajo no
convencen al resto de sus compañeros y los decide a expulsarla.
En 1966, para la realización del Primer Congreso Nacional, se escoge León, y el renuevo
del comité coloca al frente a Alfredo Domínguez y Antonio Velásquez, secretario
general y de organización, respectivamente.
Falta sólo asomarnos a la actividad entre el campesinado. Con ello redondearemos
una idea: quienes promovieron la fundación del Frente, escogieron como centro de
operaciones la capital de la república. Consciente o inconscientemente, seguían así el
patrón del régimen, cada día más centralista, y se proponían una organización cuyo
motor fueran los sindicatos nacionales de industria.
La realidad del pueblo y del mapa del cristianismo social mexicano, se ha impuesto a
los planes. El avance se ha producido sobre todo a nivel de las regiones, a través de
sindicatos empresa o de ramo, locales y en un solo caso estatal, y en el campo. Lo
ha hecho cribando poco a poco las zonas que son corazón de la Iglesia católica. Eso
presagia lo que sucederá en breve, cuando se alcance áreas del sur y, de una manera
distinta a la ideada, el valle de México.
Hacemos un aparte aquí para un apretado resumen del trabajo campesino, fundamental
en esta y en la siguiente etapa del FAT. Desde el nacimiento de la organización, la
CLASC insistió en que tuviera un sector campesino. Todo indica que la Confederación
no tenía una idea medianamente clara del significado de su propuesta.
Para quienquiera que mire de fuera, es difícil apreciar la tradición comunitaria que hay
allí, de orígenes son muy anteriores a la Conquista, y que luego se afirmó en los siglos
coloniales para volverse la gran consigna de los ejércitos de Emiliano Zapata.
Si agregamos la carga del corporativismo entre la población agraria, tan o más pesada
que en el sindicalismo urbano, resulta difícil pensar que el organismo latinoamericano,
FAT
68
cuyo mayor trabajo estaba en las naciones al sur del continente, valorara el esfuerzo
solicitado al Frente.
En 1961, los comités nacionales de la organización encuentran muchos problemas
para el envío de delegados a los cursos y encuentros en Ecuador y Chile a los cuales
se los invita. Al año siguiente dan forma a una Federación Campesina, de la cual queda
como responsable Pablo Loyola. En ella se dan cabida a cooperativas ejidales para la
cría de cerdos, borregos y cabras, y una de abasto de combustible y lubricantes.
No disponemos de información sobre los escasos meses que el proyecto parece durar,
pues en 1963 al Primer Consejo Nacional del FAT asisten delegados de la Unión
Nacional Campesina o Movimiento Social Campesino, y al término del evento queda
formalizada la Unión Campesina de México (UCM).
Ésta agrupa a organizaciones de los estados de Hidalgo, Querétaro, México, Guanajuato
y Michoacán, y a grupos promotores en Jalisco y Torreón. El grupo más numeroso
es el de San Pedro de las Colonias, de la región de La Laguna, (con más de 10 mil
afiliados), y los otros 45 cuentan con un promedio de 100 socios. Para 1965 dos entidades
más son alcanzadas.
Una de ellas es Chihuahua, donde desarrollan su labor Jesús Levario Levario y Ceferino
Cisneros. Contactan a don Ramón Martínez en esa zona sur del estado donde se
encuentra Villa López, y surge el que resultará con mucho el mayor fruto de la UCM:
la Unión de Ejidos del Distrito de Jiménez, que abarca a varios municipios.
En poco tiempo se irá concretando la dotación o la ampliación de tierras para decenas
de ejidos, en un trabajo ejemplar que ya en el momento en el cual anda nuestro relato,
se vincula con el de Chihuahua capital. Es allí donde el sentido amplio del pueblo se
fragua con solidez en el FAT.
Hacia el principio de estas páginas, Alfredo Domínguez nos previno contra la dificultad
de entender el desarrollo del cristianismo social en México. De hecho sugirió que no
abundáramos en el tema, pues sólo crearíamos confusión. Él mismo nos dio en ese
momento una muestra de los porqués.
Cuando más avanza el libro más entiendo sus razones. Es inevitable, sin embargo,
hablar del tema por el estrecho vínculo que tiene en la evolución del FAT en las primera
etapas. Y porqué sin él no comprenderíamos algo que su compañera de luchas y
paisana, Bertha Lujan, insiste con justicia en subrayar:
“En el FAT se dan muy pocos casos de gente que haya vendido una lucha o se haya
corrompido de alguna manera, o que haya renegado o se haya volteado. Y creo que
esta línea de honestidad, de congruencia en la defensa de los derechos de los trabajadores,
en parte tiene que ver con gente que vive la religión cristiana o católica como
un compromiso con los demás, con el prójimo.”
En 2009, cuando hacia entrevistas para lo que aquí se presenta, le participé a Domínguez
la creciente impresión de que cuando menos en muchos de los cuadros del Frente,
pervivía un espíritu que traía a la memoria a los cristianos primitivos: no importa
los castigos recibidos y los sistemáticas anuncios de que su causa no prosperaría, nada
ni nadie era capaz de hacerlos desistir de la lucha.
50 AÑOS
69
El hombre sonrío y dijo a lo escueto:
-Sin duda llegará el día en que los cristianos se coman a los leones –en recuerdo a los
seguidores de Jesús lanzados a ser carne de las bestias en el Circo Romano.
“En los años 1962-1963 –recuerda de nuevo Antonio Velázquez-, ni pagando con efectivo
y de inmediato conseguimos abogados que nos llevaran los juicios de los trabajadores
que eran despedidos. El Lic. José Trueba Olivares, uno de los abogados en
León con fama de servicio social, en la primera demanda nos “orientó” como hacer el
escrito de demanda y como acudir a la audiencia de Conciliación, hacer la demanda y
las excepciones, pero ni nos redactó la demanda, ni acudió a la audiencia…
“Así que fue necesario convertirnos en abogados, lo que nos obligó a estudiar con
Nicolás Medina y luego en equipo con los compañeros “licenciados” pasantes de Derecho
José Trueba Davalos, Victor Manuel Duran y J. Jesús Verver; así desarrollamos el
despacho jurídico…”
Lo mismo sucede en la mayoría de las demás zonas donde prospera la organización
sindical, y de ese modo una carencia se vuelve un aliciente para la superación personal
y colectiva, liberando a los cuadros obreros de la dependencia de quienes tienen
estudios.
Otro tanto puede decirse de quienes hacen trabajo en el campo. Como Ramón Ramírez
Contreras, el líder natural de los ejidatarios de Villa López. Su educación escolar
llego sólo al cuarto grado, pero en estos años viaja constantemente a la ciudad de
México, donde se resuelve la solicitud de ampliación de tierras de su pueblo.
El trámite está plagado de los enredos que, a la manera de la LFT, las leyes agrarias
establecen para el control de mundo rural. Con ayuda del equipo de la Unión Campesina,
el hombre termina de aprender los vericuetos legales y se da maña para burlar
los cercos en torno a los funcionarios. No pasará mucho para que, entrevista tras
entrevista, llegue al despacho del director encargado del tema y alcance el objetivo.
De nuevo estamos ante una cuestión a primera vista resulta menor y no lo es en absoluto,
pues afirma en la práctica el principio de autogestión. La clase trabajadora de
las ciudades y la industria en general y del campo, muestran su capacidad para aspirar
a todo, incluyendo una sociedad distinta.
Insistamos en la conmovedora emoción que produce observar como militantes, se
incorporan, aprenden sin parar y dan vuelo a la imaginación que caracterizará al FAT.
Hoy celebran el primero de mayo con una concentración que a un mismo tiempo es
mitin y una quermes, y mañana irán al zócalo de su ciudad con aire solemne, a enterrar
la constitución despreciada por las autoridades laborales.
Han salido del oscuro lugar al cual se los destinaba e irrumpen en el espacio público,
reservado al poder. Los actos más pequeños son trascendentes por lo logrado y por
su sentido simbólico, que día a día los confirma en la convicción de que, al dignificarse,
su clase tiene un destino por cumplir. Se trata de un destino sin horizonte preciso y
así muy sugerente, pues invita a no parar.
¿Hasta dónde?, se preguntan, y en la continua retroalimentación entre compañeros(as)
de diversas partes del país, la pregunta sugiere un camino cada vez más ancho.
FAT
70
Esta retroalimentación se da a través de reuniones nacionales y de los viajes a otras
regiones. Velázquez, por ejemplo, deja registro de sus visitas, con el objeto de promover
la formación y la organización y a colaborar en la organización de la asesoría
jurídica o apoyar en conflictos: Monterrey, Saltillo, el municipio de Jiménez, Chihuahua;
Gómez Palacio, Torreón, Aguascalientes, Guadalajara, Querétaro, valle de México, Tlaxcala,
Puebla, Jalapa….
De acuerdo al mismo testimonio de Velásquez, en esta etapa previa al revolucionario
salto que la Teología de la Liberación significará para los creyentes y los no creyentes
del continente en global, el cristianismo social que en México apunta hacia ella, cuando
menos en el FAT de algunas regiones continúa nutriéndose de las enseñanzas de la
JOC.
El joven militante de León, se ha hecho jocista después de su entrada a la organización.
Encuentra allí “un movimiento de Iglesia no dependiente de la Jerarquía Católica”,
que “considera importante la participación de sacerdotes como asesores”, y la
aceptación de párrocos y obispos de una “Iglesia viva según el evangelio”, pero como
algo indispensable.
El método de ver, juzgar y actuar, dice, que “se convierte en habito personal y para el
trabajo en equipo” y lo ayuda “a superar mi falta de educación escolar, aprendí a leer,
a escuchar a los hombres y mujeres del FAT, aprender de sus experiencias de vida y
a encontrar junto con ellos respuestas a los problemas que se enfrentan en la lucha
sindical y social”.
En otras regiones el cristianismo social sustenta por una vía distinta a los cuadros del
Frente, evolucionando hacia las ideas de un cambio de raíz en la sociedad. Sucede así,
por ejemplo, en Chihuahua, por la influencia sobre todo del pensamiento de Porfirio
Miranda.
