martes, 9 de julio de 2019

El Batallón de San Patricio o Alquimia

Es una tontería que sirve para dirigirlos al trabajo señalado.

El Batallón de San Patricio es una profundamente contradictoria leyenda que durante la intervención estadounidense en México, de 1846-1848, forjan los dos países involucrados.
Sus tonos más pedestres aparecerán cien años después entre nosotros, mexicanos hechizos, cuyo Estado precisa símbolos, no importa cuán falsos.
Si bien no es él quien refabrica a esos doscientos hombres que forman parte de un auténtico, conmovedor proceso construido en cuatro siglos entre la Irlanda histórica, y por ello católica, y la Tierra de la Gran Promesa, alias USA, hacia donde en el siglo XIX, por primera vez y multitudinariamente, embarcan quienes desde tiempos que coinciden con la conquista del Nuevo Mundo, protagonizan una resistencia heroica al colonialismo europeo. ¿Son emigrantes o exilados?, preguntan los académicos serios. 
En Cuestión de sangre conté su historia entreverada con otras, tras trabajos que contra mi voluntad resultaron en una patraña más.
Se disculpa al director, que
no tuvo tiempo sino para partir de cero.
El Batallón entró al cementerio de héroes mexicanos apenas entre 2000 y 2006, gracias a Vicente Fox, patético presidente a horcajadas entre el confesionalismo panista y los aires neoliberales. ¿Sorprende? No, ojeando este blog: https://radiocristiandad.wordpress.com/2009/11/18/el-batallon-de-san-patricio-heroes-irlandeses-de-corazon-mexicano/. ¿Por la fecha conmemorativa lo hizo para opacar a ese otro mito llamado Niños Héroes, ideado por el liberalismo juarista triunfante, dos décadas luego del acontecimiento? 
Los San Pats no crearon su cuerpo militar. Fue nuestro gobierno, reuniendo a una pequeña parte de la mayor deserción registrada en Washington debido a criminales maltratos por ser migrantes católicos o a secas o mero pueblo pobre -había muchos alemanes, algunos escoceses y demás y nativos de EU-. Asombroso fenómeno en tropas que no conocieron la derrota, ¿verdad?
Los irlandeses tradicionales eran mayoría y el desprecio hacia ellos continuaba la hostilidad con que fueron recibidos en Boston, Nueva York y diversas ciudades del noreste, donde quedaban, contrariando el proceder común entre los recién llegados: buscar el Oeste reeditado cada vez más lejos. 
Permanecían juntos, fieles a su espíritu gregario y a la secular lucha que por entonces parecía sin futuro. Allí, entre escupitajos e iglesias incendiadas, estos ahora bautizados Cabezas de papa, crearían sólidos núcleos que sostendrían luego al Partido Demócrata, para en los años 1960 dar el triunfo al clan Kennedy.
Tras la ridícula leyenda había, pues, otra maravillosa.
Estas tallas en una calle de Dublín rememoran la Gran Hambruna de 1848, posterior al San Patricio y aun así reflejo de la entrañable historia. 
En su época, el San Patricio impactó quizá más que a México, a nuestro vecino del norte, quien fabulaba los tristes destinos reservados a estos hombres. 

Si la academia me disgusta, mucho más la charlatanería aviesa o a lo llano cursi, que hace novelas, artículos, películas, bandas de música, volviendo basura el oro.