viernes, 22 de mayo de 2020

El Batallón de San Patricio sin tonterías. Una historia doblemente épica, sin mexicanadas

Hacia 2002, en plena euforia globalizadora, alguien conocido llamó a casa.
-Ahora soy el representante de Francis Coppola aquí. Busca una historia épica con ambiente mexicano y sé que escribiste algo muy bueno. 
¿De qué hablaba? Ahora sin hijos bajo mi dependencia perseguía al "Sur, geografía profunda", las luchas en maquilas norteñas, etcétera, y el mero nombre del genial director me paralizó. 
Entre blufs andaban cineastas, pintores conceptuales, académicos y demás para volverse cosmopolitas.
-Bueno, no hay porqué mudarme a Hollywood -pensé, jeje.
Tenía lo que el hombre buscaba, hasta sorprenderlo, sigo creyendo. 
Molesto con mi contribución al estúpido mito mex sobre los San Patricios, en cómic y radio, había pasado años estudiando a esos hombres a cuyo través gritaba la Irlanda histórica y su ¿emigración
o exilio? a Estados Unidos, como le llamaban especialistas de otras partes, justo cuando nuestro vecino ensayaba en estas tierras políticas y modos extendidos luego al mundo  entero.
El guión para cine documental que entregué poco antes a una institución y productores privados, salvaba el reto de lo "descubierto", involucrando a quienes debía reconocerse como reales propietarios de territorios tras cuya ocupación el Capitolio dirigiría una gran potencia: sioux, indios pueblo, comanches... El "México" contemporáneo aportaba elementos significativos y entrañables al bizarro conjunto donde la sociedad capitalista mostraba sus entrañas.
Volver eso ficción, según pretendieron mis contratadores, estaba en arameo. Solo Coppola o alguien así podía darle forma y hallé el factible cómo: una escaleta. Don Franscis la haría trizas para resolverla debidamente.
-No, quiere un gionista -dijo mi interlocutor. 
-Buscaste en el baúl equivocado -respondí para durante tiempo libres sacarme la espinita, sin pretensiones de más nada. 
Al poco un buen amigo sugirió darle salida, haciendo ciertos cambios. 
-Va -accedí espantado por el hambre. 
De allí surgió Cuestión de sangre, hoy encontrable solo en ese link y subsiguientes.