Entre 1966 y 1967, nuestra organización experimenta o protagoniza cuando menos
rompimientos con los ámbitos de la Iglesia y con el movimiento surgido en el IMSS.
El primero es la orden girada por el obispo de León, para que el padre Salvador García
salga de su curia. A partir de ese momento, Medina y los suyos rompen con la estructura
eclesiástica de la localidad.
El segundo rompimiento sucede en Chihuahua, cuando Domínguez y sus compañeros,
al deslindarse del Partido Demócrata Cristiano que sigue en relativo germen,
entran en un áspero conflicto con él. El hecho más a la vista, es la disputa por el local
en el cual ambos residen. Detrás está una controversia de fondo: ¿lo que debe estar
en el centro es la acción política o la social?
Que sea el FAT quien se quede con las instalaciones, tiene un contenido simbólico
profundo y unos frutos muy ricos: la plena conquista de la autonomía, del proyecto
elaborado desde la base trabajadora. Con ambos acontecimientos, nuestra organización
afirma los principios autogestionarios que pone en práctica desde la base, en la
democracia dentro de los sindicatos y de los grupos campesinos que se mantendrán
en él.
Otro tanto comenzará a sucederá un año más tarde con la CLASC y la Federación
Mundial de Sindicatos Cristianos a la qué aquélla está adherida.
50 AÑOS
71
Los contactos permanentes con la Confederación, y en particular los cursos y encuentros
en Venezuela y distintos países del resto de Latinoamérica, a los que asisten
los cuadros del FAT, tienen una variedad de virtudes.
De entrada, lo señalamos ya, es la llana posibilidad de salir del estrecho círculo al cual
están condenados por su clase. Si se amplia de manera extraordinaria en la irrupción
de los escenarios públicos, imaginemos cuánto lo hace al permitirles conocer otras
naciones e informarse de sus luchas populares.
Pero la CLASC es también el acceso a un sólido trabajo de formación, en aspectos
sobre los cuales las instancias del cristianismo social mexicano tienen poco o nulo
conocimiento. En particular, el sindicalismo.
Y aquí nuevamente una carencia se vuelve ventaja, porque para el organismo dirigido
por Emilio Máspero, la realidad mexicana resulta un laberinto incompresible, debido al
estructural tema del corporativismo. Decimos que es una ventaja para los militantes
del Frente, en cuanto debido a ello se le limita a Confederación a imponer sus líneas
de acción.
Nuestra organización, pues, bebe de dos grandes fuentes del cristianismo social previo
a la Teología de la Liberación, que nacerá en 1968. Más ninguna tiene respuesta para
lo en verdad importante: ¿cómo se rescata un sindicato o un ejido, o incluso cómo
se crean, dentro de una legislación singularmente enredosa, cuyo gran propósito es el
control de los agentes sociales, y con un aparato corporativo de excepcional fuerza?
En resumen: la completa autonomía y la plena autogestión, que suponen a la vez la
búsqueda de un pensamiento propio, están a la mano de los cuadros del FAT, que con
los años las conquistan.
El año del antes y el después: 1968
1968 es un año que marca al país. Para el FAT parece hacerlo en varios sentidos y a
nosotros nos permite entender hasta qué punto la historia se nos escabulle, dejando
ver sólo un poco e invitándonos a buscar cada vez más en ella.
El mundo entero vive bajo una tensión extrema. Lo ha hecho siempre desde que inició
la expansión europea a través de los mares, cuyo primer efecto fue la conquista
de América. A partir de entonces la cultura Occidental, representada por Europa y
por esa extensión suya que son los Estados Unidos, se imponen al resto de la tierra,
con modelos de vida que terminan creando la sociedad capitalista.
Con la Segunda Guerra Mundial de 1939-1945, se diría que los conflictos dentro de
esa cultura alcanzan un punto máximo dentro de ella misma y del resto del planeta.
Pero abren la puerta a una más vasta, que alcanza a la totalidad de los continentes y
amenaza por primera vez con terminar con la historia de la humanidad.
Lo hace por la división entre dos grandes bloques, el capitalista y el comunista, que
disponen de armas nucleares, cuyo potencial destructivo convierten al Apocalipsis
en una posibilidad concreta. La tensión se vuelve tanto mayor, en la medida en que
el enorme número de sociedades sometidas por los países occidentales, se rebelan
contra los siglos de explotación a los cuales han sido sometidos.
FAT
72
En 1968 una parte del explosivo panorama da forma a grandes movimientos en Francia,
Alemania, Estados Unidos, Checoslovaquía. En la mayoría de ellos los protagonistas
son los estudiantes universitarios y preuniversitarios, que simbolizan un nuevo fenómeno:
la existencia, hasta poco antes inconcebible, de una voluminosa población que
no está obligada a incorporarse al trabajo apenas sale de la infancia, y dispone así de
años para asimilar, consciente o inconscientemente, el terrible estado de sus propios
pueblos y del mundo entero.
El movimiento tiene peculiaridades distintas, e inicia en mayo en París y Praga, capitales
de dos naciones de ambos bloques. En México da principio en julio, se expresa antes
que nada contra el régimen corporativo con ya casi cuatro décadas de vida, y culmina
en octubre con la matanza de Tlaltelolco.
En América Latina se produce un segundo gran suceso: el nacimiento de la Teología de
la Liberación, a través del cual el cristianismo social da un paso gigantesco, acercándose
al pensamiento marxista y, así, a la idea de la necesidad de un cambio radical en la
sociedad que termine con la explotación y por tanto, del capitalismo.
Eso es posible gracias al Concilio Vaticano que, de octubre de 1962 a diciembre 1965,
discute la situación general del catolicismo, y el papel de la estructura clerical en la
sociedad al ahondar en la necesidad del compromiso con los pobres, derivada de la
encíclica Rerum Novarum promulgada en 1891; Este concilio abre sus puertas, por
primera vez a las iglesias de Asia, África y América Latina, siendo ellos una mayoría que
representa a los países más pobres del orbe.
El Vaticano II abre también otra opción al clero mexicano, al recuperar en sus resoluciones
el concepto de Iglesia como comunidad y al inmiscuirse en la lucha por los
derechos civiles, lo que permite un acercamiento entre católicos y marxistas, con
lo cual ambas interpretaciones del mundo salen enriquecidas, en especial la Iglesia
descubre el análisis marxista de la explotación capitalista y lleva a algunos teólogos a
desarrollar la Teología de la Liberación, consolidada en la II Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano (CELAM) de Medellín, donde Pedro Velázquez participa
como experto en la redacción de los documentos resolutivos:
“El Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias
sociales existentes en América Latina, que mantiene a la mayoría de nuestros
pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria.
Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberación
que no les llega de ninguna parte…
Vemos, a la luz de la fe, como un escándalo y una contradicción con el ser cristiano, la
creciente brecha entre ricos y pobres... Esto es contrario al plan del creador y al honor
que se le debe. En esta angustia y dolor, la Iglesia discierne una situación de pecado
social, gravedad tanto mayor por darse en países que se llaman católicos.”
Para remediar este “escándalo”, el saber teológico, que “aparecía reservado a quienes
se preparaban al sacerdocio ministerial y a unos pocos más”, debe extenderse a la
grey católica en su totalidad.”
50 AÑOS
73
Se da pie de ese modo a un amplísimo movimiento, organizado a través de comunidades
de base que por cientos de miles se extienden por el continente. Repetimos aquí
lo que al respecto sintetizó el libro sobre los 40 primeros años del FAT:
“Durante 1968, el movimiento social cristiano vive profundas transformaciones en la
percepción de su actividad pastoral; los documentos de la asamblea episcopal realizada
en Medellín, dan la base teórica para que se desarrolle la Teología de la Liberación.
Nacen también, las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), que redescubren el concepto
de iglesia igual a comunidad, y dan un vuelco radical a las funciones del sacerdote
en la parroquia y aunque esto sólo sucede donde el párroco se integra al proceso,
la experiencia sigue cosechando frutos:
Si una comunidad parroquial no se renueva, acaba por quedar cadavérica y envejecida.
Lo que en otro tiempo fue una fe viva, se convierte en armazón inútil... “.
Teóricamente cimientan la experiencia en una relación diferente entre parroquia y
comunidad:
1.- El equipo de sacerdotes que se pone al servicio de la comunidad, produce un
impacto si se sabe situar dentro de un estilo de vida nueva (...) Hay que desmitificar
esa persona que llamamos ‘señor párroco’ o ‘señor coadjutor, o ‘Don’. El sacerdote
dejará de ser también el hombre-solución, el hombre-justificador, el hombre-velador
del orden establecido, el hombre-psiquiatra, el hombre-última palabra...
2.- Poco a poco han ido desapareciendo toda serie de Asociaciones piadosas...
3.- El culto se simplifica... el servicio religioso no adquiere las características de una
función para desocupados, sino las de un servicio que corresponda al ritmo de trabajo
de la gente...
4.- Los fieles no encuentran en la parroquia ningún punto de apoyo donde poder
construir su vida. ( ... ) El cristiano descubre entonces que sentirse cristiano no es
cerrarse en unas estructuras cristianas. Comprende que la parroquia no le ‘soluciona’
la vida, ni se la construye...
5.- Se intenta madurar la responsabilidad del seglar en las comunidades del culto.
En la liturgia: la comunidad no alquila a nadie para realizar los servicios litúrgicos.
a) La comunidad que se reúne HACE la ceremonia ...
b) En la vida de la comunidad: existe una Asamblea anual de todos los fieles (...) Y un
Consejo Parroquial como organismo consultivo y directivo.
En la economía: está totalmente en manos de los laicos. “
El FAT se alimentará de este nuevo impulso, pero por caminos propios, que sustancialmente
ha encontrado ya. En febrero, adelantándose a la celebración del Concilio, y
meses antes también del inicio del movimiento estudiantil, el II Congreso Nacional de
la organización da un nuevo, importante paso en afirmar el espíritu autogestivo de las
clases populares mexicanas.
Se procede a una reforma de estatutos para hacer más horizontal, buscando formas
más democráticas al interior de su estructura interna. Viéndose en minoría, Nicolás
Medina renuncia, y es sustituido por Patrocinio Caudillo en la tesorería del Comité.
FAT
74
En la “agria discusión” no hay intención alguna en menoscabar la figura del dirigente
leones, a quien se reconoce como el personaje principal de lo desarrollado hasta
entonces.
Es sólo que los jóvenes que forman el corazón del Frente, reclaman ese cambio generacional
de ideas por el cual profundizan los principios en los cuales se basa la organización.
La muerte de Medina meses después, adquiere de esa manera un dramático,
simbólico sentido.
El Congreso ratifica al secretario general y de organización, y en su conjunto queda
en las mejores condiciones para encarar una nueva etapa y el par de grandes acontecimientos
a los que nos hemos referido.
Cuando unos meses después se produce el movimiento estudiantil, el FAT es una de
las contadas instancias obrero-campesinas que de inmediato se pronuncia a favor de
él. Ve allí lo que los propios estudiantes proclaman: la coyuntura para que el pueblo se
manifieste, incorporando sus demandas.
No resulta así, y en términos generales las acciones quedan limitadas al ámbito de las
universidades y de las escuelas vocacionales y preparatorias que forman parte de su
sistema. El espacio natural en que se mueven se concentra en la ciudad de México,
pero alcanza a otros estados. A efectos de nuestra organización, el más relevante es
Chihuahua, donde el cristianismo social ha hecho considerables avances entre el estudiantado,
relacionando a una porción de él, según vimos, con las luchas sindicales y
campesinas.
En ese momento el FAT da un segundo, pero muy representativo salto en términos
autogestivos. EL FAT presenta ante la Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos,
hermana mayor de la CLASC, una propuesta para declararse contra la represión
al movimiento estudiantil en su país, y la Confederación se resiste. Argumenta que
no ve motivo de convalidar una lucha cuyos actores fueron jóvenes universitarios. EL
Frente contesta que no sólo han sido éstos los involucrados, sino los sindicatos y las
instancias campesinas.
En el fondo nuestra organización reclama lo mismo que ha reclamado en México: la
urgencia de una transformación de la sociedad en su totalidad. Y la valida en la práctica.
Antonio Villalba recuerda:
“El FAT siempre nos dijo: primero organización. Otra línea de acción es la, formación
- capacitación para entender, qué carajos es un sindicato y cuál es la diferencia entre
un sindicato de aquellos que había en la CTM, un sindicato donde se enriquecían los
líderes y un sindicato real, auténtico donde los trabajadores en la asamblea toman las
decisiones.
El FAT empieza a crecer con mucha rapidez en Chihuahua, Yo me volví organizador
del FAT. Me gustó la idea. A los 20 años es muy difícil que un joven se embarque, pues
yo me embarqué así de lleno; órale vamos entrándole a la organización. Con mi poca
experiencia organizamos ocho sindicatos en menos de un año en Chihuahua, fue todo
un proceso para que firmaran el contrato colectivo, hubo que tomar la fábrica
Y luego cuando vieron que estaba tomando mucha fuerza el FAT apareció la CROC,
allá, y entonces se dividían entre la CROC y CTM los sindicatos, porque eran los sin50
AÑOS
75
dicatos oficiales. Ustedes saben que los patrones escogen a esos sindicatos, porque
no les dan lata, a esos basta y sobra con darles una lana a los líderes y los sindicatos
están controladitos.”
En 1969, en un nuevo empuje por mejores condiciones de trabajo, los sindicatos de
El Diamante y Pepsi Cola reciben un golpe mortal. De un día para otro la empresa, que
había cambiado de dueño, despide a los trabajadores. Éstos se dan cuanta una mañana,
cuando se presentan a sus labores, encuentran las puertas cerradas, la planta rodeada
de camiones de la CTM y la noticia de que otros ocupan ya su lugar.
De nuevo tiene la voz Antonio Villalba:
“… empezó la cadena de desmadrar a los sindicatos del FAT. El primero que se echaron
fue el de ropa El Diamante, y nosotros fuimos los últimos, nos despidieron a todos,
un lunes llegamos a trabajar, nos esperaba el gerente en la puerta con una lista de
todos los despedidos.
La empresa tomada por esquiroles y golpeadores contratados por la CTM; le rompí el
escrito ahí mismo en la puerta y vino una lucha muy fuerte. Estallamos la huelga pero
desde afuera, nos la declararon inexistente, duramos con el juicio y el amparo dos o
tres años, y en ese tiempo había que irse al amparo a Torreón porque no había juzgados
en Chihuahua. La empresa empezó a llamar trabajador por trabajador, a darles su
lana. De 120 solamente quedamos 30 que no nos rajamos.
En una audiencia en la Junta de Conciliación y Arbitraje, llegó el abogado de la empresa
con 50 mil pesos para mí, y le dije que los hiciera rollito y se los metiera por donde le
cupieran. Los 30 que quedamos nos quedamos sin indemnización, sin nada. Esos 50 mil
me costaron mi primer divorcio, porque mi mujer cuando le platique me dijo
-Pendejo -. 50 mil pesos del año 69, con eso compraba uno dos casa en Chihuahua.
-Cómo que no aceptaste, eso era la educación de tus hijos.
Teníamos dos hijos. Le dije:
-Si mi hijos se van a educar con ese dinero, prefiero que no se eduquen, prefiero que
ni vayan a la escuela, pero no con esa lana que es por vender trabajadores y yo no
vendo a nadie.”
Por meses todos los de la resistencia, nos instalamos en la plaza Hidalgo para “dar una
lucha feroz en defensa de nuestro trabajo y nuestro sindicato”.
Todos, incluyendo familias se turnaron para hacer las guardias de lo que luego se
conocería como un plantón, alimentándonos y durmiendo allí. Se hacen mítines y
manifestaciones, boteo y volanteo continúo. Nada semejante se ha visto en la ciudad.
Hay un toque de heroicidad en el movimiento, que Berta Luján aprecia: “trabajadores
que son tentados sistemáticamente por la empresa para recibir su liquidación, y
resisten a pesar de la falta casi total de recursos en la familia; amenazas de muchas
clases…”25
25 Entrevista a Bertha Lujan, ya citada.
FAT
76
La solidaridad es muy amplia, inicia con grupos del Frente Estudiantil de Chihuahua,
que ha nacido al impulso del propio cristianismo social, y continúa con el de contingentes
campesinos del distrito de Jiménez y otros puntos del estado, más el apoyo
que a través de la dirección nacional del propio FAT llega de la capital de la república.
Se plantea la creación de un Frente de Solidaridad Popular, al que se integran la Colonia
Francisco Villa, una de las primeras luchas de posesionarios en el país, y el Movimiento
Revolucionario del Magisterio, prácticamente silenciado desde la represión de 1959 a los
históricos sindicatos nacionales. Está reunida, por lo tanto, la oposición al régimen en
su totalidad, incluida la diversidad de la izquierda presente en ésas dos organizaciones.
Se trata de una experiencia unitaria precursora de otras más amplias, como el Comité
de Defensa Popular de la misma capital de Chihuahua. Nada semejante se ha producido
las batallas populares del México urbano de la década, simbolizando la llegada de una
nueva etapa.
La derrota final del sindicato lo es y no, pues, y en lo inmediato se expresa por el
boicot ciudadano a la empresa, que debe ser vendida a su más temible competidor, la
Coca-Cola.
En esta experiencia y en el conjunto de su acción a lo largo del año, el FAT se proclama
por la transformación de la sociedad desde la raíz. E inicia el acercamiento a los
jóvenes marxista que maduraron durante el movimiento estudiantil.
Para ese momento nuestra organización se ha resuelto también por dar auténtica
forma al cooperativismo que hasta aquí se ha desenvuelto sin una perspectiva bien
definida. En él encuentra “no sólo una alternativa táctica para resolver las necesidades
inmediatas” de los sectores populares, sino el complemento a “un proyecto embrionario
donde ya se vislumbra la autogestión como la forma democrática de socializar
los medios de producción”26.
26 40 años de lucha p.88.
50 AÑOS
FAT
50 AÑOS
CAPÍTULO II
QUE LLEGÓ EL TIEMPO DEL
PUEBLO
(1969 - 1981)
FAT
50 AÑOS
83
En todos los periodos de su vida el FAT enfrenta enormes, cambiantes desafíos, participando
en una gran cantidad de movimientos, como representación de los sectores
populares que luchan por el lugar que les corresponde en el país.
En la etapa que ahora iniciamos, la organización deberá responder a la precipitación
de las inquietudes de la gente que trabaja en la industria y el campo; del pueblo de
las ciudades en demanda de un techo, servicios básicos y, siempre, libertad. Lo hará
sobre todo en términos de reivindicación de derechos, pero también de promoción
del cooperativismo.
Las regiones donde actúa cambian y aumentan, reclamando la presencia de esta expresión
del cristianismo social que se encuentra con el pensamiento socialista. El
proyecto que ha nacido en una porción de puntos del centro y norte de la república,
se encuentra así con el sur y de una vez bien a bien con ese gigante de la ciudad de
México, que no para de aumentar su importancia nacional en términos económicos
y de población.
No hay modo de recoger con mínima fidelidad lo que sucede, entre un extraordinario
reto para crecer y una serie de fenómenos políticos, económicos y sociales muy
complejos.
Nos vemos obligados, pues, a un resumen que ni de lejos profundiza en los hechos
como debiera y deja fuera multitud de cosas. A lo que no renunciamos es a señalar el
emocionante y conmovedor esfuerzo de años que demandan la multiplicación de la
actividad militante.
Al hacerlo, de nuevo y cada día en mayor medida, transmiten el esfuerzo y convicción
de las familias involucradas en la lucha en cada una de las fábricas, empresas de servicios,
ejidos, colonias de posesiones, en las cuales actúan.
Queremos subrayar dos grandes cuestiones. La primera es el total respeto al principio
de la correspondencia entre la vida como militante y la vida privada, cerrando
las puertas a la corrupción y a la falta de transparencia. La segunda es la generosidad
con que el FAT actúa, poniendo por delante desarrollo de los movimientos y no su
reclutamiento.
Eso lo convierte en una joya rarísima de encontrar, entre partidos, sectas, tendencias
sindicales, centros creados por abogados laboralistas, obsesionados con llevar el agua
a su molino, por lo común sin reparar en los daños que producen en los sindicatos,
los barrios y los centros de trabajo, que han costado años de construcción y sacrificio
a las trabajadoras(es).
Hay allí una ética, un comportamiento moral, forjado en la etapa de nacimiento del
FAT, que conserva el espíritu de misión y así será capaz de transmitirlo a las siguientes
etapas. Este espíritu está en principio en cuantos se involucran en el nuevo despertar
del pueblo, al principio cargado de ideas doctrinarias, que generalmente se irá limando
hasta desaparecer.
El Frente logra conservarlo porque lo ha convertido en una estructura y en una línea
de pensamiento que los garantizan.
FAT
84
En el primer capítulo intentamos seguir al FAT como parte del cristianismo social
que avanza hacia posiciones revolucionarias. Lo hicimos saltando enormes huecos
de conocimiento sobre ése cristianismo social que merece un estudio por sí mismo,
sobre todo de parte de quienes como yo y la mayoría de los lectores de nuestro libro,
somos por completo ajenos a él.
No repetiremos el intento ahora con las relaciones entre el Frente y la Teología de la
Liberación, pues correríamos igual o peor suerte. Nos referiremos a ellas sólo en lo
estrictamente necesario, dejando la tarea a los que vengan después.
Crecer
Entre 1967 y 1969, el FAT se hace presente en la capital de dos estados donde se
desarrollarán movimientos populares de excepcional valor: Coahuila, Nuevo León,
Morelos y Nuevo León, donde comenzará a cosechar lo sembrado años atrás.
Monterrey
Tardé mucho en darme cuenta de que quizás la mayor ausencia en la memoria colectiva
del FAT, es Monterrey. En los libros dedicados a la organización, poco o nada se dice
de la actividad desarrollada en esta ciudad. Se dan en ella luchas cabales, comparables
a las más ricas de otros lados, con un enorme esfuerzo de formación, y la labor se
extiende a las cooperativas y al movimiento urbano popular.
Para que nuestro libro contribuya a empezar la justa reconstrucción, echamos mano
a entrevistas a algunos de los grandes cuadros de fines de los años 1960, 1970 y principios
de los 1980.
En los 60s, como en 2010, Monterrey es la tercera ciudad de importancia en el país,
con una industria de una pujanza sólo equiparable al valle de México, y el empresariado
más homogéneo y arrogante de la república. Conforme veremos en cuantas
regiones se toquen en las próximas páginas, resultaría una incorrección decir que por
ello las luchas sociales y las sindicales en particular presentan dificultades superiores
al resto del país.
No exageramos, sin embargo, afirmando que aquí se topan con una cámara patronal
especialmente atenta, que reacciona con especial rapidez. Eso y un apunte más
estamos en disposición de hacer: las relaciones del empresariado con las mafias corporativas
tienen que tratarse con delicadeza, pues esta es la cuna de los sindicatos
que en términos estrictos se llaman blancos, organizados de manera directa por los
industriales.
Quizá por ello en los años que tratamos la Confederación Revolucionaria de Obreros
y Campesinos (CROC), es la central charra que goza de una membresía comparativamente
muy alta, frente a la CTM. Y tal vez también por eso se ha hecho un registro
histórico muy pobre del FAT en la localidad, ya que las primeras batallas se dan de
manera para sindical, penetrando al monstro y organizando la lucha desde dentro, sin
desafiliarse.
No es el primer y último lugar donde el Frente y la militancia próxima a él, ponen
en práctica la democratización de la vida sindical, usando el cascarón charro. Se hace
50 AÑOS
85
sobre todo cuando se topa con una sección de un sindicato regional o de industria,
pero en ocasiones también si se trata de uno de empresa. El objetivo es liberarlo
por completo, aunque pueden pasar años para cumplirse y ejercerse sin embargo un
auténtico poder obrero.
Si bien esta noción de poder obrero comienza a aplicarse hacia 1974, con la huelga de
Spicer en la ciudad de México, un buen número de movimientos la ponen en práctica
desde siempre. En el periodo en el que estamos, cada día más y resulta casi una regla,
es se debe a la intransigencia con la que se enfrentan trabajadores y trabajadoras progresivamente
conscientes y radicalizadas(os).
En Monterrey tenemos un ejemplo clarísimo, con lo que suele conocerse como la
primera lucha de Clover, que en realidad es la de cuatro plantas de distintas ramas
industriales.
Antes de echarle un vistazo, apuntemos que nuestra organización muy pronto empezó
a hacerse presente en la ciudad. En un momento para nosotros impreciso, antes
de 1965 al parecer. Alfredo Domínguez tomó contacto con el padre Miguel Alanís, y
a través de el, con Beatriz de la Vega, un personaje fuera de serie que por entonces
pertenecía a una comunidad religiosa1.
Ella había estudiado Servicio Social y era la encargada de relacionarse con la gente
para discutir sus problemas, a la manera que entrevimos en la JOC. Gracias a los
cursos que les impartían Filiberto Sánchez, el propio Domínguez y Antonio Velásquez,
entre otros, Beatriz contaba con un grupo de compañeras, sobre todo, preparadas a
organizarse y a organizar a los demás.
Manuel García, el cuadro de mayor tradición del Frente en el lugar, recuerda subrayadamente
a Juanita, Margarita, las hermanas Plata, cuyos nombres completos olvidó, y a
Socorro Salazar y Raúl Reyes, esposo de la primera. Él mismo dice, con su inigualable
estilo:
-Ellas, chavas jóvenes, fueron las que nos involucraron a nosotros. Porque llegaban a
la CROC con su minifalda y nosotros llegábamos con toda la fuerza del mundo. Y nos
invitaban a estudiar la Ley Federal Del Trabajo y nosotros, pues, claro que sí.
”Nos ofrecían un cafecito, un vaso de agua, un refresco, y ya empezaba el ambiente y al
ratito ya estábamos muchos trabajadores de la CROC, tanto obreros normales como
los que eran dirigentes, metidos para irnos con Beatriz. Ahí empezaron las reuniones,
los talleres…”
Saltillo
Entretanto el FAT alcanza una ciudad que durante 1974, en CINSA-CIFUNSA produciría
uno de los momentos más altos en las luchas sindicales de esta década y de
las por venir. Nos referimos a Saltillo, Coahuila. Por la capacidad organizativa y las
enormes movilizaciones que realizan; por el número de obreros y obreras que lo protagonizan
y la justicia de sus demandas; por el gigantesco poder de los empresarios a
los cuales se enfrentan y el profundo efecto que provocan sobre la ciudad de Saltillo,
1 Entrevista en casa de Beatriz de la Vega. Archivo del FAT.
FAT
86
la huelga de 1974 en las empresas hermanas, es sin duda uno de los puntos más altos
en las luchas sindicales de esta década y de las por venir.
El FAT había alcanzado esta localidad a fines de la década de 1960, para un trabajo que
por años permanece en las sombras pues pone su atención justo en ésas empresas
hermanas. La primera presencia se dio a pocos años de fundado.
Antonio Velásquez, llegó para asesorar a los trabajadores de TH empresa que producía
estructuras metálicas, querían formar su sindicato, siguió todo el proceso pero
tuvieron que afiliarlo a la CTM a fin de conseguir el registro y no se pudo continuar
la relación, pero el Sindicato de TH siguió funcionando por muchos años
Quien conoce la historia en detalle es Neli Herrera, cuyo testimonio tiene un valor
agregado: muestra el nivel de participación y dirección de las mujeres del pueblo, que
aprovechan el lugar que comienza a despejárseles. Y con él un sentido de la lucha cuya
hondura, paciencia y esmero sólo se explica por un género por milenios acostumbrado
a influir en las grandes cuestiones de manera silenciosa y con una visión que a un
tiempo conserva la herencia de los antepasados y ve muy a lo lejos en el futuro.
El peculiar caso de Neli, como todo mundo la conoce, porque es un diminutivo de su
nombre que es Manuela, le permite expresar estas virtudes de la manera más cabal.
Parte de una familia campesina de Zacatecas, su padre se convierte en militar y por
ello nuestra compañera cambiaba de residencia cada poco. De hecho, nació en Ameca,
Jalisco, y pasó su infancia en Durango, hasta los 12 años, cuando llega a Saltillo.
Fue hija única y por ello quizás recibió una atención particular, que despejó su mirada.
La larga enfermedad de la madre contribuyó a que esta mirada se sumara un sentido
de responsabilidad muy temprana. Para ayudar en el difícil trance, abandonó los estudios
apenas terminada la primaria, que continuaría luego hasta el nivel secundaria a
través del sistema abierto.
La presión familiar y social para que se casara a la brevedad de modo de no quedar
sola, añadió un elemento de rebeldía, que la llevó a tomar la decisión de no casarse,
sobre lo cual manifiesta no haberse arrepentido nunca.
-Eso me creó una forma especial de ser –cuenta ella-. En mi vida personal yo no he
vivido la situación de opresión, de menosprecio y violencia que ha vivido la mujer. Y
luego, como me formé en un ambiente muy católico, menor a los 10 años de edad
me llené de deudas de veladoras por problemas que pedía que se resolvieran, como
me gusta decir, hasta que me di cuenta de que no podía pagarlas.
“Entonces dije yo –continua. Si Dios es padre y nos quiere, me tiene que ayudar, y fui
a la iglesia a decirle que no, que no podía pagar. Y me sentí libre. Eso no lo olvido y lo
cuento, porque me ha ayudado en otros momentos a tomar ciertas decisiones. Ya de
joven, como leía mucho y en particular de viajes, me dije Yo me voy a conocer el mundo,
no puedo sólo conocer una partecita de este planeta, aunque sea como afanadora
en un barco.” El problema de columna que la incapacitó más adelante para continuar
trabajando en la fábrica y quedar sujeta a una pequeña pensión del IMMS, le impidió
viajar por todo el mundo, pero no le impidió seguir participando y haciendo algunos
viajes en el interior del país.
50 AÑOS
87
Ese espíritu de libertad la marcó profundamente y le permitió negarse a lo que veía
alrededor:
“Las mujeres se casaban por tener marido, y con mis novios, cuando me planteaban
matrimonio, llegaba el momento de decir no y hasta aquí.”
La independencia así ganada representaba el costo de mantenerse a sí misma y a
cambio le permitió de disponer del tiempo y la autonomía para interesarse en las
cuestiones sociales, a través de la fe y el amor a mi patria que me inculcó mi padre.
-En una Semana Santa –continúa- me leí toda la Biblia y una cuestión me quedó muy
clara: que Jesucristo se había hecho hombre para salvar a la gente, a los pobres. ¿Y que
había sido José? ¡Carpintero!
Para entonces “había participado en algunos grupos de Iglesia: con los Trabajadores
Guadalupanos, en cursillos… Pero eso no me decía nada porque, por ejemplo, llegaba
el 12 de diciembre y los padres iban a la planta a celebrar la misa que los patrones
querían”.
“Hablé con los religiosos con los que me movía, para manifestar desacuerdo y no
regresar”, y al mismo tiempo leyó un libro de Simone Weill, una escritora francesa
que decide ingresar a trabajar como obrera y explica cómo es la vida en una fábrica. Y
después de haber sido cajera 11 años, resolvió entrar a CINSA.
“En 1968, ingresé a trabajar a CINSA haciendo relación con obreras y obreros, la Gerencia
de Trabajo Social que me había ayudado a ingresar, promovió la OSO, Organización
Social Obrera, impartían cursos sobre cuestiones sociales, cuando se empezaron
a tratar problemas de trabajo y demandas que reclamaban los obreros.
“El programa se vino abajo, el gerente y las trabajadoras sociales salieron despedidas
y éstas pidieron como condición que los obreros fueras respetados, pero sólo duró
un tiempo, poco después un buen número que participaba en la OSO quedaron despedidos
entre los que destacó Gabriel Salas Ramírez que años después sería dirigente
en nuestra Cooperativa.”
Continuaba sin embargo las relaciones con algunos padres y algunos obreros, y al
llegar el movimiento estudiantil de 1968, entro en contacto con él y se dedicó a divulgarlo
en la ciudad, donde no tenía efecto, ayudada por un grupo de jovencitas. Iban a
los colegios católicos y a la propia universidad de Coahuila.
En un evento de reflexión de la jerarquía eclesiástica y seglares cercanos, organizado
en Piedras Negras. Ella fue como obrera, y había otros representantes de sectores
populares.
Hizo la narración del terrible estado que se vivía en CINSA donde las obreras tenían
que tomar mejorales con coca cola para poder soportar sin desmayarse el intenso
calor y el ruido estruendoso de las máquinas. Ahí le dijo al obispo frente a todos, que
a las trabajadoras de aquélla fábrica les había dolido mucho enterarnos que él estaba
viviendo en una enorme casona propiedad de los López del Bosque mientras le arreglaban
el obispado, el obispo respondió que de pronto no tuvo a donde ir,
-Señor -le dijo Neli-, están nuestras casas de todas las obreras de CINSA, conmovido
humildemente pidió perdón,
FAT
88
Así fue estableciendo contactos cada vez más comprometidos con la lucha social.
“Con los obreros despedidos y contactos de los que quedaron dentro –continúa la
compañera- comenzamos a organizar reuniones de obreros y algunos estudiantes,
con el fin de analizar la problemática, los obreros necesitaban orientación y asesoría e
hicimos contacto con el FAT y empezaron a visitarnos algunos de sus dirigentes para
participar en reuniones y cursos.
Un hecho característico de las condiciones que se vivía, fue que descubrimos en el
Palacio de Gobierno, que se exhibía una foto en la que Antonio y yo vamos pasando
por la Plaza de Armas, tomada durante la primera visita de Antonio Villalba a esta
ciudad.
Organizamos un curso de formación sindical que impartió Alfredo Domínguez,
pero uno de los estudiantes Guadalupe Robledo, hoy seudo periodista, cometió
la indiscreción de distribuir volantes alusivos en la salida de las fábricas del Grupo
Industrial Saltillo.
Cuando llegamos al local de dos pisos de la Sociedad Mutualista Zarco de Artesanos,
en las escaleras nos topamos con policías que subían y bajaban y observaron todo.
También desde las azoteas vecinas vigilaban con binoculares y tomaban fotografías.”
Para ese momento los campesinos ixtlero-candelilleros hicieron contacto con ella y
solicitaron asesoría, que vino a proporcionarla Ramón Ramírez, el asesor y dirigente
campesino del FAT. También Alfredo Domínguez asistiría en algunas reuniones.
A partir de este momento, en términos prácticos el FAT estaba establecido en Saltillo.
Las reuniones se siguieron y fueron el germen del Gran Movimiento Obrero CINSACIFUNSA
del 3 de abril al 3 de junio de 1974 con 6 mil obreros en huelga.
Valle de Cuernavaca
Simultáneamente el Frente empezaba a enraizarse en el valle de Cuernavaca, uno de
los puntos más beligerantes del movimiento obrero en los años 1970. Podemos conocer
el proceso con minuciosidad, gracias al estupendo libro de Sabás Rendón Galicia2.
Hemos insistido en que en el medio sindical urbano, donde se concentra la mayor parte
de su energía, durante los años 1960 la organización es la única de carácter nacional
que recoge la inquietud en el interior de la empresa privada, principal beneficiaria del
milagro mexicano.
Por ello no resulta en absoluto extraño, que a comienzos de 1970 en el local de León,
sede del Comité Nacional, se presente un grupo de trabajadores de la capital del estado
de Morelos solicitando ayuda.
Llevan tras de sí dos intensos años de lucha en un par de plantas de la gran industria
trasnacional: Nissan Mexicana y Textiles Morelos. Sin embargo y aunque al menos uno de
ellos, el tlaxcalteca Gabriel Muñoz, no es del todo inexperto en los conflictos sindicales,
carecen de la formación que los cuadros del FAT han desarrollado.
2 El libro se llama El sindicalismo automotriz independiente en el México de los setenta. Testimonio de un dirigente obrero
yautepequense en CIVAC, y fue publicado por Guillermo Peimbert Editor, en 2008. Pueden conseguirse ejemplares de él en el
local del FAT en el DF.
50 AÑOS
89
Las fábricas están instaladas en lo que se conoce como Ciudad Industrial del Valle de
Cuernavaca (CIVAC), surgida a mediados de la década anterior a instancias del gobierno
estatal. Para ello los empresarios reciben las facilidades y garantías acostumbradas:
instalación gratuita de servicios, exenciones de otros impuestos, derecho a explotar
mantos de arena, grava, y, desde luego, protección del sindicalismo charro. De modo
que éste firma con ellos de manera automática, digamos, contratos colectivos de protección
abiertamente leoninos.
NISSAN es la quinta compañía más poderosa del mundo en la producción de automóviles,
y su planta de Morelos, una de las 23 repartidas por el planeta. En ella, incluso
antes de iniciadas las operaciones, se sabe de la existencia de un sindicato de empresa
regenteado por la Federación de Trabajadores de Morelos, de la CTM. Con la afiliación
sindical viene incluido también el contrato de protección y afiliación automática al PRI.
El abuso llega a prácticas que parecerían reservadas a las pequeñas y medianas empresas,
como el empleo de obreros(as) en trabajos ajenos a la empresa como la albañilería,
jardinería y demás, en las casonas de los administradores.
“La conformación de planta era enorme –continúa el compañero-, imponente y novedosa”,
subdividida en dos grandes cadenas, de producción y ensamble, y en numerosos
y departamentos: carrocerías, pinturas, vestiduras, tornos…”
“En la etapa de arranque el trabajo parecía sencillo, por el pausado ritmo de las líneas.
Pero enseguida, y por poner el caso del departamento de vestiduras, los dos metros
cuadrados entre los cuales debía moverse el operador, se volvían el pequeño infierno
conocido en todas las industrias altamente mecanizadas. La pieza, a veces de tamaño
tan grande como el automóvil mismo, llegaba una tras otra demandado se cumpliera
la tarea específica, en el reducido espacio que se asignaba.”
La amenaza de ser rebasado por la velocidad de la cadena, podía tornarse en angustia,
y con frecuencia el obrero sentía que poco a poco iba hacia atrás, hasta casi topar con
el siguiente compañero.
La visita en 1970 de los compañeros(as) de Textiles Morelos y Nissan a la dirección nacional
del FAT instalada en León, decide enviar a Cuernavaca a José Merced González,
quién, con ayuda de Salvador García, el sacerdote expulsado por el obispo leonés, crea
el Centro de Formación Social del Estado de Morelos (CEFOSEM).
Mientras tanto, en este periodo, León será una plaza donde el FAT dará un gigantesco
salto.
Al Sindicato 20 de Noviembre, con las secciones que ya consignamos en 1967, se suma
el Insurgente Ignacio Allende, cuyas principales, primeras empresas alcanzadas son Au
Petit Jean, antes Calzado Catalina, y Dunga.
En 1970 un acuerdo entre el gobierno estatal y municipal con empresarios y charros,
lanza una brutal cargada contra la organización en la ciudad: ni más ni menos que ¡trece
secciones! de la industria del calzado quedan destruidas. “Violencia física, despidos
y violación flagrante de la ley son las armas.”
Para ese momento se crean Institutos Técnicos de Estudios Sindicales allí, en Guadalajara,
Chihuahua y el valle de México.
FAT
90
En este último punto el FAT se apresta también a expandir el trabajo, transformando
la primera década de pequeños en avances en el escenario de luchas extraordinarias a
su vez. Por ello regresará su sede al D.F., ahora con justificados motivos, considerando
de paso que la capital federal le facilita el acercamiento a ese sur del país del cual ha
estado ausente.
El régimen y el cambio
Quien escribe sobre el pasado tiene el poder, podría ser una frase con que definir a
las historiadores. Sólo ellos gozan del tiempo libre para andar entre el ayer, revisando
documentos originales, libros, testimonios, decidiendo qué y cómo los usan, de acuerdo
a su particular modo de pensar.
En sus manos está también el privilegio del ocultamiento de cuánto saben y cuánto
ignoran. De ese modo se convierten simultáneamente en una ventana por donde los
demás miren y en una pared que oculta lo que no quieren o no puede ver.
La mínima honestidad obliga entonces a decir a quien hace este libro: la totalidad de
mis palabras deben quedar expuestas a la memoria de cada participante en los movimientos
a los que me refiero, y a lo aprendido por las quien las lee y a su sentido
común.
Por lo demás, lo que hay aquí es una historia del FAT y no del país, de modo que,
cuando como ahora, trato de resumir el panorama nacional de los años en los cuales
andamos, lo hago de manera general.
Los últimos años de la década de 1960s advierten al régimen priista, que su supervivencia
requiere introducir cambios. Cincuenta años de poder y un sistema de sexenios
en el cual el presidente de la república es el amo absoluto del aparato, lo ha preparado
para ello.
El primer mandatario en turno impone siempre su personal sello, y siempre que las
circunstancias lo requieren da los giros que piensa son necesarios, modificando en
esto y aquello el sistema sin ponerlo en riesgo. Es común así, que al asumir el cargo el
nuevo gobernante eche sobre el anterior el peso de las culpas cometidas, y aparezca
como un mejorado redentor.
Dos parecen ser las grandes cuestiones en las cuales se ha metido en un brete esa
mal disfrazada dictadura del partido oficial. Una es el inicio de la crisis de los modelos
económicos que ha empleado, y que terminará conduciéndolo a un callejón sin aparente
salida.
Entre otras cosas la crisis se muestra en la incapacidad, por primera vez desde la
Revolución, de ser autosuficientes en la producción de maíz, en el que se sustenta
nuestra alimentación, que presagia algo semejante sobre otros granos y productos
tradicionales del campo, al que no se ha parado de cargarle la mano.
Paralelamente las finanzas públicas perdieron solidez y amenazan con dificultades monetarias,
como el control de la inflación,. Y en algo que no parece percibirse todavía,
la pobre eficiencia y calidad de nuestras industrias y nuestro sistema financiero, indica
50 AÑOS
91
las terribles complicaciones a las cuales se enfrentarán ante cualquier eventual competencia
con el exterior.
El otro gran problema es político: el movimiento de 68, el surgimiento de grupos guerrilleros
y la advertencia del despertar de las luchas populares, dejan en entredicho la
legitimidad de los herederos de la familia revolucionaria.
Luís Echeverría Álvarez, el presidente designado para el sexenio 1970-1976, fue secretario
de gobernación de Gustavo Díaz Ordaz, su antecesor, y por ello su principal
operador en la política de mano dura. Pero a la usanza acostumbrada, apenas se hace
del poder deja las culpas al pasado y se propone como el hombre de “la apertura
democrática”.
Todo indica que usa como referencia al gobierno de Lázaro Cárdenas, de concesiones
al pueblo, reacomodo y reforzamiento del corporativismo. Lo hace apoyándose en lo
mucho construido desde entonces, y con su personal, errático estilo. Como proceder
a un reparto agrario superior al cardenismo en número de superficies entregadas,
incluyendo algunas en favorables condiciones de acceso al riego y demás. Lo hace un
poco sin ton ni son, ni clara idea del futuro.
Al mismo tiempo abre las cárceles al grueso de los presos políticos, con el abierto o
velado intento de asimilarlos a su proyecto. Entre ellos, a los dirigentes de las jornadas
sindicales de 1958-1959. Su mensaje a éstos y a las corrientes democráticas en las
organizaciones nacionales de tradición, pareciera ser: la mesa está servida; si en verdad
pueden confrontar al Congreso del Trabajo, bienvenidos; de ese modo actualizaremos
los vínculos corporativos con la clase obrera.
El proceso debe darse bajo las reglas impuestas por el propio mandatario, incluidos los
ritmos, y de entrada no abarcan al FAT que en León, como hemos observado, durante
el 1970 en el que Echeverría tiene ya en control del aparato, es objeto de una ofensiva
en regla.
Morelos
En 2009 y ayudándonos a recoger testimonios para el libro, Alfredo Domínguez reunió
en Cuernavaca a tres hombres que fueron vitales en las extraordinarias jornadas por
el sindicalismo democrático en la ciudad durante los años 1970: Gabriel Muñoz Muñoz,
Raimundo Jaimes y Sabás Rendón.
Los dos primeros dirigieron las luchas de Textiles Morelos y Nissan Mexicana, respectivamente,
a partir de las cuales se desarrollaría el amplísimo movimiento al cual hicimos
ya referencia. La entrevista formará parte de los blogs en Internet que completan
y mejoran estas páginas.
Aquí recogemos sólo pequeños fragmentos, porque empleamos el trabajo compañero
Rendón, que cuenta la historia con detalle y algo más: la emoción del día de recuerdos
y reflexiones sobre el estado del país en el siglo XXI y sobre la constancia del corrido
del pueblo y la persecución de la utopía.
De 1972, cuando Antonio Velázquez y su esposa, Magdalena Gómez Orozco, parte
del grupo de cuadros de FAT en Irapuato, llegaron a Cuernavaca para, junto a José
FAT
92
Merced González, hacerse cargo de la organización en el estado de Morelos, Antonio
Velásquez escribió:
“… se atendía directamente al sindicato de Mosaicos Bizantinos, al sindicato de trabajadores
del Rastro Municipal, a trabajadores de diversas empresas con el objeto de constituir
los sindicatos y demandar los contratos colectivos; a la Caja Popular Cuernavaca,
a la cooperativa Fuerza Suriana y a una cooperativa de producción de Calzado, ambas
en Cuautla. Había otras cooperativas de ahorro y crédito en Anenecuilco y Jojutla,
“Se atendían un importante número de juicios individuales ante la Junta Local de
Conciliación y Arbitraje en Cuernavaca y varios juicios de trabajadores textiles ante
la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje en la ciudad de México. En esta tarea apoyaban
tres pasantes de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos,
Jorge Viveros, Santiago (no recuerdo su apellido) y Silvestre Jaímes…”
“Éramos asesores del Sindicato Independiente de Trabajadores de Nissan, de la Sección
51 de Textiles Morelos, de los trabajadores de la planta de tapetes y alfombras Nobiles
Lees, de las secciones sindicales de Hilados del Valle e Hilados Morelos; del Sindicato de
Industria Automotriz de Cuernavaca, S. A. (IACSA), el Sindicato Independiente de la Industria
de la Confección, registro local que se había logrado y cuyos trabajadores(as) miembros
laboraban para la empresa RIVETEX.”
“Se colaboraba con los trabajadores del sindicato de Productos Pons, del Sindicato de
la Universidad Autónoma de Morelos, con campesinos y ejidatarios de varios lugares,
(Xoxocotla, Anenecuilco, Cuáutla y otros); con solicitantes de vivienda y colonos
también.”
“Se atendían eventos de formación sindical para comisiones sindicales, sobre contratación
colectiva, derecho laboral, funcionamiento del Comité Ejecutivo y sus diversas
carteras o secretaría; sobre estrategias de lucha como marchas, mítines, manifestaciones,
plantones, faltas colectivas; (en nuestra labor para sindical) trabajábamos con los
documentos de la CTM (estatutos, historia, organización, contratos colectivos); sobre
cooperativismo, la acción sindical de las mujeres y de los jóvenes; sobre la situación,
política y económica del país, la historia del movimiento obrero y sindical, el sindicalismo
contemporáneo, sus tendencias ideológicas y políticas; sobre la historia del FAT,
sus documentos básicos, su programa y estrategia de lucha, su organización y acción.”
“Era muy importante la participación de los dirigentes y militantes de los sindicatos y
secciones que se independizaron, de amigos y simpatizantes del movimiento sindical
independiente de Cuernavaca, que colaboraron en las tareas de formación y de organización
con su trabajo de asesoría, inclusive con recursos económicos y materiales
para cubrir el costo de la acción sindical y en general del movimiento.
“El aporte de los dirigentes, militantes y colaboradores del FAT que fueron del Distrito
Federa era fundamental, en las tareas de formación, de organización y de asesoría
jurídica3”
Esta prolífica actividad en el estado y particularmente en la zona industrial del valle de
Cuernavaca, no tiene igual en el país durante la época. El sindicalismo democrático allí
3 Documento de Antonio Velásquez, ya citado.
50 AÑOS
93
está convertido en una especie de nueva seña de identidad. Si por mucho tiempo se
venía a la ciudad sólo a vacacionar, ahora se viene a la vez a presenciar los combates
contra el aparato corporativo.
Los mítines, marchas, huelgas de derecho o de hecho, reuniones en locales y calles,
interrupciones de los actos ceremoniales del prriismo, son el pan de cada día en este
gran experimento de insurgencia. De ese modo los la gente de carne y hueso que
trabajan en las fábricas se vuelven en actores de primera línea en la vida pública.
“Cuando llega aquí el Frente Auténtico del Trabajo –cuenta Sabás Rendón-, instala
una escuelita y nos empiezan a contagiar. Descubrimos para qué es el sindicato, para
qué sirve, qué son los estatutos, que es la Ley Federal del Trabajo… Y empezamos a
darnos cuenta de que nos están explotando y que somos víctimas de representaciones
espurias, lesivas de los intereses de los trabajadores. Porque no sabíamos lo que
estábamos haciendo4.”
El compañero precisa de ese modo que la inquietud de dos años en Textiles Morelos y
Nissan, tras la cual, en 1970 buscan al FAT, era muy intensa y condujo a la organización
en ambas plantas. Que fue que una respuesta instintiva de defensa de derechos, que no
comenzó a cobrar conciencia de sí y de sus oportunidades, hasta el arribo del Frente.
“Tiempo después, cuando en las juntas se tenía la asistencia de compañeros de cerca
de diez fábricas, la gente del FAT nos orientó sobre la necesidad urgente de contar
con un ´instrumento´ que nos sirviera para aglutinar y defender a todos los obreros
que tuvieran problemas en su centro de trabajo o en su sindicato.
Así nació el FRENTE DE SOLIDARIDAD POPULAR (FSP), cuya tarea fue, única y
exclusivamente, desde el punto de vista de la ley, orientar a los trabajadores en cómo
derrocar a las direcciones sindicales corruptas y enfrentar las demandas legales por
la reinstalación de los despedidos. Con la formación del FSP -donde se le dio cabida
a gente que era de otros sectores diferentes al obrero, así como a estudiantes de la
UAEM, sobre todo los de la rama del derecho- la participación en las reuniones llegó
a un nivel más alto: unos porque realmente querían prepararse y otros por mera curiosidad
de conocer a la gente del FAT que era la novedad, pero la alta asistencia hacía
cada vez más inoperante el pequeño local de la avenida Álvaro Obregón.
(…)
A principios de julio de 1970, el FAT, por conducto de uno de sus asesores jurídicos,
licenciado José Merced González Guerra, invitó al Comité Ejecutivo del sindicato para
que designara a una persona y asistiera a un evento sindical en Caracas, Venezuela, con
todos los gastos pagados durante 30 días; Leonardo y Aquilino rechazaron la invitación
y sugirieron que fuera Raymundo Jaimes García, por ser uno de los más constantes
participantes en las reuniones de esa organización.
A su regreso, todos los obreros queríamos conocer las experiencias de Jaimes. Yo
recuerdo que, en una de sus pláticas, nos dijo que las organizaciones que patrocinaban
estos eventos pertenecían a la CONFEDERACIÓN LATINOAMERICANA DE
SINDICATOS CRISTIANOS (CLASC) y a la CONFEDERACIÓN INTERNACIONAL
4 Entrevista a Dirigentes de Cuernavaca. Archivos del FAT.
FAT
94
DE SINDICATOS CRISTIANOS (CISC) -las cuales actualmente se denominan CONFEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE TRABAJADORES (CLAT) y CONFEDERACIÓN
MUNDIAL DEL TRABAJO (CMT) -, a las que pertenecía el FAT; que en el
evento en el que participó se congregaron trabajadores de las diversas ramas industriales
de Argentina, Chile, Costa Rica, Perú y otros países de nuestro Continente; que
los problemas de la clase trabajadora en México, con sus patrones explotadores y sus
dirigentes sindicales corruptos, eran los mismos que sufrían los compañeros de los
países que se reunieron en Caracas; que aprendió muchas cosas y que estaba dispuesto
a meterse más de lleno a la lucha por lograr mejores condiciones de trabajo y de
vida para los trabajadores.
(…)
De la rebelión en Nissan a la farsa del dia del trabajo
En vísperas del Primero de Mayo de 1971, en la asamblea general de los más de
600 trabajadores sindicalizados de NISSAN MEX1CANA, Jaimes solicitó silencio para
continuar y, una vez calmados los asambleístas, dijo:
El gobierno priísta y las centrales obreras corruptas como la CTM, han suplantado el
verdadero objetivo del Día del Trabajo,
para homenajear y dar gracias a los gobernantes
en turno y, en lugar de ir como borregos al desfile, a inclinar la cerviz, es mejor
guardar un minuto de silencio en un real homenaje a los mártires masacrados por el
capital en Chicago, Cananea y Río Blanco.
Como era de esperarse, la noticia de que los obreros sindicalizados de NISSAN no
participarían en el desfile del Primero de Mayo en Cuernavaca, corrió como regadero
de pólvora por todo el estado de Morelos e incluso por todo el país; los trabajadores
de otras fábricas aunque ignoraban la realidad que vivíamos todavía en nuestro sindicato;
nos seguían como ejemplo a seguir.
(…)
La preocupación de los dueños del capital era tal, que comenzaron a exigir al gobernador
del estado, ingeniero Felipe Rivera Crespo, así como a sus serviles líderes
sindicales garantías para sus respectivos capitales.
El obispo Sergio Méndez Arceo
Ante la eminente crisis que los trabajadores de Morelos provocaron al interior de la
poderosa CTM, la trilogía patrones-gobierno-”charros”, a efecto de no permitir que
el “cáncer” se extendiera a otros centros de trabajo y otras organizaciones sindicales
en otros puntos del país, no vacilaron
y, más pronto que tarde, momentáneamente,
desmantelaron
esta situación, ensañándose contra todo aquel obrero que destacaba
por la defensa de sus derechos como asalariado; situación que, contradictoriamente
en vez de apaciguarse, provocaba el surgimiento de nuevos brotes de inconformidad
por doquier.
No puedo dejar fuera dos momentos que reflejan el mejor lado de los trabajadores
y trabajadoras en lucha. En ambos el protagonista es Gabriel Muñoz, el compañero
dirigente de Textiles Morelos.
50 AÑOS
95
El primero nos permite recordar lo que adelantamos en el primer capítulo: la Teología
de la Liberación no se preocupa por el sector obrero, considerándolo pueblo privilegiado.
De manera que si a partir de 1968 el FAT recibe el aliento de esta pródiga
corriente del cristianismo social que en toda América Latina hace suyo el pensamiento
marxista, marcha en buena medida a solas. Cuando menos hasta que se produce la
siguiente escena, tras la detención por la policía de varios compañeros de Textiles
Morelos:
“Ahí estábamos en la cárcel, cuando el mismo obispo (Sergio Méndez Arceo) se presentí
a visitar a los presos comunes… Y que se pone a saludar de mano a todos,
pero cuando llegó conmigo no le di la mano. Nomás le dije que cómo se atrevía a
saludarnos, si estábamos presos por defender nuestros derechos…. Y que le explico
la situación en las fábricas y que aunque soy católico no tengo porque darle la mano a
alguien que solapa las fregaderas de los patrones.
Y él me contesta, palabras más, palabras menos:
-Mire, don Gabriel –ya me había preguntado el nombre-, todo lo que usted me está
contando yo ya lo sabía, pero nomás de oídas. Nunca había encontrado a nadie que
me dijera A mí me pasa todo esto. Y yo le digo, deme su mano, que desde hoy levantaré
mi voz para denunciar estas injusticias.
Y así lo hizo.”
La segunda escena se produce cuando Gabriel regresa a su casa y la mujer y los hijos
se hincan frente a él:
FAT
96
-Por favor -dice ella- deja de hacer lo que haces. ¿No ves que te queremos y que esta
familia depende de ti?
-Si me salgo -contesta-, dejó que cuarenta familias como ésta se quedan sin un peso,
porque van a despedir y boletinar a los que han estado más comprometidos en la
lucha. Les dejo a ustedes la decisión.
La señora y los hijos se levantan y no vuelve a hablarse del asunto.
El movimiento de Insurgencia Obrera
En 1971, al celebrarse el III Congreso Nacional, la estructura organizativa del FAT es
ya muy rica y está preparada para encarar la gigantesca carga de tarea de la época:
Congreso Nacional: se reúne cada tres años. Elige al Comité Ejecutivo Nacional, define
estatutos y declaración de principios. Esta es la máxima instancia para la toma de
decisiones. Asisten delegados de cada una de las organizaciones afiliadas.
Consejo Nacional: se reúne por lo menos una vez al año, con la participación del
Comité Ejecutivo Nacional, la Comisión Nacional de Justicia y un delegado de cada
una de las organizaciones afiliadas.
Comité Ejecutivo Nacional: integrado por el secretario general, el de organización,
finanzas y un secretario general de cada región, federación o grupo en formación.
Comisión Nacional de Justicia: funciona como tribunal interno, compuesto por un
presidente y dos vocales.
Departamento de Formación: se constituye por un director nacional y responsables
de cada zona.
La revolución de los trabajadores es la liberación completa del hombre... una revolución
humanista porque cree en el hombre... una revolución democrática porque cree
en el pueblo... una revolución comunitaria porque cree en el aporte de todos para su
culminación histórica.”5
Es en este punto que el Frente estrecha las relaciones ya existentes con el Sindicato
de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (STERM) y se integra al movimiento
de Insurgencia Obrera (IO), cuyo fin es crear una gran organización nacional
independiente: la Unión Nacional de Trabajadores.
La IO nace a fines de este año con la iniciativa también del Movimiento Sindical Ferrocarrilero
(MSF), gran protagonista de las luchas de 1958-1959. Su líder, Demetrio
Vallejo, ha sido excarcelado luego de 11 años, como parte de la política echevarrista
de “apertura”. La organización tiene fuerza todavía y se plantea la recuperación de su
sindicato, uno de los pilares del sistema corporativo.
El STERM, por su lado, se propone un combate en toda la línea, contra los sistemáticos
esfuerzos por desaparecerlo, de parte del Sindicato Nacional de Trabajadores Electricistas
(SNTE), cuyo dirigente, el charro Francisco Pérez Ríos, aparece como el más viable
5 FAT, Declaración de Principios, 1971
50 AÑOS
97
secretario general de la CTM y del Congreso del Trabajo, cuando muera Fidel
Velázquez.
Con ello, Galván, Vallejo y sus compañeras(os) rescatan la tradición democrática de
los grandes gremios, casi en su totalidad dentro del sector estatal de la economía.
Aparentemente lo hacen con cierta tolerancia del gobierno de Echeverría, al que ya
mencionamos.
Sin duda su acción y la cobertura que ofrecen en el conjunto del país, es el factor
dominante del auge que inicia. Pero el gran aporte a éste vendrá de la industria privada
que se levanta con el milagro mexicano, en la cual el FAT tiene ya una década de
notables avances.
Si revisamos bien lo sucedido a lo largo del año en el cual la Insurgencia se esparce
por la república, encontraremos dos sucesos mayores: las cinco jornadas nacionales
presididas por el STERM y el MSF, y la sublevación sindical de los trabajadores y trabajadoras
de las empresas en manos de particulares.
Nada semejante se ha visto desde aquéllos últimos años de 1950. A su lado se da en
principio, una reactivación de los históricos reclamos campesinos y se forman los
fermentos del movimiento urbano popular.
Las jornadas de manifestaciones simultáneas a las cuales la IO convoca, alcanzan hasta
medio centenar de ciudades, sin incluir al valle de México. En la más exitosa reúne
a 16 mil personas en Puebla, 13 mil en Tampico, 10 mil en León, 3 mil en el puerto
de Veracruz, Monterrey y Chihuahua, más de mil en Celaya, Aguascalientes, Acapulco,
Colima…
A ellas se suman otras locales o regionales de la gente de Galván, la toma de por lo
menos 17 secciones del sindicato ferrocarrilero, por los vallejistas, y en algunas puntos,
la formación de frentes en los cuales la Insurgencia participa.
Pero la agitación más constante se produce por otra vía, en la que en muchos lugares
apreciamos la presencia del FAT. Como en Cuernavaca, donde en esos 12 ó 13 meses
se movilizan la multitud de fábricas que nuestra organización ha alcanzado, cuya
historia seguiremos luego en detalle: Textiles Morelos, Nissan, Rivetex, Textiles los Gallos,
Mosaicos Bizantinos, Nobelis Lees, Electro Cap, Artemex entre otros.
Algo semejante, con las particulares de cada región, acontece en León, Chihuahua e
Irapuato. En Yucatán se sientan las bases del Frente Sindical Independiente, uno de los
proyectos que a partir de 1973 se confrontaría más directamente con los empresarios
y la autoridad, también con participación del Frente.
En Monterrey las 1,500 obreras de Medalla de Oro estelarizan una lucha que resuena
por el país, debido a sus duros choques contra la mafia sindical y la policía y por la
marcha que, venciendo obstáculo tras obstáculo, llega a la ciudad de México, que de
inmediato es detenida y vuelta a casa por las fuerzas del orden.
El Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM), de vieja historia, en varios puntos
abre de regreso las puertas del gremio a la oposición, chocando de manera frontal
contra la dirigencia corporativa y con el Estado. La Liga de Soldadores, nacida también
FAT
98
en 1960, prepara combates de una excepcional radicalidad en las plantas de PEMEX
que ayuda a construir; en diversas secciones del sindicato petrolero el descontento
se vuelve organización.
El experimentado Sindicato de Panaderos se reactiva, las disidencias autonómicas
en Correos y Telégrafos tratan de recobrar las posiciones perdidas, y en Teléfonos
de México aparecen los primeros síntomas de descontento en mucho tiempo. Los
trabajadores(as) de la industria nuclear y bancaria constituyen sindicatos nacionales;
y volviendo de cabeza la estructura vertical de la universidad, surge el Sindicato de
Trabajadores y Empleados de la UNAM / STEUNAM), que sirve de ejemplo y aliciente a
otras instituciones de educación superior, que en diciembre de 1972 estallan paros en
Oaxaca, Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Sinaloa, Monterrey, Zacatecas, Guerrero.
La Unidad Obrera Independiente, fundada por un asesor laboral, alienta la implantación
de sus propios sindicatos en las industrias automotriz, textil y hulera (Volkswagen y
Goodrich Euzkadi, entre otras empresas en esos momentos), y la huelga triunfante de
los mil trabajadores de loza El Ánfora en la ciudad de México, se convierte en el más
conocido logro en la asesoría de Armando y Adelita Castillejos y Carlos Fernández
del Real. El Frente Sindical Independiente, al que da vida el Partido Comunista Mexicano,
se suma al esfuerzo.
Teniendo nexos o no con esta serie de fuerzas, en ocasiones a través del FAT, por la
geografía nacional, una buena cantidad de asalariados se revuelven contra las condiciones
en las cuales trabajan, topando de inmediato con la hostilidad de sus sindicatos
corporativos. Lo hacen en Celanese Mexicana de Zacapu, Coca Cola de Celaya, Pepsi
Cola y departamento municipal de Aguas de Chihuahua; en Fundidora de Monterrey, Termoeléctrica
del Valle de México, Diesel Nacional, Mechas de Dinamita de Durango, sección
de Limpia del municipio de Torreón, Vekel de Aguascalientes, las tres plantas de Berkel
de México, los Transportes urbanos de Tijuana y Farmacias de Tampico entre muchos otras.
En el valle de México la inquietud toca a Olivetti, CIMA, Hilos Cadena, Aceros Esmaltados,
Singer Mexicana, H. Stee y Cía.l, talleres de la Buick, líneas de Autobuses Insurgentes-Bellas
Artes y Santiago Algarín-Potrero, Panadería México, FANAL, FANTA, Tintorería Francesa, Radio
Aereonaútica Mexicana, Berkton Dickinson.
Hay despidos, huelgas siguiendo los cauces legales y de hecho, mítines y manifestaciones,
choques con los grupos de seguridad patronales y golpeadores de los sindicatos
charros, con la policía y, ocasionalmente, con el ejército (El ejército agrede a obreros
de la construcción pertenecientes a la Liga de Soldadores en una planta de Pemex, que
se encontraban en huelga en el complejo petroquímico de Cactus, en el municipio de
Reforma. Ocho obreros fueron asesinados). Se conquistan o pierden sindicatos independientes
y secciones liberadas del aparato corporativo.
En septiembre del propio 1972, el STERM de Galván es obligado a la unificación con
el SNTE de Pérez Ríos, y definen como estrategia constituirse como Tendencia Democrática
en nuevo sindicato de electricistas -Sindicato Único de Trabajadores Electricista
de la República Mexicana (SUTERM)-. La Tendencia seguirá sirviendo de referencia en
distintos lugares del país, pero desaparece el paraguas nacional que protegía a todos,
los vallejistas quedan descobijados en su áspero enfrentamiento.
50 AÑOS
99
Aun así las centrales oficialistas, que conservan el control de la absoluta mayoría de
las fuentes de trabajo, por primera vez en trece años aparecen, sin rastro de duda6, a
la defensiva. Sus balandronadas de convocar a demostraciones multitudinarias quedan
en nada, y sus actos ceremoniales del primero de mayo aquí y allá son perturbados
por la oposición.
De ese modo, a nivel del conjunto de la república, se forja el laboratorio de la emergencia
que el FAT hasta aquí viene practicando de manera limitada, descubriendo
o redescubriendo una enorme variedad de formas de acción, y donde también se
subvierte la vida cotidiana, tanto a nivel personal, como colectiva. En ese sentido ni
siquiera los movimientos de 1958-59 se le comparan.
Y es que una buena cantidad de quienes se rebelan ahora, descubren por primera vez
su lugar en la sociedad y la alternativa de un futuro distinto: las mujeres, los que no
tienen antecedentes en el trabajo fabril y quienes se emplean en instituciones históricamente
cerradas a la sindicalización.
En meses, decenas de miles de trabajadoras y trabajadores experimentan la revolución
interna que hemos apreciado en las organizaciones del FAT. El mejor ejemplo son las
obreras de los textiles de Cuernavaca, de la confección de Irapuato y de Medalla de
Oro en Monterrey. Desde antes de la Revolución sus predecesoras habían sido tan
atrevidas como ellas frente al poder. Ahora, sin decirlo, ellas se convierten a la vez en
la real vanguardia del feminismo mexicano.
El tiempo dedicado a defender sus derechos y su beligerante presencia en las calles,
las confronta con sus esposos, padres, hermanos y, a ratos, con sus compañeros de
trabajo. No pocas terminarán convirtiéndose en madres solteras, dispuestas a experimentar
la libertad en todos los ámbitos.
Nuestra organización encuentra pues el vasto espacio nacional por el que viene trabajando,
y para darse abasto con la multiplicación de los grupos que acuden a él, en
la capital de la república y León forma despachos de asesoría laboral en toda la regla.
Paralelamente participa en el Comité Nacional de Auscultación y Organización (CENAO),
donde confluyen algunas fuerzas de la izquierda política, para realizar un balance
sobre distintas alternativas sociales y políticas para enfrentar al régimen.
Y desde luego, y por medio de Comisión Nacional de Mujeres Trabajadoras, sale al paso
de esa sustancial parte de la sociedad que emerge en el espacio público, con un Encuentro
Nacional.
A instancias del FAT, MSF y STERM, se forma en la ciudad de León, Guanajuato, el Comité
Organizador de la Unión Nacional de Trabajadores, con la participación de sindicatos
de KSB, Primero de Mayo, Insurgente Ignacio Allende, 20 de Noviembre y Mártires de Río
Blanco. Conforman cinco comisiones de trabajo; relaciones, información, publicaciones,
orientación y asesoría jurídico-sindical, formación de cuadros obreros y finanzas.
La UNT estrecha lazos con organizaciones no estrictamente sindicales, como la Alianza
Obrero-Campesino-Estudiantil.
6 La afirmación viene del trabajo de Francisco Pérez Arce que se ha citado.
FAT
100
Es en este momento que la CLASC retira de su membrete el sustantivo “cristiano”,
para convertirse en la Confederación Latino Americana de Trabajadores (CLAT). El cambio
de nombre no basta, sin embargo, para echar a un lado su anticomunismo, y enmascara
el creciente apetito de su principal dirigente para dictar líneas de acción a las organizaciones
nacionales agremiadas. El camino del rompimiento del FAT con ella, continúa
pues su curso.